domingo, 3 de enero de 2010

MILAGROS OPERADOS POR ÉL

XXIV 1. En vista de lo ocurrido, María y José tomaron a Jesús durante la noche, marcharon a una aldea llamada Emmaús, donde decidieron residir. Y Jesús tenía diez años, y circulaba por la comarca. Y, un día, saliendo de su albergue, fue a otra aldea llamada Epathaíea o Ephaía. Y, en su ruta, encontró a un muchacho de quince años, cuya persona entera era una pura llaga. No podía servirse de sus pies, sino que marchaba arrastrándose, y, cuando alguien discurría por allí, imploraba su misericordia. Jesús lo vio de lejos, y pasó por frente a él. Y el leproso le dijo: ¡Niño, te ruego que me escuches! Por la salud de tus padres, dame una limosna, y Dios te recompensará tu beneficio. Jesús repuso: Soy pobre e indigente, como tú, y, además, hijo de un extranjero. ¿Cómo podría darte una limosna? El leproso replicó: No alegues falsos pretextos. Si te queda en reserva una monedita, un óbolo o un pedazo de pan, préstame algún pequeño socorro, que demuestre tu generosidad, pues bien veo a qué clase perteneces, aunque, por la edad, no seas más que un niño. Yo estimo, en efecto, que eres de elevado linaje, e hijo de un general de los ejércitos reales, probablemente. Porque tus rasgos te denuncian. No te ocultes de mí, que noto una presencia distinguida y una belleza extremada.

2. Preguntó Jesús: ¿A qué raza perteneces? El leproso respondió: A la raza de Israel y a la rama de Judá. Jesús añadió: ¿Tienes padre y madre? ¿Cuidan de ti? El leproso explicó: Mi padre ha muerto y mi madre es la que me sirve conforme al capricho suyo. Y Jesús dijo, extrañado: ¿Cómo así? Y el leproso repuso: Ya ves que estoy enfermo. Al oscurecer, mi madre viene, y me vuelve a la casa. Al día siguiente, me trae otra vez aquí. Los viandantes me hacen graciosamente limosnas, y, gracias a ellas, subsisto. Preguntó Jesús: ¿Por qué no te has presentado a los médicos, para que te curen? El respondió: Estoy imposibilitado por mi enfermedad, no podría hacerlo y mi madre apenas cuida de mí. Porque, desde que me dio a luz, he crecido entre muchos gemidos y dolores. Y, por la violencia y la atrocidad de mis males, los miembros de mi cuerpo se han relajado y desunido, los tendones de mis huesos se han consumido en la putrefacción, toda mi persona se ha cubierto de úlceras, como bien ves.

3. Y Jesús dijo: Conozco médicos que saben componer un remedio, que da la muerte y la vida. Si quieres aplicártelo, este remedio será tu curación. El leproso replicó: Desde mi infancia hasta hoy día, jamás he consultado con ningún médico, y jamás he oído decir que mi mal haya sido curado por un hombre. Mas Jesús insistió: ¿No te advertí que hay médicos hábiles, que traen de la muerte a la vida? Y el leproso dijo: ¿Y por cuál remedio puede un hombre curar semejante estrago? Jesús repuso: Por una simple palabra, y no por un remedio. Al oír esto, el joven quedó vivamente sorprendido, y exclamó: ¡He aquí cosas asombrosas! ¿Cómo un mal puede ser curado sin el auxilio de remedio alguno? Jesús dijo: Existen médicos que, de una ojeada tan sólo, distinguen las enfermedades mortales de las curables. El leproso insinuó: Y tú, que cuentas menos edad que yo, ¿de dónde has sacado tanta ciencia? Jesús repuso: De lecciones oídas y de mi saber propio. Y el leproso objetó: ¿Por ventura has visto con tus propios ojos que un hombre haya sido curado de tamaño mal?

4. Y Jesús replicó: Entiendo algo en este asunto, por ser hijo de médico. El leproso dijo: ¿Afirmas seriamente que entiendes en este asunto? Jesús dijo: Puedo curar todos los males por una simple palabra, cuyos efectos he visto, y que he aprendido de mi padre. El leproso interrogó: ¿De qué país es tu padre, y quién puede ponerme en comunicación con él? Contestó Jesús: Aquel a quien entregues los honorarios de tu curación, te presentará a mi padre, y éste te devolverá la salud. El leproso preguntó: ¿Cuáles son los honorarios que reclamas de mí? Respondió Jesús: Poca cosa: un sextario de monedas, en oro y en plata, piedras preciosas de bella agua y perlas finas de alto valor. El leproso, que tal oyó, se echó a reír con amargura, y dijo: ¡Por la vida del Señor, que ni he oído siquiera el nombre de esas cosas! Pero escucha. Tu edad es la de un niñoo, y todo te resulta cómodo, por ser hijo de padre noble y vástago de una casa principal. Yo, pobre como soy, no te parezco más que un objeto de irrisión y de burla. ¿De dónde me vendría esa opulencia de que me hablas? Y Jesús lo reprendió, diciendo: ¿Por qué te enojas así? Todo lo que te dije, fue por pura benevolencia.

5. Y el leproso declaró: Varias veces se me ha puesto a prueba. Y tú también ves perfectamente que no poseo nada excepto el vestido que me cubre, y el alimento diario, que Dios nos dispensa a mi madre y a mí. Jesús preguntó: Entonces, ¿cómo quieres curarte, teniendo las manos vacías? Respondió el leproso: Dios vendrá en mi ayuda. Jesús dijo: Bien sé que Dios puede hacer todo lo que le piden los que lo invocan con fe. Mas, con todo eso, ¿cómo curarte, puesto que eres pobre? El leproso dijo: Mucho me admira que gastes tantas palabras para abrumarme. Jesús indicó: Conozco un tanto las cosas de la ley. Y el leproso dijo: Si has leído a menudo los mandamientos de Dios, sabrás cómo debe tratarse a los pobres y los indigentes. Jesús completó: Hay que usar con ellos de amor y de misericordia. Y el leproso refrendé, con llanto en sus mejillas: Has hablado con verdad y con bondad. Compadécete, pues, de mí, y el que es dispensador de todos los bienes, te lo devolverá.

6. Cuando Jesús lo vio bañado en lágrimas, se enterneció, y le dijo: Sí, me compadezco de ti. Y, en el mismo instante, extendió su mano, y tomó la del leproso, diciendo: Levántate, yérguete sobre tus pies, y ve en paz a tu casa. Y, tan pronto pronunció estas palabras Jesús, el leproso se levantó, e inclinándose, se prosterné ante él, y le dijo: Dios te trate amorosa y misericordiosamente, como tú me has tratado. Y Jesús repuso: Ve en paz, y no digas a nadie nada de lo que te hice. Y el leproso lo consultó, diciendo: Si alguien me pregunta quién me curé, ¿qué he de contestar? Jesús repuso: Que un niño, hijo de un médico, que pasaba por el camino, te vio, se compadeció de ti, y te devolvió la salud. Y el muchacho curado se prosternó de nuevo a los pies de Jesús, y volvió, gozoso, al lado de su madre.

7. Y, cuando su madre lo vio, lanzó un grito de júbilo, y le dijo: ¿Quién te ha curado? Y él dijo: Me ha curado, por una simple palabra, el hijo de un noble médico, que se encontró conmigo. Al oír estas palabras, la madre y todos los que estaban allí, se congregaron alrededor del muchacho, y le preguntaron: ¿ Dónde está ese médico? Y él contestó: No lo sé, y, además, me ordenó que no descubriese a nadie la caridad que usó con mi persona. Y los que oían desde lejos el prodigio que había pasado, se admiraban, y decían: ¿Quién es ese niño, que posee tal don de ciencia, y que opera milagros tan insignes? Y muchos creyeron en su nombre. Y deseaban verlo, mas no podían, porque Jesús se había ocultado a sus ojos.

De cómo el ángel advirtió a José que Iuese al pueblo de Nazareth

XXV 1. Y un miércoles, día cuarto de la semana, el ángel del Señor apareció a José, en una visión nocturna, y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y ve al pueblo de Nazareth, donde fijarás tu residencia, y de donde no te alejarás. Construirás allí una casa, y habitarás en ella durante largo tiempo, hasta que Dios, en su bondad, te dé otro aviso. Y, habiendo dicho esto, el ángel lo abandonó. Y, al día siguiente, José se levantó temprano, tomó al niño y a su madre, y fue al pueblo de Nazareth, a la casa en que moraban antes, y en la que permanecieron dieciocho años. Y Jesús tenía doce, cuando llegó a Nazareth, lo que da la suma de treinta años.

2. Y el día segundo de la semana, Jesús salió de Nazareth, y fue a sentarse en un paraje del camino. Y divisó a dos muchachos que avanzaban, y que disputaban entre sí violentamente. Y vinieron a las manos, y se pegaron el uno al otro. Mas, cuando vieron a Jesús, cesaron de pelear, y, aproximándose, se prosternaron ante él. Jesús les ordenó que se sentasen, y lo hicieron así. Y Jesús les preguntó: Niños, ¿de qué proviene tamaña cólera? ¿Qué desacuerdo os divide, para que cambiéis golpes con tal violencia? Uno de los dos, que era el más joven, repuso: Es que no hay aquí juez que nos juzgue en derecho. Jesús dijo: ¿Cómo os llamáis? El más joven respondió: Mi nombre es Malaquías, y el de éste Miqueas. Somos dos hermanos, unidos por sentimientos de familia. Y Jesús objetó: ¿Por qué, pues, os tratáis tan animosa e injuriosamente?

3. Malaquías expuso a Jesús: Ruégote, niño, que escuches lo que decirte quiero. Mi hermano es mayor que yo, que soy su segundón. Y se esfuerza en tratarme inicuamente, lo que no le permito en modo alguno. Pronuncia, por tanto, entre nosotros, un juicio equitativo. Jesús replicó: Explícame en qué consiste el motivo de vuestro disgusto. Miqueas observó: Parece que eres hijo de juez y descendiente de grandes monarcas. Jesús refrendé: Tú lo has dicho. Y Miqueas exclamó: ¡Dios te recompense, a ti y a tus padres, si hoy traes, a mi hermano y a mí, la justicia con la paz!

4. Mas Jesús dijo: ¿Quién me puso por juez o partidor sobre vosotros? Bien comprendo que no queréis someteros a mis mandatos. Los dos hermanos replicaron: No digas eso, ni nos hagas tamaña afrenta. Nos tomas por niños ignorantes. Tenemos, sin embargo, letras, y conocemos la ley divina. Jesús indicó: Ante todo, contraed el compromiso de no engañaros mutuamente, y de hacer lo que yo exija. Y los muchachos clamaron a una: Tomamos por testigo a la ley divina, y juramos sobre sus mandamientos obedecer tus órdenes, como órdenes emanadas de la Puerta Real. Y Jesús repuso: Reveladme la verdad, para que la oiga de vosotros.

5. Y Malaquías dijo: Somos dos hermanos, que quedamos huérfanos de padre y madre. Nuestros progenitores nos dejaron una herencia, y personas extrañas a la familia retienen por usurpación nuestro patrimonio. Y disputamos entre nosotros, porque mi hermano trata de desposeerme injustamente, y yo no me presto a ello. Y Jesús preguntó: Cuando murieron vuestros padres, ¿a quién os confiaron en calidad de tutor o encargado, hasta que alcanzaseis la edad de la razón? Los niños dijeron: Ninguno de los dos se acuerda de nuestros padres. Jesús los interrogó: ¿Por qué, pues, os querelláis el uno con el otro? Y Malaquías contestó: Mi hermano procura perjudicarme, alegando que es el mayor. Mas Jesús repuso: No obréis así. Si queréis escucharme, haced paces, y repartid amistosamente vuestros bienes. Y Miqueas dijo a Jesús: Niño, reconozco que procedes con cordura, al hablarnos de conciliación. Empero cuanto al juicio que pronuncias, es muy distinto, y óyeme lo que decirte quiero. Cuando murieron nuestros padres, yo tenía más edad que mi hermano, que la tenía muy corta aún, y me empleé, con muchos esfuerzos, en reconstituir nuestro patrimonio, que estaba devastado y en el abandono más completo. Yo solo realicé ese trabajo penoso, y mi hermano no sabe nada de ello.

6. Jesús lo hizo observar: Pero es tu hermano, y es un niño. Hasta hoy, lo has sustentado y nutrido por caridad. No le hagas daño ahora. Id, y repartid vuestros bienes con equidad. Guardaos mutuo afecto, y la paz de Dios será con vosotros. Y ellos, obedientes a los deseos de Jesús, se prosternaron ante él. Y, cayendo el uno en los brazos del otro, se besaron, y dijeron a Jesús: Hijo de rey, por cuya mediación se ha restablecido la armonía entre ambos, Dios glorifique tu persona y tu santo nombre por toda la tierra. Te rogamos que nos bendigas. Y Jesús repuso: Id en paz. y que el amor de Dios permanezca en vosotros.

7. Y, luego que Jesús hubo hablado de esta suerte, se prosternaron de nuevo ante él, y se fueron a su casa. Y Jesús regresó a la suya de Nazareth, junto a María. Y su madre, al verlo, le preguntó: ¿Dónde has estado el día entero, sin comprender que ignoro lo que pueda ocurrirte, y que me alarmo por ti, al pensar que andas solo por sitios apartados? Y Jesús respondió: ¿Qué me quieres? ¿No sabes que debo, de aquí en adelante, recorrer la región, y cumplir lo que de mí está escrito? Porque para esto es para lo que he sido enviado. María opuso: Hijo mío, como no eres todavía más que un niño, y no un hombre hecho, temo de continuo que te suceda alguna desgracia. Mas Jesús advirtió: Madre mía, tus pensamientos no son razonables, porque yo sé todas las cosas que han de venir sobre mí. Y María replicó: No te aflijas por lo que te dije, pues muchos fantasmas me obsesionan, e ignoro lo que he de hacer. Y Jesús preguntó: ¿Qué piensas hacer conmigo? Respondió su madre: Eso es lo que me causa pena, porque tu padre y yo hemos cuidado de que aprendieses todas las proflsiones en tu primera infancia, y tú no has hecho nada, ni te has prestado a nada. Y ahora, que eres ya mayorcito, ¿qué quieres hacer, y cómo quieres vivir sobre la tierra?

8. Al oír esto, Jesús se conmovió en su espíritu, y dijo a su madre: Me hablas con extrema inconsideración. ¿No comprendes las señales y los prodigios que he hecho ante ti, y que has visto con tus propios ojos? Y continúas todavía incrédula, a pesar del tiempo que llevo viviendo contigo. Considera todos mis milagros y todas mis obras, y toma paciencia por algún tiempo, hasta verlas cumplidas, puesto que aún no ha venido mi hora, y permanece firmemente fiel. Y, habiendo dicho esto, Jesús salió de la casa con premura.

Sobre las numerosas curaciones que Jesús realizó en el pueblo, en la aldea y en dilerentes lugares

XXVI 1. Un día, Jesús, que había salido de su casa, recorría, solo, el país de los galileos. Y, habiendo llegado a una aldea, que se llamaba Buboron o Buasboroín, encontró allí a un hombre de treinta años, que estaba muy incomodado por la vehemencia de su mal, y que yacía tendido sobre su lecho. Cuando Jesús lo vio, se compadeció de él, y le preguntó: ¿De qué raza eres? El hombre repuso: De raza siria y del país de los sirios. Jesús añadió: ¿Tienes todavía padre y madre? El hombre dijo: Sí, y mis padres me han expulsado de su hogar. Errante ando por doquiera, para buscar mi sustento diario, mas no poseo domicilio en parte alguna. Jesús inquirió: ¿Y cómo has podido salir de tu país? Respondió el hombre: Se me trataba, unas veces contra salario, y otras para pagarme. Jesús continuó: ¿Por qué has venido a este país? El hombre contestó: Para pedir limosna, y para subvenir a mis necesidades materiales. Y Jesús sentenció con gravedad: Si soportas con calma tus tormentos, encontrarás más tarde el reposo. A lo que el hombre replicó: Pueda o no pueda, los soporto y los acepto con júbilo.

2. Y Jesús dijo: ¿A qué dios sirves? El hombre repuso: Al dios Pathea. Y Jesús le preguntó: ¿Encuentras, pues justo que te halles en este estado? El hombre manifestó: He oído decir a mis padres que ese dios es el dios de los sirios, y que puede hacer a los hombres todo lo que le place. Interrogó Jesús: ¿Cuál es tu nombre? El hombre dijo: Hiram. Y Jesús lo conminó, diciendo: Si quieres curarte, abandona ese error. Hiram dijo: ¿Y cómo he de dar crédito a tu propuesta? Porque tú eres todavía un niño, mientras que yo soy ya un varón adulto. Y Jesús le preguntó: El dios de tu culto ¿tiene el poder de devolverte la salud y la vida por una simple palabra? Y Jesús añadió: Si crees de todo corazón, y si confiesas que hay un Dios del cielo y de la tierra, que ha creado el mundo y el hombre, tal Dios es capaz de curarte. Hiram apuntó: No he oído hablar de él. Jesús dijo: Sea. Pero cree sencillamente, y tu alma vivirá. Hiram le preguntó: ¿Y cómo hacer ese acto de fe?

3. Respondió Jesús: He aquí la fórmula. Creo que es un Dios muy alto, el Padre creador de toda cosa, y creo en su Hijo único y en el Espíritu Santo, trinidad y divinidad una y perfecta. Hiram repuso: Creo lo que me dices. Entonces Jesús le habló, interrogándolo: ¿No te has presentado a alguien, para que te cure? E Hiram exclamó: ¿Qué médico podría librarme de tan grave enfermedad? Jesús dijo: Aquel a quien pagues, lo podrá fácilmente. Hiram opuso: Pobre como soy, nada tengo que dar, y nadie hace la caridad gratuitamente. Y Jesús objetó: ¿No has dicho tú mismo antes que has venido de un país lejano, que has recorrido numerosas comarcas, y que has recibido limosnas? ¿Por qué dices ahora falsamente que no tienes con qué pagar? Hiram repuso: ¡Perdona, niño! Lo que te he dicho es que nada tengo que dar, excepto el alimento que recibo al día, y el vestido que me cubre.

4. Y Jesús, viéndolo llorar, exclamó: ¡Oh hombre, dirígeme tu demanda! ¿Qué puedo hacer por ti? Y respondio Hiram: Haz por mí todo lo que te plazca, y gratifícarne con algún socorro. Y Jesús, extendiendo la mano, tomó la suya, y le ordenó: Levántate, yérguete sobre tus pies, y ve en paz. Y, en el mismo momento, el hombre quedó curado de sus males. Y cayó llorando de hinojos ante Jesús, y le hizo la siguiente petición: Señor, si quieres, te seguiré en calidad de discípulo. Mas Jesús le dijo: Vuelve en paz a tu casa, y cuenta todo lo que he hecho por ti en este encuentro. Y el hombre se prosternó de nuevo ante Jesús, y marchó a su país.

De cómo se cumplieron las tradiciones escritas por los profetas y sobre las cosas sorprendentes que hizo Jesús

XXVII 1. Y de nuevo fue Jesús llevado del Espíritu a la villa de Nazareth. Y circulaba siempre por los Sitios retirados. Y los que lo veían se sorprendían y murmuraban entre sí: Verdaderamente, el niño Jesús, el hijo del viejo, tiene el aire despierto e inteligente. Algunos refrendaban: Cierto es lo que decís. Mas Jesús no se manifestaba a ellos, a causa de su incredulidad.

2. Y sucedió que, aproximándose la gran fiesta, Jesús quiso ir a Jerusalén. Y, en el curso del viaje, se encontró con un viejo canoso que se sostenía sobre dos cayadas, las cuales desplazaba alternativamente, dejándose caer de la una a la otra. Y estaba enfermo de los ojos y de los oídos. Al verlo, Jesús se sorprendió, y le dijo: Bien hallado seas, viejo cargado de años. Y el anciano contestó: Bien hallado seas, niño, hijo único del gran rey, y primogénito del Padre. Y Jesús indicó: Siéntate aquí, reposa un poco, y luego proseguiremos nuestra ruta. El viejo asintió, diciendo: Hijo mío, cumpliré tu orden. Y, cuando se hubieron sentado, Jesús se puso a interrogarlo en estos términos: ¿Cuál es tu nombre, anciano? ¿De qué raza eres? ¿De qué país has venido a éste?

3. Y el viejo contestó: Mi nombre es Baltasar, soy de raza hebraica, y vengo del país de la India. Jesús le preguntó: ¿Qué buscas aquí? Y el viejo expuso: Mi padre era un príncipe noble e iniciado en el arte de la medicina, cuya práctica me enseñó. Pero ahora estoy impotente, y mi intención es ir a Jerusalén, para mendigar, y ganar así mi vida. Jesús le hizo observar: Siendo hijo de médico, ¿cómo no puedes curarte a ti mismo? El viejo repuso: Mientras fui joven, fuerte y robusto, practiqué la medicina. Pero cuando la falta de salud me puso a prueba, perdí todo vigor, y hoy no soy ya capaz de nada. Jesús dijo: ¿Fue durante tu infancia o en tu ancianidad cuando la dolencia se apoderé de ti? Y el viejo repuso: Treinta años tenía, cuando este mal me atacó, y todo mi cuerpo fue presa de un temblor general.

4. Al oír esto, Jesús se sorprendió, y le dijo: ¿Qué especie de tratamiento te aplicas? El viejo contestó: A tal enfermedad, tal remedio. Mas Jesús le preguntó: ¿Sabes resucitar a los muertos, hacer andar a los cojos, purificar a los leprosos, expulsar a los demonios, curar todas las enfermedades, no con remedios, sino por una simple palabra? Al oír esto, el viejo se sorprendió, y dijo, riendo: Me admiras mucho, porque todo eso es una operación prodigiosa e imposible para el hombre. Jesús replicó: ¿Y por qué te admiras? Y el viejo dijo: Porque, siendo todavía un niño, ¿cómo puedes saber todo eso? Jesús contestó: Nadie me lo enseñó, sino que lo sé por mí mismo. Y el viejo concedió: Si es como lo afirmas, de Dios y no de los hombres has recibido ese don. Jesús respondió: Tú lo has dicho. Entonces el viejo murmuré: Paréceme que entiendes el arte de la medicina. Y Jesús declaró, diciendo: Mi Padre posee el poder de hacer todo eso.

5. Y el viejo le dijo: No ha habido nunca discípulo sin instrucción de su maestro, ni hijo sin enseñanza de su padre. Te ruego que uses de caridad conmigo, y el Señor te concederá una vida que largos años dure. Jesús dijo: Bien hablas, mas yo no puedo hacer esto gratuitamente. Dame, pues, una retribución proporcionada a mi trabajo. El viejo indicó: ¿Y qué retribución es la que pides? Jesús dijo: Poca cosa: oro, plata, todo lo que por escrito acordemos bajo contrato. A estas palabras, el viejo rompió a reír. Luego, reflexionando, pensó: ¿Qué hacer? Porque este muchacho se burla pérfidamente de mí. Y, en voz alta, se quejó, diciendo: Niño, ¿por qué te mofas de un viejo como yo? Se da limosna a los pobres, sobre todo a los ancianos, y no se los pone en irrisión. Y Jesús lo hizo observar: Empezaste elogiándome grandemente, y ahora me censuras. El viejo contestó: Es que me has irritado gravemente. Y dijo Jesús: No te encolerices porque, no siendo más que un muchacho, haya querido entablar conversación contigo. Entonces el viejo respondió a Jesús, y dijo: ¿Por qué no me pides una cosa razonable, a fin de sacar provecho de mí? Pues ¿de dónde vendría esa fortuna que me reclamas?

6. Y Jesús replicó: ¿No me has asegurado antes que eras de gran familia, hijo de príncipe y descendiente de una casa real? El viejo otorgó: Y nada falso te aseguré, puesto que poseía una enorme fortuna. Pero, cuando me hirió la enfermedad, todo lo perdí. Y Jesús le preguntó: ¿Qué preferirías: recuperar tus opulentos tesoros, o hallarte en cabal salud? El viejo respondió: Valdríame más ser hijo de un mendigo, pero no estar enfermo. Y Jesús dijo: Si tal es tu deseo, abóname el precio de mi labor. Dijo el viejo: No me atormentes con tan largos discursos. ¿Por qué te obstinas en hostigarme con esas trampas y con esos engaños? Jesús repuso: ¿En qué hablé demasiado? ¿Y qué consejo he recibido de ti? El viejo exclamó: Por amor de Dios, no me exasperes, porque estoy gravemente enfermo. No me enojes. Ten un poco de paciencia. Nada más he de contarte. Pero, por poseer facultades bastantes para socorrerte, me compadezco de ti. El viejo exigió: Enuncia tus prescripciones. Y, respondiendo, Jesús le dijo: Dame una pequeña recompensa por mi trabajo, y te curaré. Y el viejo replicó: Dios te dará abundante recompensa por tu trabajo. Cuanto a mí, tanto me importa morir como seguir con vida. Y Jesús le indicó: Tu curación no es tan difícil como crees. El viejo dijo: Nada poseo más que un pedazo de pan y dos óbolos. Jesús comenté, festivo: ¡He aquí el descendiente de gentes ricas en extremo! Entonces el viejo montó en cólera, y exclamó, llorando: Verdaderamente, ¿he de sufrir todavía a este niño, que ya me ha incomodado en grado sumo? Y Jesús dijo: ¡Viejo, no te enojes! Ten un poco de paciencia, para que tu alma viva.

7. El viejo rezongó: Demasiada paciencia usé contigo, sin encontrar en ti asomos de piedad. Y, como el viejo hubiese dicho esto, siempre entre lágrimas, Jesús le preguntó: ¿Adónde vas? Respondió el viejo: A la ciudad de Jerusalén, para mendigar mi pan. Y, si vienes en pos mío, te daré la mitad de los recursos con que Dios sea servido de gratificarme. Jesús interrogó: ¿A qué Dios sirves? Y el viejo contestó: Al Dios de mis padres. Advirtió Jesús: Ahí está justamente la causa de tu aflicción. Si quieres ser perfecto, abandona la religión de tus padres, a fin de ser salvo en alma y en cuerpo. El viejo dijo: ¿Y cómo podría dar fe a tus palabras? Replicó Jesús: Varias veces me has puesto a prueba, y nada has conseguido. Y, al oír esto, el viejo reflexionó, diciéndose: Mucho temo que este niño no esté jugando insidiosamente conmigo. Mas Jesús le ordenó: Viejo, responde a la cuestión que te he planteado.

8. Y el viejo dijo: Estoy en duda, y no sé qué hacer, ni qué responder a esa cuestión. Me parece que Dios te ha enviado a mí, y que eres el Señor, el que sondea el pensamiento de los hombres. Dame, pues, a conocer lo que me es necesario. Jesús exclamó, solemne: ¿Crees que existe un Dios creador de todas las cosas y su Hijo único y el Espíritu Santo, trinidad y única divinidad? El viejo repuso: Sí, lo creo. Y Jesús extendió la mano sobre el viejo, y dijo: Libre quedas de tu azote, y curado de tu mal. Y, en el mismo instante, la curación fue un hecho. Y el viejo, cayendo a los pies de Jesús, le confesó sus pecados. Y Jesús le dijo: Perdonados te son. Ve en paz, y el Señor sea contigo. El viejo exclamó: Te ruego que me digas cómo te llamas! Y Jesús repuso: ¿Para qué necesitas saber mi nombre? Ve en paz.

9. Y el viejo, inclinándose, se prosternó de nuevo ante Jesús, y se marchó apaciblemente en dirección a Jerusalén. Y, cuando los habitantes de esta ciudad vieron al viejo inmune, le preguntaron: ¿Quién te curó? Y el viejo dijo: Me curó, por una simple palabra, un hijo de médico, que encontré en mi camino. Ellos dijeron: ¿Quién es ese médico? El viejo confesó: No lo sé. Y ellos fueron en su busca, y no lo encontraron, porque Jesús había huido de aquel lugar, y vuelto a Nazareth. Y el viejo publicó por doquiera el milagro que en él se había cumplido.

Sobre el juicio que Jesús pronunció entre dos soldados

XXVIII 1. Y sucedió, a los quince días, que Jesús pensó en mostrarse un poco a los hombres. Y, como fuese por un camino, encontró a dos soldados que, durante su marcha, disputaban con gran violencia, y que querían tomar uno de otro sanguinolenta venganza. Y, cuando Jesús los divisé desde lejos, se dirigió hacia ellos y les preguntó: ¿Por qué, soldados, estáis tan llenos de furia, y en plan de mataros el uno al otro? Pero ellos tenían el corazón tan henchido de cólera y de rabia, que no le respondieron. Y, como llegasen a cierto paraje, ante un pozo, se sentaron cerca del agua, y se amenazaban entre sí, con injurias. Y Jesús, que se había sentado también junto a ambos, prestaba oído a la verbal contienda. Y uno de los dos, el que era más joven, reflexioné, y se dijo: Él es mayor, yo menor, y conviene que me someta. ¡Desventurado de mí! Pero ¿por qué ponerle furioso, contrariándole? Me rendiré mal de mi grado, al suyo.

2. Y, como después el soldado mirase a su alrededor, vio a Jesús sentado tranquilamente, y le preguntó: ¿De dónde vienes, niño? ¿Adónde vas? ¿Cuál es tu nombre? Y Jesús respondió: Si te lo digo, no me comprenderías. El soldado interrogó: ¿Viven tu padre y tu madre? Y Jesús respondió: Mi Padre vive, y es inmortal. El soldado replicó: ¿Cómo inmortal? Jesús repuso: Es inmortal desde el principio. Vive, y la muerte no tiene imperio sobre él. El soldado insistió: ¿Quién es el que vive siempre, y sobre quien la muerte no tiene imperio, puesto que afirmas que a tu padre le está asegurada la inmortalidad? Dijo Jesús: No podrías conocerlo, ni aun alcanzar de él la menor idea. Entonces el soldado le preguntó, diciendo: ¿Quién puede verlo? Y, respondiendo él, dijo: Nadie. E interrogó el soldado: ¿Dónde está tu padre? Y él contestó: En el cielo, por encima de tierra. El soldado inquirió: Y tú ¿cómo puedes ir a su lado? Jesús repuso: Yo he estado siempre con él, y hoy todavía con él estoy. El soldado indicó, confuso: No comprendo lo que dices. Y Jesús aprobó: Ello es, en efecto, incomprensible e inexpresable. El soldado añadió: ¿Quién, pues, puede comprenderlo? Jesús dijo: Si me lo pides, te lo explicaré. Y el soldado encareció: Te ruego que así lo hagas.

3. Y Jesús expuso: Estoy sin padre en la tierra, y sin madre en el cielo. El soldado objetó: ¿Cómo has nacido, y cómo te has alimentado? Jesús dijo: Mi primera generación procede del Padre antes de los siglos, y mi segunda generación tuvo lugar sobre este suelo. Mas el soldado prosiguió objetando: ¿Cómo? ¿Se vio nunca que quien nació de su padre, renazca de su madre? Jesús advirtió: No lo entiendes como es debido. Y el soldado replicó: ¿Cuántos padres y cuántas madres tienes? Contrarreplicó Jesús: ¿No te lo dije ya? Yo tengo un Padre único, y, con él, allá arriba, nací sin madre. Yo tengo una madre única, y, con ella, aquí abajo, nací sin padre. El soldado opuso: Primero dices que has nacido de tu padre, sin haber tenido madre, y después dices que has nacido de tu madre, sin haber tenido padre. Jesús concedió: Así es. El soldado exclamó: ¡Prodigiosa manera de nacer y de existir! ¿De quién eres hijo, pues? Jesús afirmó: Soy hijo único del Padre, vástago carnal surgido de mi madre, y heredero de todas las cosas. Y el soldado argumentó todavía: Tu padre, ¿no ha conocido a tu madre? ¿Cómo entonces tu madre te ha concebido en su vientre, y te ha traído al mundo? Dijo Jesús: Por efecto de una simple palabra de mi Padre, sin sospecha de una aproximación a él por parte suya, y sin la idea siquiera de esta aproximación. Rearguyó el soldado: ¿Cómo puedes conciliar las voluntades de tu padre y de tu madre, y complacer los deseos del uno y de la otra? Respondió Jesús: Estoy con mi Padre en el cielo, y permanezco con él por toda la eternidad, y habito con mi madre en la tierra.

4. El soldado exclamó: ¡Sorprendente es lo que dices! Y Jesús repuso: ¿Y por qué me planteas la cuestión sobre la que me interrogas, y que no puedes comprender? Mas el soldado dijo: Si te he interrogado, ha sido con objeto de inducirte a que te pongas a nuestro servicio. Además, he reconocido que eres vástago de una ilustre familia real. Dios te glorifique en todo lugar y en todo tiempo, y te haga obtener la herencia de tu padre.

5. Y Jesús le contestó, diciendo: Bendito seas de Dios. Pero informadme sobre el motivo de vuestra querella. Y el soldado dijo: Yo te explicaré todo el asunto, y tú pronunciarés entre nosotros una justa sentencia. Jesús dijo: Sí. Contadme el caso. Y el soldado expuso: Somos del país de los magos y de una casa real. Hemos seguido a los reyes que llegaron a Bethlehem con numerosas tropas y con ricos presentes en honor del recién nacido rey de los israelitas. Cuando los reyes volvieron a Persia, nosotros fuimos a la ciudad de Jerusalén, y, por amor de Dios, nos convertimos en compañeros y como en hermanos el uno del otro. E hicimos un pacto de alianza, comprometiéndonos por juramento a no separarnos hasta morir, y repartirnos, en amistad perfecta y con equidad mutua, todos los provechos que Dios nos enviase.

6. Y, como nos alistásemos en la guardia del palacio de un gran jefe del reino, mi poderoso príncipe me envió con un mensaje a un país lejano, donde permanecí largo tiempo. Se me recibió allí con benevolencia y con honra, como la etiqueta de las cortes reales prescribe hacer, concediendo a los portadores de mensajes las deferencias que les son debidas. Por la gracia de Dios, volví satisfecho y, de todo lo que gané, nada oculté a mi amigo y estoy pronto a repartirlo con él. Mi camarada partió también con una tropa de caballeros y regresó a su casa, después de haber obtenido un rico botín. Yo le pido que reparta conmigo el haber que ha traído de su expedición y él se niega a ello y, en cambio, me reclama ásperamente la deuda que de mí le corresponde. Y, ahora, ¿qué me ordenas que haga?

7. Y Jesús dijo: Si queréis escucharme, y obrar con rectitud, no os engañáis mutuamente, y no olvidáis vuestros compromisos, antes bien, haced lo que habéis prometido cumplir con toda solemnidad. Repartid vuestras ganancias equitativamente, conforme al uso de la regla humana y a lo que habéis jurado sobre la ley divina. No mintáis en presencia de Dios y no os frustréis el uno al otro injustamente, si queréis vivir en amistad recíproca.

8. Empero el otro compañero, el que tenía más edad, manifestó: Niño, el juzgar en verdadero derecho, no te concierne en modo alguno. Yo estuve en el campo de muerte, corrí mil peligros y a duras penas pude tornar a mi hogar. Él, rodeado de un aparato principesco, visitó los palacios de los reyes y volvió con presentes numerosos. Es, pues, justo que me dé una parte de lo suyo y que yo no le dé nada de lo mío.

9. Mas Jesús replicó: No sabes lo que dices, soldado. Si, a la ida o a la vuelta, hubiera él sufrido de los enemigos todo género de vejaciones, ¿qué parte le hubieras dado tú? Y añadió: Si quieres repartir lo tuyo con él en plan de amistad, descubre claramente tu pensamiento. Y, pronunciadas estas palabras, Jesús se calló.

10. Entonces, el soldado de menos edad se incorporó, se puso de hinojos ante su colega, y le dijo: Perdona, hermano, que te haya contrariado gravemente, y haz ahora lo que gustes. Yo repartiré, pero no viviré más contigo en relación de comunidad. Tú has adquirido importancia, y te has convertido en el asesor de los reyes. Yo soy pobre, me veo sin recursos, y tomará lo que buenamente quieras darme. Entonces Jesús, mirándolo, lo amó, y se llenó de piedad, al ver su mansedumbre. Porque el mayor era violento, por ser hijo de pobre, y el menor era humilde, por ser vástago de casa grande.

11. Y Jesús dijo al último: Según lo que me referiste al principio, fuisteis a Bethlehem, en la comitiva de los magos. ¿Visteis con vuestros propios ojos a aquel rey recién nacido, que había venido al mundo? El soldado más joven repuso: Sí, lo vi, y lo adoré. Jesús preguntó: ¿Y qué pensaste de él? ¿Qué fe tienes en él? El soldado respondió: Es el Verbo encarnado, enviado por Dios. Y, conducidos por una estrella, fuimos a visitarlo, y lo encontramos nacido de lá Virgen y acostado en la caverna. Jesús apuntó: He oído decir que vive todavía. El soldado confesó: No lo sé. Pero he oído decir que lo mataron por orden de Herodes, después de haber sido éste engañado por los magos. Algunos afirman que, por causa suya, Herodes hizo perecer a los niños de Bethlehem. Otros pretenden que su padre y su madre huyeron con él a Egipto. Jesús comentó: Estás en lo cierto, pero repito que he oído decir que vive todavía. Ahora que no falta quien asegure que no era lo que se creía, sino un impostor y un seductor. El soldado rectificó: No propagues sobre él difamaciones que no podrías probar, porque todos los que lo han

visto, aseguran que es el rey de Israel. Mas Jesús opuso: ¿Por qué entonces el pueblo de Israel no ha creído en él?

12. Y los soldados dijeron: Lo ignoramos. Y Jesús interrogó: ¿Cómo os llamáis? Y un soldado contesté: Mi nombre es Khortar. Y el otro: Mi nombre es Gotar. Jesús añadió: ¿A qué dios servís? Los soldados repusieron: Cuando vinimos a este país, estábamos seducidos por los falsos dioses del nuestro, y practicábamos el culto del sol. Y Jesús expuso: Volviendo a vuestro pleito, ¿cómo pensáis resolverlo? Y los soldados replicaron: Haz lo que te sugiera tu buen juicio, pues nos has aparecido hoy como un juez entre ambos. En efecto: desde que nos has visto, cesó nuestra indignación precedente, y la gracia de Dios descendió sobre nosotros. Y, mientras con nosotros has departido, nuestros corazones se han llenado de un vivo júbilo.

13. Y Jesús hizo entre los dos un reparto equitativo, y los soldados se conformaron con su decisión. Y él los bendijo, y ellos prosiguieron su camino en paz.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS HEBREOS

(Citas en la literatura cristiana primitiva)

San Irineo (+ h.202)

1. [Los ebionitas] utilizan únicamente el evangelio que es según San Mateo y rechazan al apóstol Pablo, llamándole apóstata de la Ley. (Adv. haeres. I 26,2)

2. Pues los ebionitas, sirvíendose solamente del evangelio que es según San Mateo, se dejan persuadir por él y no piensan rectamente del Señor. (Adv. haeres. III 11,7)

Clemente Alejandrino (+ ant.215)

3. Y como también está escrito en el evangelio según los Hebreos: El que se admiró, reinará; y el que reinó, descansará. (Strom. II 9)

4. Pues aquello puede equivaler a ésto: El que pide, no cejará hasta que encuentre. Y en encontrando, se llenará de estupor; y en llenándose de estupor, reinará; y en reinando, descansará. (Strom. V 14)

Orígenes (+ 253-254)

5. Y si alguien acepta el Evangelio de los Hebreos, donde el Salvador en persona dice: Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y me llevó al monte sublime del Tabor, se quedará perplejo al considerar cómo puede ser madre de Cristo el Espíritu Santo, engendrado por el Verbo. Pero tampoco esto le es a éste difícil de explicar. (In Io. 2,6)

6. Si alguien admite el: Ha poco me tomó mi madre, el Espíritu Santo, y me llevó al monte sublime del Tabor y lo que sigue, puede, viendo en Él a su madre, decir... (Hom. in Ier. 15,4)

Eusebio de Cesarea (+ 339)

7. Ya algunos han querido incluir entre estos escritos [cuya canonicidad se discute] el Evanelio según los Hebreos, que es el mayor encanto de los judíos que han recibido a Cristo. (Hist. Eccl. III 25)

8. Éstos [los ebionitas] pensaban que debían ser rechazadas todas las cartas del Apóstol, llamándole a éste apóstata de la Ley; y utilizando solamente el llamado Evangelio según los Hebreos, hacían poco caso de todos los demás. (Hist. Eccl. III 27)

9. Narra también [Papías] otra historia contenida en el Evangelio según los Hebreos, referente a una mujer acusada ante el Señor de muchos pecados. (Hist. Eccl. III 39)

10. [Hegesipo] habla algo del Evangelio según los Hebreos y del siríaco, y particularmente del dialecto hebreo, dando a entender que él había llegado a la fe gracias a los hebreos. Recuerda asimismo otras cosas como si provinieran de la tradición judaica no escrita. (Hist. Eccl. IV 22)

11. Puesto que el evangelio que ha llegado hasta nosotros en caracteres hebreos no lanzaba la amenaza contra el que escondió (el talento), sino contra el que vivió disolutamente —pues distinguía tres siervos: uno que había consumido la hacienda de su señor con meretrices y flautistas; otro que había hecho rendir mucho su trabajo, y otro, finalmente,que había ocultado el talento. Y dijo que el primero fuera recibido; que el segundo, tan sólo amonestado, y que al tercero le metieran en la cárcel—, se me ocurre preguntar si por ventura en el Evangelio de San Mateo la amenaza que viene después de la reprimenda contra el indolente va dirigida, no ya contra éste, sino (por epanálepsis) contra el anterior, que había comido y bebido con los borrachos. (Theophania IV 22)

12. Él dio a conocer [ya] la causa de la escisión de las almas, cual ha de sobrevenir a los edificios, como hemos podido comprobarlo en un lugar del evangelio que está divulgado entre los judíos, en lengua hebrea, donde se dice: Yo he de escogerme los que me complazcan; [y éstos son] los que me da mi padre en el cielo. (Theoph. [siríaca] IV 12)

13. ... así es posible reconocer la fuerza de que se sirvió [y constatar] que no sólo predijo el futuro, sino que además vinculó los hechos a su palabra; sobre todo en lo que se refiere a aquello que está escrito: Yo me escojo los mejores, los que me da mi padre en el cielo. (Theoph., ibid.)

San Epifanio (+ 403)

14. Está en poder de [los nazarenos] el Evangelio según San Mateo, completísimo, y en hebreo. Pues entre ellos se conserva, sin duda, todavía éste tal como fue compuesto originariamente, en caracteres hebreos. Lo que no sé es si han suprimido las genealogías desde Abrahán hasta Cristo. (Haeres. l.I t.2 d.29,9)

San Jerónimo (+ 419 o 420)

15. Como podemos también leer en el Evangelio Hebreo, [donde] el Señor habla a los discípulos diciéndoles: Nunca estéis contentos sino cuando miréis a vuestro hermano con amor. (Comm. III in Eph. 5,4)

16. ... Pero quien leyere el Cantar de los Cantares y entendiere que el esposo del alma es el Verbo de Dios, y diere crédito al evangelio publicado [bajo el título] según los Hebreos, que recientemente hemos traducido —en el que, refiriéndose a la persona del Salvador, se dice: Hace poco me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos—, no tendrá reparo en decir que el Verbo de Dios procede del Espíritu, y que, por tanto, el alma, que es esposa del Verbo, tiene por suegra al Espíritu Santo, cuyo nombre entre los hebreos es de género femenino, RUAH. (Comm. II in Mich. 7,6)

17. También el evangelio llamado según los Hebreos, traducido recientemente por mí al griego y al latín, del que Orígenes se sirve con frecuencia, después de la resurrección refiere los siguiente: Mas el Señor, depués de haber dado la sábana al criado del sacerdote, se fue hacia Santiago y se le apareció. (Pues es de saber que éste había hecho voto de no comer pan desde aquella hora en que bebió el cáliz del Señor hasta tanto que le fuera dado verle resucitado de entre los muertos). Y poco después: Traed, dijo el Señor, la mesa y el pan. Y a continuación se añade: Tomó un poco de pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, diciéndole: hermano mío, come tu pan, porque el Hijo del hombre ha resucitado de entre los muertos. (De viris ill. 2)

18. Aun el texto mismo hebreo se conserva hasta hoy en la biblioteca de Cesarea, que el mártir Pánfilo formó con muchísimo empeño. También a mí, los nazarenos que viven en Berea (Alepo), ciudad de Siria, y que se sirven de este libro, me proporcionaron ocasión de copiarlo. En el cual es de notar que, siempre que el evangelista, ya por cuenta propia, ya poniéndolo en boca del Salvador, aduce testimonios del Antiguo Testamento, no sigue la interpretación de los 70, sino la antigua hebraica. Entre los cuales están aquellos dos: De Egipto llamé a mi Hijo y será llamado Nazareno. (De viris ill. 3)

19. Ignacio ... escribió ... a los de Esmirna y a Policarpo en particular. En esta carta se aduce un testimonio acerca de la persona de Cristo, sacado del evangelio recientemente traducido por mí, en estos términos: Yo a mi vez pude verle e su propia carne después de la resurrección, y estoy convencido de que vive. Y cuando se dirigió a Pedro y a los que con él estaban, les dijo: Palpad y ved que no soy un fantasma sin cuerpo. Y al momento le tocaron y creyeron. (De viris ill. 16)

20. En Belén de Judea: Es éste un error de los copistas, pues creemos que el evangelista dijo, como leemos en el texto hebreo, de Judá, y no de Judea. (Comm. I in Mt. 2,5)

21. En el evangelio llamado según los Hebreos se encuentra mahar, que quiere decir de mañana, en lugar de sobresustancial; de manera que el sentido resulta así: Danos hoy el pan de mañana, esto es, el del futuro. (Comm. I in Mt. 6,11)

22. En el evangelio hebreo según San Mateo se dice: Danos hoy el pan de mañana, esto es, danos hoy el pan que vas a darnos en tu reino. (Tract. in Ps. 135)

23. En el evangelio usado por nazarenos y ebionitas (que recientemente hemos traducido del hebreo al griego y que la mayoría llaman el auténtico de San Mateo), este hombre que tiene la mano seca, se dice ser un albañil, y se le describe pidiendo socorro con estas exclamaciones: Era albañil y me ganaba elsustento con mis manos; te ruego ¡oh Jesús!, que me devuelvas la salud para no verme obligado a mendigar vergonzosamente mi sustento. (Comm. I in Mt. 12,13)

24. En el evangelio que usan los nazarenos encontramos escrito, en lugar de hijo de Baraquías, hijo de Joyada. (Comm. IV in Mt. 23,35)

25. Éste (Barrabás), que había sido condenado por rebelión y homicidio, se interpreta hijo de su maestro en el evangelio llamado según los Hebreos. (Comm. IV in Mt. 27,16)

26. En (ese) evangelio, que repetidas veces hemos mencionado, leemos que el arquitrabe del templo, de tamaño extraordinario, se rompió y se partió. (Comm. IV in Mt. 27,51)

27. Y en el evangelio escrito con caracteres hebreos leemos, que no se rasgó el velo del templo, sinó que se vino abajo el arquitrabe del citado templo, cuya magnitud causaba admiración. (Ep. 120,8 ad Hedybiam)

28. Mas según el evangelio escrito en lengua hebrea, leído por los nazarenos, descenderá sobre él toda la fuente del Espíritu Santo. El Señor es espíritu; y donde el espíritu del Señor, allí está la libertad... Y a propósito, en el evangelio del que hace poco hicimos mención, encontramos escrito: Y sucedió que, cuando hubo subido el Señor del agua, descendió toda la fuente del Espíritu Santo, descansó sobre Él, y le dijo: Hijo mío, a través de todos los profetas te estaba esperando para que vinieras y pudiera descansar en ti. Pues tú eres mi descanso, mi Hijo primogénito, que reinas por siempre. (Comm. IV in Is. 11,2)

29. Pues como los apóstoles le tuvieran por un espíritu, o como dice el evangelio que entre los hebreos leen los nazarenos, por un fantasma sin cuerpo... (Comm. in Is. 18 praef.)

30. Y en el evangelio que acostumbraron a leer los los nazarenos, según los Hebreos, se cuenta entre los crímenes mayores el haber causado tristeza al alma de su hermano. (Comm. IV in Ez. 18,7)

31. En el Evangelio según los Hebreos, que fue escrito en lengua caldea y siríaca, mas con caracteres hebreos, del que se sirven hasta hoy los nazarenos, según los apóstoles, o, como prefiere la mayor parte, según San Mateo, conservado en la bibliotea de Cesárea, se cuenta esta historia: He aquí que la madre del Señor y sus hermanos le decían: Juan el bautista bautiza en remisión de los pecados; vayamos (también nosotros) y seamos bautizados por Él. Mas Él les dijo: ¿Qué pecados he cometido yo para que tenga que ir y ser bautizado? De no ser que esto que acabo de decir sea una ignorancia mía. (Contra Pelag. III 2)

32. Y en el mismo libro [Evangelio según los Hebreos]: Si pecare, dice, tu hermano de palabra y te diere satisfacción, recíbele siete veces al día. Díjole Simón, su discípulo: ¿Siete veces al día? Respondió el Señor y le dijo: Te digo que sí, y aun setenta veces siete. Puesto que aun en los mismos profetas, después de haber sido ungidos por el Espíritu Santo, se han encontrado faltas. (Contra Pelag. III 2)

Ps. Orígenes Latino

33. Está escrito en cierto evangelio, llamado según los Hebreos (si es que place admitirlo, no como autoridad, sino para esclarecimiento de la cuestión propuesta): Díjole el otro de los ricos: ¿Qué de bueno tengo que hacer para poder vivir? Díjole: Cumple la ley y los profetas. Respondióle: Ya lo vengo haciendo. Díjole: Ve, vende todo lo que es tuyo, distribúyeselo entre los pobres, y vente, sígueme. Mas el rico empezó a rascarse la cabeza, y no le agradó (el consejo). Díjole el Señor: ¿Cómo te atreves a decir: He observado la Ley y los Profetas? Puesto que está escrito en la Ley: Amarás a ru prójimo como a ti mismo. Y he aquí que muchos hermanos tuyos, hijos de Abrahán, están vestidos de basura y muriéndose de hambre, mientras que mi casa está llena de bienes abundantes, sin que salga nada de ella.

Y volviéndose, dijo a Simón, su discípulo, que estaba sentado a su lado: Simón, hijo de Juan, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el cielo. (Comm. in Mt. 15,14)

Ps. Cipriano

34. Y el inventor de este bautismo adulterino, o mejor, mortífero, si algún otro es, sobre todo ... aquel libro supositicio titulado Predicación de Pablo. En el cual podrás encontrar, contra el testimonio de todas las escrituras, a Cristo confesando su propio pecado (Él, que fue el único que no pecó lo más mínimo), e impelido, casi contra su voluntad, por María, su madre, a recibir el bautismo de Juan. Y que, mientras era bautizado, se vio fuego sobre el agua, cosa que no figura en evangelio alguno. Y que Pedro y Pablo, después de tanto tiempo, depués de consignar el evangelio en Jerusalén y de cambiar impresiones, y después de la discusión y disposición de lo que había de hacerse, por fin [vinieron a verse] en Roma, como si entonces precisamente se conocieran por vez primera. Y otras cosas parecidas, inventadas absurda y torpemente, encontrarás reunidas en aquel libro. (De rebaptism. c.17)

Teodoreto Cirense (+ h.460)

35. Los nazarenos admiten solamente el Evangelio de los Hebreos, y llaman apóstata al Apóstol. (Haeret. Fabul. Comp. II 1)

36. [Los nazarenos] han utilizado únicamente el Evangelio según San Mateo. (ibid.)

37. Los nazarenos son judíos que honran a Cristo como hombre justo y usan el evangelio llamado según San Pedro. (ibid.)

Felipe de Side (+ h.430)

38. [Los antuguos] rechazaban de plano el Evangelio según los Hebreos y el llamado de Pedro y el de Tomás, diciendo que eran escritos heréticos. (Extractos, cit. por Lagrange)

Stichometria (s.IV)

39. Cuarto Evangelio según los Hebreos: 2200 líneas. (añadida a la Chronographia de Nicéforo h.850)

Haymon de Auxerre (+ h.850)

40. Como se dice en el Evangelio de los Nazarenos, que, al oír esta voz del Señor: [Padre, perdónalos], muchos miles de judíos que estaban en torno a la cruz, creyeron. (Comm. II in Is., 53)

Versión copta de San Cirilo de Jerusalén

41. Está escrito en [el evangelio] según los Hebreos que, deseando Cristo venir a la tierra para efectuar la redención, el Buen Padre llamó a una fuerza celestial por nombre Miguel, recomendándole el Ciudado de Cristo en esta empresa. Y vino la fuerza al mundo, y se llamaba María, y (Cristo) estuvo siete meses en su seno. Después le dio a luz, y creció en estatura y escogió a los apóstoles ... fue crucificado y asumido por el Padre. —Cirilo le dice: ¿En qué lugar de los cuatro Evangelios se dice que la santa Virgen María, madre de Dios, es una fuerza? —El monje responde: En el Evangelio de los Hebreos. —¿Entonces, dice Cirilo, son cinco los Evangelios? ¿Cuál es el quinto? —El monje responde: Es el Evangelio que fue escrito para los Hebreos.

Cuando ellos le pusieron en cruz, el padre le asumió hacia sí en los cielos. (fragmento copto publicado por V. Burch)

(Añadiduras a códices cursivos griegos de San Mateo)

Glosas que reproducen el 

42. El Judaico no dice en la ciudad santa, sino en Jerusalén. (In Mt. 4,5: cod. 566 Tisch.)

43. Bariona]: El Judaico: hijo de Juan. (In Mt. 16,17: cod. 566;  30;  77)

44. El Judaico dice así después de setenta veces siete: Pues también en los profetas, después de haber sido ungidos con el espíritu Santo, se encuentra pecado. (cod 566;  77 175; In Mt. 18,22)

45. El Judaico: y negó y juró y echó maldiciones. (In Mt. 27,65: cod. 566;  30;  77 175 370 371)

46. La palabra  no aparece en ciertos ejemplares (códices), ni en el Judaico. (In Mt. 5,22: cod.  30)

47. El Judaico en este punto dice así: Si estáis en mi regazo y no hacéis la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, yo os arrojaré de mi seno. (In Mt. 7,5: cod.  30)

48. El Judaico: más [prudentes] que las serpientes. (In Mt. 10,16)

49. El Judaico dice: es saqueado. (In Mt. 11,12: cod.  30)

50. El Judaico: te doy gracias. (In Mt. 11,25: cod.  30)

51. El Judaico no dice: tres [días y tres noches]. (In Mt. 12,40: cod.  175)

52. El Judaico: el Korbán, en el que vosotros saldréis beneficiados por nosotros. (In Mt. 15,1: cod.  30)

53. Lo señalado con asterisco no está en los otros, sinó en el Judaico. (In Mt. 16,2s.: cod.  30)

54. El Judaico: Y les puso a su disposición gente armada que se pusiera al frente de la gruta y le hiciera guardia de día y de noche. (In Mt. 27,65: cod.  30)

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EL EVANGELIO DE SAN PEDRO

(Fragmento griego de Akhmin)

Endurecimiento de los judíos contra Jesús, después de haber protestado Pilatos de su inocencia ante ellos

I 1.Mas ninguno de los judíos se lavó las manos, ni Herodes, ni ninguno de los jueces de Jesús.

2. Y, como no querían lavárselas, Pilatos se levantó del tribunal.

3. Y entonces el rey Herodes ordenó a los judíos que aprehendieran al Señor, diciéndoles: Haced todo lo que os he mandado que hagáis.

Herodes entrega a Jesús al pueblo

II 1.Empero José, el amigo de Pilatos y del Señor, permaneció allí. Y, sabiendo que se le iba a crucificar, fue a Pilatos, y le pidió el cuerpo del Señor, para sepultarlo.

2. Y Pilatos envió a pedir a Herodes el cuerpo del Señor.

3. Mas Herodes dijo: Hermano Pilatos, aun cuando nadie lo pidiese, nosotros lo sepultaríamos, sin esperar a que despuntase el día del sábado, porque escrito está en la ley que no se ocultará el sol sobre un hombre puesto en suplicio mortal.

4. Y lo entregó al pueblo, la víspera de los Ázimos, su fiesta.

Pasión de Jesús

III 1. Y ellos, habiendo agarrado al Señor, lo empujaban a toda prisa, y decían: Arrastremos al Hijo de Dios, ahora que somos dueños de él.

2. Y lo revistieron con un manto de púrpura, y lo hicieron sentarse en el Tribunal, diciendo: Juzga equitativamente, rey de Israel.

3. Y uno de ellos, habiendo traído una corona de espinas, la colocó sobre la cabeza del Señor.

4. Y otros, puestos delante de él, le escupían en el rostro, y otros le pegaban en las mejillas, y otros lo golpeaban con una caña, y algunos lo azotaban con un látigo, diciendo: Tributemos estos honores al Hijo de Dios.

Crucifixión de Jesús

IV 1.Y tomaron dos malhechores, y crucificaron al Señor entre ellos. Mas él se callaba, como aquel que no siente sufrimiento alguno.

2. Y, cuando hubieron levantado la cruz, inscribieron en ella: Éste es el rey de Israel.

3. Y, habiendo depositado ante él sus vestidos, echaron suertes sobre ellos, y se los repartieron.

4. Empero uno de los malhechores les dirigió reproches, diciendo: Nosotros, por el mal que hemos hecho, sufrimos así. Mas éste, que se ha convertido en el Salvador de los hombres, ¿qué mal os ha hecho?

5. Y, habiéndose irritado contra él, ordenaron que se le rompiesen las piernas, a fin de que muriese entre tormentos espantosos.

Últimos momentos de Jesús

V 1.Y era mediodía, y las tinieblas se apoderaron de toda la Judea, y ellos estaban turbados, y se preguntaban con inquietud si el sol se habría ocultado ya, considerando que él vivía aún, y que está escrito para ellos que el sol no debe ocultarse sobre un hombre puesto en suplicio mortal.

2. Y uno de ellos dijo: Dadle a beber hiel con vinagre. Y, habiendo hecho la mezcla, se la dieron a beber.

3. Y consumaron todas las cosas, y acumularon sobre sus cabezas sus pecados.

4. Muchos circulaban con lámparas encendidas, pensando que era ya de noche, y se ponían a la mesa.

5. Y el Señor clamó, diciendo: Mi potencia, mi potencia, me has abandonado. Y pronunciadas estas palabras perdió la vida.

6. Y, en aquella misma hora, el velo del templo de Jerusalén se rompió en dos.

Sepultura de Jesús

VI 1.Entonces los judíos arrancaron los clavos de las manos del Señor y lo pusieron en tierra. Y la tierra entera tembló y un gran temor se esparció entre el pueblo.

2. Mas el sol volvió a brillar, y se encontró que era la hora de nona.

3. Los judíos se regocijaron de ello, y dieron a José el cuerpo del Señor, para que lo sepultase. Porque José había sido testigo de todo el bien que el Señor había hecho.

4. Habiendo, pues, tomado al Señor, lo lavó, y lo envolvió en un lienzo, y lo transportó a su propia tumba, llamada el huerto de José.

5. Y los judíos y los ancianos y los sacerdotes comprendieron el mal que se habían hecho a sí mismos, y comenzaron a lamentarse y a exclamar: ¡Malhayan nuestros pecados! El juicio y el fin de Jerusalén se aproximan.

Duelo de los discípulos

VII 1.Cuanto a mí, me afligía con mis compañeros y, con el espíritu herido, nos ocultábamos, porque sabíamos que los judíos nos buscaban, como malhechores y como acusados de querer incendiar el templo.

2. A causa de todo esto, ayunábamos, y permanecimos en triste duelo, y llorando, noche y día, hasta el sábado.

Pánico de los judíos

VIII 1.Pero los ancianos y los escribas y los fariseos se habían reunido en concilio, y, al saber que todo el pueblo murmuraba, y se golpeaba el pecho, diciendo: Si a su muerte se han producido tamaños signos, ello demuestra que era justo, cobraron gran pavor.

2. Y fueron a Pilatos, rogándole, y diciendo:

3. Procúranos soldados, a fin de que guardemos su tumba durante tres días. Así evitaremos que sus discípulos vayan a robar su cuerpo y que el pueblo, creyendo que ha resucitado de entre los muertos, nos cause algún mal.

El sepulcro de Jesús guardado y sellado

IX 1. Pilatos, pues, les dio al centurión Petronio con soldados, para guardar el sepulcro. Y a éste fueron con ellos los ancianos y los escribas y los fariseos.

2. Y habiendo arrastrado hasta aquel lugar una enorme piedra, en un esfuerzo común y con ayuda del centurión y de los soldados, todos los que estaban allí la colocaron a la puerta del sepulcro, de modo que obstruyese su entrada.

3. Y fijaron, para asegurarla, siete sellos y, plantando una tienda, montaron la guardia.

4. Y por la mañana, cuando el sábado comenzaba a despuntar, llegó una gran multitud de gentes de Jerusalén y de sus cercanías, para ver el sepulcro sellado.

Prodigios que en el sepulcro ocurrieron

X 1.Empero, en la noche tras la cual se abría el domingo, mientras los soldados en facción montaban dos a dos la guardia, una gran voz se hizo oír en las alturas.

2. Y vieron los cielos abiertos, y que dos hombres resplandecientes de luz se aproximaban al sepulcro.

3. Y la enorme piedra que se había colocado a su puerta se movió por sí misma, poniéndose a un lado, y el sepulcro se abrió. Y los dos hombres penetraron en él.

4. Y, no bien hubieron visto esto, los soldados despertaron al centurión y a los ancianos, porque ellos también hacían la guardia.

5. Y, apenas los soldados refirieron lo que habían presenciado, de nuevo vieron salir de la tumba a tres hombres, y a dos de ellos sostener a uno, y a una cruz seguirlos.

6. Y la cabeza de los sostenedores llegaba hasta el cielo, mas la cabeza de aquel que conducían pasaba más allá de todos los cielos.

7. Y oyeron una voz, que preguntaba en las alturas: ¿Has predicado a los que están dormidos?

8. Y se escuchó venir de la cruz esta respuesta: Sí.

9. Los circunstantes, pues, se preguntaban unos a otros si no sería necesario marchar de allí, y relatar a Pilatos aquellas cosas.

10. Y, en tanto que deliberaban todavía, otra vez aparecieron los cielos abiertos, y un hombre que de ellos descendió y que entró en el sepulcro.

Temor de los que hicieran la guardia en el sepulcro

XI 1.Visto lo cual, el centurión y sus compañeros de guardia se apresuraron a ir a visitar a Pilatos por la noche, abandonando el sepulcro que vigilaran. Y contaron todo lo que habían presenciado, vivamente inquietos y diciendo: Verdaderamente era Hijo de Dios.

2. Mas Pilatos, respondiendo, dijo: Yo estoy puro de la sangre del Hijo de Dios, y sois vosotros los que lo habéis decidido así.

3. Entonces todos le rogaron, sumisos, que ordenase al centurión y a los soldados no decir nada de lo que habían visto.

4. Porque (arguyeron), siendo culpable del mayor pecado ante Dios, nos importa no caer en manos del pueblo judío, y no ser lapidados.

5. Y Pilatos ordenó al centurión y a los soldados que nada dijesen.

Visita de varias mujeres al sepulcro

XII 1.Al rayar el alba, María Magdalena, discípula del Señor, tomando consigo a varias de sus amigas, fue con ellas al sepulcro en que aquél había sido depositado.

2. Y eligió esa hora, por temor a los judíos, los cuales estaban inflamados de cólera, y ella no había hecho, sobre el sepulcro del Señor, lo que las mujeres acostumbran a hacer con los muertos y con los seres queridos.

3. Y las visitantes temían que los judíos las viesen, y decían: Aunque el día en que se lo crucificó no hayamos podido llorar y lamentarnos, hagámoslo ahora, al menos sobre su sepulcro. ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro, a fin de que entremos, nos sentemos junto a él, y lo unjamos?

4. Porque la piedra es enorme, y tememos que alguien nos vea. Y, si no podemos revolverla, al menos depositaremos a la entrada lo que traemos en memoria suya. Y lloraremos, y nos lamentaremos, hasta que volvamos a nuestras casas.

Las mujeres encuentran el sepulcro abierto y un ángel les anuncia la resurrección de Jesús

XIII 1.Y, habiendo llegado al sepulcro, lo encontraron abierto. Y aproximándose, y bajándose a mirar, vieron, sentado en medio del sepulcro, un mancebo hermoso y vestido con una ropa muy brillante, que les dijo:

2. ¿Por qué habéis venido? ¿A quién buscáis? ¿Al crucificado? Resucitó, y se fue. Y, si no lo creéis, mirad, y ved que no está ya en el lugar en que se lo puso. Porque se ha levantado de entre los muertos, y se ha ido a la mansión de donde se lo había enviado.

3. Entonces las mujeres, espantadas, huyeron.

Los discípulos continúan afligidos

XIV 1.Y era el último día de los Ázimos, y muchos salían de la ciudad, y regresaban a sus hogares, por haber terminado la fiesta.

2. Nosotros, los doce discípulos del Señor, llorábamos y nos afligíamos. Y cada cual, apesadumbrado por lo que sucediera, se retiró a su casa.

3. Cuanto a mí, Simón Pedro, y a Andrés, mi hermano, tomamos nuestras redes y nos fuimos al mar. Y estaba con nosotros Levi, hijo de Alfeo, cuando el Señor...

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

(Citas en la literatura cristiana primitiva)

Serapión (Ob. de Antioquía 190-211)

1. Nosotros, en efecto, hermanos, recibimos tanto a Pedro como a los demás apóstoles cual si se tratara de Cristo mismo, pero rechazamos con conocimiento de causa las obras falsificadas con sus nombres, sabiendo que semejantes escritos no los hemos recibido por tradición. Yo, cuando me encontraba en medio de vosotros, suponía que todos estabais adheridos a la verdadera fe, y por no hojear el evangelio atribuido a Pedro, que ellos mismos me presentaban, dije que, si era aquello lo único que les acongojaba, podían leerlo. Mas ahora, al enterarme de que su verdadero sentir estaba enmarañado en cierta herejía, a juzgar por lo que se me ha dicho, me apresuré a personarme de nuevo entre vosotros. Así, pues, hermanos, esperadme en breve. Por nuestra parte, hermanos, después de darnos perfecta cuenta de la herejía a que estaba adherido Marciano, quien llegaba a contradecirse a sí mismo, no entendiendo lo que decía (cosa que podréis saber por mi carta), nos ha sido, pues, posible por medio de los que manejaron este mismo evangelio; es decir, por los sucesores de los que le entronizaron (a los que llamaremos docetas, pues la mayor parte de sus doctrinas están impregnadas en las enseñanzas de estos herejes), hemos podido, digo, por medio de éstos manejar el libro en cuestión, hojearlo y comprobar que la mayor parte del contenido está conforme con la recta doctrina del Salvador, si bien se encuentran algunas recomendaciones nuevas que hemos sometido a vuestra consideración. Y esto es lo que escribía Serapión. (citado por Eusebio, Hist. Eccl. VI 12,2-6)

Orígenes (+ 253-254)

2. Algunos, haciendo caso a la tradición contenida en el evangelio titulado según Pedro o en el libro de Santiago, dicen que los hermanos de Jesús son hijos de José, habidos de una primera mujer que convivió con éste antes que María. (Comm. in Mt. 10,17)

Eusebio de Cesarea (+ 339)

3. Y por lo que se refiere a los llamados Hechos suyos [de Pedro], al Evangelio que lleva su nombre y a lo que llaman su Predicación y su Apocalipsis, sabemos que no han sido en manera alguna incluidos por la tradición entre los católicos [libros canónicos], pues ningún escritor eclesiástico antiguo o contemporáneo se sirvió de testimonios procedentes de tales obras. (Hist. Eccl. III 3,2)

4. Por otra parte, el estilo desdice de las maneras apostólicas; además, las sentencias y principios del contenido, en total desacuerdo con la verdadera ortodoxia, demuestran claramente que se trata, en efecto, de teorías inventadas por herejes. Por que tales obras no deben ser catalogadas siquiera entre las apócrifas, sino rechazadas por absurdas e irreverentes. (Hist. Eccl. III 25,6-7)

Teodoreto Cirense (+ h.460)

5. Los nazarenos son judíos que veneran a Cristo como hombre justo y que se sirven del evangelio llamado según Pedro. (Haeret. fabularum. comp. II 2)

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EL EVANGELIO DE BERNABÉ

(Fragmento italiano)

1. En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo.

2. Porque no morirá hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar.

3. Dios permitió que el discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a Jesús, que lo tomasen por él, y que, como a tal, lo entregasen a Pilatos.

4. Aquella semejanza era tamaña, que la misma Virgen María y los mismos apóstoles fueron engañados por ella.

5. Y, el día en que se publicó el decreto del Gran Sacerdote, la Virgen María volvió a Jerusalén con Jacobo, con Juan y conmigo.

6. Y, temerosa de Dios, y aun sabiendo que el decreto del Gran Sacerdote era injusto, ordenó a los que residían con ella que olvidasen a su Hijo, profeta tan santo, y muerto, sin embargo, con tanta ignominia.

7. Mas Dios, que conoce lo que pasa en el corazón de los hombres, comprendía que estábamos abrumados de dolor, a causa de la muerte de Judas, la cual mirábamos como la de Jesús mismo, nuestro maestro, y que experimentábamos el más vivo deseo de verlo, después de su resurrección.

8. He aquí por qué los ángeles que guardaban a la Virgen María subieron al tercer cielo, en que Jesús estaba acompañado de sus ángeles, y lo enteraron de lo que ocurría.

9. Entonces Jesús pidió a Dios que le diese medios de ver a su madre y a sus discípulos.

10. Y Dios, lleno de misericordia, ordenó a cuatro de sus ángeles más queridos, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel, que llevasen a Jesús a la casa de su madre, y que lo guardasen allí durante tres días consecutivos, no dejándolo ver por más personas que por las que creyesen en su doctrina.

11. Y Jesús, rodeado de esplendor, llegó a la habitación en que estaba la Virgen María, con sus dos hermanas, y Marta con María Magdalena, y Lázaro conmigo, y Juan con Jacobo y con Pedro. Y, al verlo, fuimos presa de tal pavor, que caímos todos al suelo como muertos.

12. Mas Jesús, levantando a su madre y a sus discípulos, dijo: No temáis, ni lloréis, porque vivo estoy, y no difunto, como habéis creído.

13. Y cada cual permaneció largo tiempo como fuera de sí, ante el asombro de ver a Jesús, a quien juzgaban muerto.

14. Y, con grandes gemidos, la Virgen exclamó: Te ruego, hijo mío, que me digas por qué, habiéndote dado Dios el poder de resucitar a los muertos, has sufrido la muerte tú, con gran vergüenza para tus parientes y para tus amigos, y con gran oprobio para tu doctrina, de suerte que todos los que te aman están como heridos de estupor y de agonía.

15. Mas Jesús, abrazando a su madre, repuso: Puedes creerme, madre mía, cuando afirmo que nunca he muerto, y que Dios me ha reservado hasta el fin del mundo.

16. Y, habiendo hablado así, ordenó a los cuatro ángeles que se dejasen ver, y que diesen testimonio del modo como las cosas habían ocurrido.

17. Y los ángeles aparecieron como cuatro soles deslumbrantes, y de nuevo todos los asistentes, presa de pavor, cayeron como muertos.

18. Entonces Jesús dio cuatro velos a los ángeles para que se cubriesen, y para que, de esta manera, su madre y sus discípulos pudiesen soportar su aspecto, y oírlos hablar.

19. Y, animándolos a ello, dijo: He aquí a los ministros de Dios. Gabriel anuncia los secretos divinos. Miguel combate a los enemigos del Altísimo. Rafael recibe las almas de los muertos. Uriel, en el último día, llamará a juicio a todos los hombres.

20. Y los ángeles contaron a la Virgen lo que Dios les había mandado, y cómo Judas había sufrido una transformación para que sufriese la pena que había querido infligir a otro.

21. Y yo, Bernabé, dije a Jesús: ¿Me permitirás, oh maestro, dirigirte una pregunta, como cuando habitabas entre nosotros?

22. Y Jesús repuso: Pregunta, Bernabé, todo lo que quieras, y te responderé.

23. Y yo inquirí: Maestro, puesto que Dios es misericordioso, ¿por qué nos ha atormentado así, y por qué ha consentido que creyésemos que había muerto, mientras tu madre te lloraba hasta el punto de hallarse muy cerca de morir también? Y a ti, que eres el Santo de Dios, ¿cómo éste te ha dejado expuesto a la infamia de morir sobre el Calvario, entre dos ladrones?

24. Y Jesús contestó: Créeme, Bernabé. Siendo Dios la pureza misma, no puede ver en sus servidores la menor falta, que no castigue severamente. Y, como mi madre y mis discípulos me amaban con un afecto demasiado terrestre y humano, Dios, que es justo, ha querido castigar este afecto en el mundo mismo, y no hacerlo expiar por las llamas del infierno. Aunque yo hubiese llevado en la tierra una vida inocente, no obstante, como los hombres me habían llamado Dios e Hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese, en el día del juicio, un objeto de burla para los demonios, prefirió que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte de Judas en la cruz, y que todos quedasen persuadidos de que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta durará hasta la muerte de Mahoma, que, cuando venga al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen en la ley de Dios.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

EL EVANGELIO DE NICODEMO

Hechos de Pilatos (Acta Pilati)

Acusado por los príncipes de los judíos, Jesús comparece ante Pilatos realizado a su entrada en el pretorio

I 1. Yo, Emeo, israelita de nación, doctor de la ley en Palestina, intérprete de las Divinas Escrituras, lleno de fe en la grandeza de Nuestro Señor Jesucristo, revestido del carácter sagrado del santo bautismo, e investigador de las cosas que acaecieron, y que hicieron los judíos, bajo la gobernación de Cneo Poncio Pilatos, trayendo a la memoria el relato de esos hechos, escrito por Nicodemo en lengua hebrea, lo traduje en lengua griega, para darlo a conocer a todos los que adoran el nombre del Salvador del mundo.

2. Y lo he hecho bajo el imperio de Flavio Teodosio, en el año decimoctavo de su reinado y bajo Valentiniano.

3. Y os suplico a cuantos leáis tales cosas, en libros griegos o latinos, que oréis por mí, pobre pecador, a fin de que Dios me sea favorable y que me perdone todas las culpas que haya cometido. Con lo cual, y deseando paz a los lectores, y salud a los que entiendan, termino mi prefacio.

4. Lo que voy a contar ocurrió el año decimoctavo del reinado de Tiberio César, emperador de los romanos, y de Herodes, hijo de Herodes, monarca de Galilea, el año decimoctavo de su dominación, el ocho de las calendas de abril, que es el día 25 del mes de marzo, bajo el consulado de Rufino y de Rubelión, el año IV de la olimpíada 202, cuando Josefo y Caifás eran grandes sacerdotes de los judíos. Entonces escribió Nicodemo, en lengua hebrea, todo lo sucedido en la pasión y en la crucifixión de Jesús.

5. Y fue que varios judíos de calidad, Anás, Caifás, Sommas, Dathan, Gamaliel, Judas, Levi, Nephtalim, Alejandro, Siro y otros príncipes visitaron a Pilatos, y acusaron a Jesús de muchas cosas malas, diciendo: Nosotros lo conocemos por hijo de José el carpintero y por nacido de María. Sin embargo, él pretende que es hijo de Dios y rey de todos los hombres, y no sólo con palabras, mas con hechos, profana el sábado y viola la ley de nuestros padres.

6. Preguntó Pilatos: ¿Qué es lo que dice, y qué es lo que quiere disolver en vuestro pueblo?

7. Y los judíos contestaron: La ley, confirmada por nuestras costumbres, manda santificar el sábado y prohíbe curar en este día. Mas Jesús, en él, cura ciegos, sordos, cojos, paralíticos, leprosos, poseídos, sin ver que ejecuta malas acciones.

8. Pilatos repuso: ¿Cómo pueden ser malas acciones ésas?

9. Y ellos replicaron: Mago es, puesto que por Beelzebuh, príncipe de los demonios, expulsa los demonios, y por él también todas las cosas le están sometidas.

10. Dijo Pilatos: No es el espíritu inmundo quien puede expulsar los demonios, sino la virtud de Dios.

11. Pero uno de los judíos respondió por todos: Te rogamos hagas venir a Jesús a tu tribunal, para que lo veas y lo oigas.

12. Y Pilatos llamó a un mensajero y le ordenó: Trae a Jesús a mi presencia y trátalo con dulzura.

13. Y el mensajero salió, y habiendo visto a Jesús, a quien muy bien conocía, tendió su manto ante él y se arrojó a sus pies, diciéndole: Señor, camina sobre este manto de tu siervo, porque el gobernador te llama.

14. Viendo lo cual, los judíos, llenos de enojo, se dirigieron en son de queja a Pilatos, y le dijeron: Debieras haberlo mandado traer a tu presencia no por un mensajero, sino por la voz de tu heraldo. Porque el mensajero, al verlo, lo adoró, y extendió ante Jesús su manto, rogándole que caminase sobre él.

15. Y Pilatos llamó al mensajero y le preguntó: ¿Por qué obraste así?

16. El mensajero, respondiendo, dijo: Cuando me enviaste a Jerusalén cerca de Alejandro, vi a Jesús caballero sobre un asno y a los niños de los hebreos que, con ramas de árbol en sus manos, gritaban: Salve, hijo de David. Y otros, extendiendo sus vestidos por el camino, decían: Salud al que está en los cielos. Bendito el que viene en nombre del Señor.

17. Mas los, judíos respondieron al mensajero, exclamando: Aquellos niños de los hebreos se expresaban en hebreo. ¿Cómo tú, que eres griego, comprendiste palabras pronunciadas en una lengua que no es la tuya?

18. Y el mensajero contestó: Interrogué a uno de los judíos sobre lo que quería decir lo que pronunciaban en hebreo y él me lo explicó.

19. Entonces Pilatos intervino, preguntando: ¿Cuál era la exclamación que pronunciaban en hebreo? Y los judíos respondieron: Hosanna. Y Pilatos repuso: ¿Cuya es la significación de ese término? Y los judíos replicaron: ¡Señor, salud! Y Pilatos dijo: Vosotros mismos confirmáis que los niños se expresaban de ese modo. ¿En qué, pues, es culpable el mensajero?

20. Y los judíos se callaron. Mas el gobernador dijo al mensajero: Sal, e introdúcelo.

21. Y el mensajero fue hacia Jesús, y le dijo: Señor, entra, porque el gobernador te llama.

22. Y, al entrar Jesús en el Pretorio, las imágenes que los abanderados llevaban por encima de sus estandartes se inclinaron por sí mismas y adoraron a aquél. Y los judíos, viendo que las imágenes se habían inclinado por sí mismas, para adorar a Jesús, elevaron gran clamoreo contra los abanderados.

23. Entonces Pilatos dijo a los judíos: Noto que no rendís homenaje a Jesús, a pesar de que ante él se han inclinado las imágenes para saludarlo, y, en cambio, despotricáis contra los abanderados, como si ellos mismos hubiesen inclinado sus pendones y adorado a Jesús. Y los judíos repusieron: Los hemos visto proceder tal como tú indicas.

24. Y el gobernador hizo que se aproximasen los abanderados y les preguntó por qué habían hecho aquello. Mas los abanderados respondieron a Pilatos: Somos paganos y esclavos de los templos. ¿Concibes siquiera que hubiéramos podido adorar a ese judío? Las banderas que empuñábamos se han inclinado por sí mismas, para adorarlo.

25. En vista de esta contestación, Pilatos dijo a los jefes de la Sinagoga y a los ancianos del pueblo: Elegid por vuestra cuenta hombres fuertes y robustos, que empuñen las banderas, y veremos si ellas se inclinan por sí mismas.

26. Y los ancianos de los judíos escogieron doce varones muy fornidos de su raza, en cuyas manos pusieron las banderas, y los formaron en presencia del gobernador. Y Pilatos dijo al mensajero: Conduce a Jesús fuera del Pretorio, e introdúcelo en seguida. Y Jesús salió del Pretorio con el mensajero.

27. Y Pilatos, dirigiéndose a los que empuñaban las banderas, los conminó, haciendo juramento por la salud del César: Si las banderas se inclinan cuando él entre, os haré cortar la cabeza.

28. Y el gobernador ordenó que entrase Jesús por segunda vez. Y el mensajero rogó de nuevo a Jesús que entrase, pasando sobre el manto que había extendido en tierra. Y Jesús lo hizo y, cuando entró, las banderas se inclinaron y lo adoraron.

Testimonios adversos y favorables a Jesús

II 1. Viendo esto, Pilatos quedó sobrecogido de espanto y comenzó a agitarse en su asiento. Y, cuando pensaba en levantarse, su mujer, llamada Claudia Prócula, le envió un propio para decirle: No hagas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él.

2. Pilatos, que tal oyó, dijo a todos los judíos: Bien sabéis que mi esposa es pagana y que, sin embargo, ha hecho construir para vosotros numerosas sinagogas. Pues bien: acaba de mandarme a decir que Jesús es un hombre justo y que ha sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él.

3. Mas los judíos respondieron a Pilatos: ¿No te habíamos dicho que era un encantador? He aquí que ha enviado a tu esposa un sueño.

4. Y Pilatos, llamando a Jesús, le preguntó: ¿No oyes lo que éstos dicen contra ti? ¿Nada contestas?

5. Jesús repuso: Si no tuviesen la facultad de hablar, no hablarían. Empero, cada uno puede a su grado abrir la boca y decir cosas buenas o malas.

6. Los ancianos de los judíos replicaron a Jesús: ¿Qué es lo que decimos? Primero, que has nacido de la fornicación; segundo, que el lugar de tu nacimiento fue Bethlehem y que, por causa tuya, fueron degollados todos los niños de tu edad; y tercero, que tu padre y tu madre huyeron contigo a Egipto, porque no tenían confianza en el pueblo.

7. Pero algunos judíos que allí se encontraban, y que eran menos perversos que los otros, decían: No afirmaremos que procede de la fornicación, porque sabemos que María se casó con José y que, por ende, Jesús no es hijo ilegítimo.

8. Y Pilatos dijo a los judíos que mantenían ser Jesús producto de fornicación: Vuestro discurso es mentiroso, puesto que hubo casamiento, según lo atestiguan personas de vuestra clase.

9. Empero Anás y Caifás insistieron ante Pilatos, diciendo: Toda la multitud grita que ha nacido de la fornicación y que es un hechicero. Y esos que deponen en contra son sus prosélitos y sus discípulos.

10. Preguntó Pilatos: ¿Qué es eso de prosélitos? Y ellos respondieron: Son hijos de paganos, que ahora se han hecho judíos.

11. Mas Lázaro, Asterio, Antonio, Jacobo, Zaro, Samuel, Isaac, Fineo, Crispo, Agripa, Amenio y Judas dijeron entonces: No somos prosélitos, sino hijos de judíos, y decimos la verdad, porque hemos asistido a las bodas de María.

12. Y Pilatos, dirigiéndose a los doce hombres que así habían hablado, les dijo: Os ordeno, por la salud del César, que declaréis si decís la verdad y si Jesús no ha nacido de la fornicación.

13. Y ellos contestaron a Pilatos: Nuestra ley nos prohíbe jurar, porque es un pecado. Ordena a ésos que juren, por la salud del César, ser falso lo que nosotros decimos y habremos merecido la muerte.

14. Anás y Caifás dijeron a Pilatos: ¿Creerás a estos doce hombres, que pretenden que no ha nacido de la fornicación y no nos creerás a nosotros, que aseguramos que es un mago, y que se llama a sí mismo hijo de Dios y rey de los hombres?

15. Entonces Pilatos ordenó que saliese todo el pueblo, y que se pusiese aparte a Jesús y, dirigiéndose a los que habían aseverado que éste no era hijo de la fornicación, les preguntó: ¿Por qué los judíos quieren hacer perecer a Jesús? Y ellos le respondieron: Están irritados contra él, porque opera curaciones en día de sábado. Pilatos exclamó: ¿Quieren, pues, hacerlo perecer, por ejecutar una buena obra? Y ellos confirmaron: Así es, en efecto.

Diálogo entre Jesús y Pilatos

III 1. Lleno de cólera, Pilatos salió del Pretorio, y dijo a los judíos: Pongo al sol por testigo de que nada he encontrado de reprensible en ese hombre.

2. Mas los judíos respondieron al gobernador: Si no fuese un brujo, no te lo hubiéramos entregado. Pilatos dijo: Tomadlo y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos repusieron: No nos está permitido matar a nadie. Y Pilatos redarguyó: Es a vosotros, y no a mí, a quien Dios preceptuó: No matarás.

3. Y, vuelto al Pretorio, Pilatos llamó a Jesús a solas, y lo interrogó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús respondió: ¿Dices esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?

4. Pilatos repuso: ¿Por ventura soy judío yo? Tu nación y los príncipes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

5. Contestó Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

6. Pilatos exclamó: ¿Luego rey eres tú? Replicó Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que oye mi palabra la verdad escucha.

7. Dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad? Y Jesús respondió: La verdad viene del cielo. Pilatos le preguntó: ¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra? Y Jesús dijo: Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra.

Nuevos cargos de los judíos contra Jesús

IV 1. Dejando a Jesús en el interior del Pretorio, Pilatos salió, y se fue hacia los judíos, a quienes dijo: No encuentro en él falta alguna.

2. Mas los judíos repusieron: Él ha dicho que podía destruir el templo, y reedificarlo en tres días.

3. Pilatos les preguntó: ¿Qué es el templo? Y los judíos contestaron: El que Salomón tardó cuarenta y seis años en construir, y él asegura que, en sólo tres días, puede aniquilarlo y volver a levantarlo otra vez.

4. Y Pilatos afirmó de nuevo: Inocente soy de la sangre de este hombre. Ved lo que os toca hacer con él.

5. Y los judíos gritaron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

6. Entonces Pilatos, llamando a los ancianos, a los sacerdotes y a los levitas, les comunicó en secreto: No obréis así, porque nada hallo digno de muerte en lo que le reprocháis de haber violado el sábado. Mas ellos opusieron: El que ha blasfemado contra el César es digno de muerte. Y él ha hecho más, pues ha blasfemado contra Dios.

7. Ante esta pertinacia en la acusación, Pilatos mandó a los judíos que saliesen del Pretorio y, llamando a Jesús, le dijo: ¿Qué haré a tu respecto? Jesús dijo: Haz lo que debes. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Cómo debo obrar? Jesús respondió: Moisés y los profetas han predicho esta pasión y mi resurrección.

8. Al oír esto, los judíos dijeron a Pilatos: ¿Quieres escuchar más tiempo sus blasfemias? Nuestra ley estatuye que, si un hombre peca contra su prójimo, recibirá cuarenta azotes menos uno, y que el blasfemo será castigado con la muerte.

9. Y Pilatos expuso: Si su discurso es blasfematorio, tomadlo, conducidlo a vuestra Sinagoga, y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos dijeron: Queremos que sea crucificado. Pilatos les dijo: Eso no es justo. Y, mirando a la asamblea, vio a varios judíos que lloraban, y exclamó: No es voluntad de toda la multitud que muera.

10. Empero, los ancianos dijeron a Pilatos: Para que muera hemos venido aquí todos. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Qué ha hecho, para merecer la muerte? Y ellos respondieron: Ha dicho que era rey e hijo de Dios.

Defensa de Jesús por Nicodemo

V 1. Entonces un judío llamado Nicodemo se acercó al gobernador y le dijo: Te ruego me permitas, en tu misericordia, decir algunas palabras. Y Pilatos le dijo: Habla.

2. Y Nicodemo dijo: Yo he preguntado a los ancianos, a los sacerdotes, a los levitas, a los escribas, a toda la multitud de los judíos, en la Sinagoga: ¿Qué queja o agravio tenéis contra este hombre? Él hace numerosos y extraordinarios milagros, tales como nadie los ha hecho, ni se harán jamás. Dejadlo, y no le causéís mal alguno, porque si esos milagros vienen de Dios, serán estables y, si vienen de los hombres, perecerán. Moisés, a quien Dios envió a Egipto, realizó los milagros que el Señor le había ordenado hacer, en presencia del Faraón. Y había allí magos, Jamnés y Mambrés, a quienes los egipcios miraban como dioses, y que quisieron hacer los mismos milagros que Moisés, mas no pudieron imitarlos todos. Y, como los milagros que operaron no provenían de Dios, perecieron, como perecieron también los que en ellos habían creído. Ahora, pues, dejad, repito, a este hombre, porque no merece la muerte.

3. Mas los judíos dijeron a Nicodemo: Te has hecho discípulo suyo y por ello levantas tu voz en su favor.

4. Nicodemo replicó: ¿Es que el gobernador, que habla también en su favor, es discípulo suyo? ¿Es que el César no le ha conferido la misión de ser su ejecutor de la justicia?

5. Mas los judíos, estremecidos de cólera, tremaron los dientes contra Nicodemo, a quien dijeron: Crees en él, y compartirás la misma suerte que él.

6. Y Nicodemo repuso: Así sea. Comparta yo la misma suerte que él, según que vosotros lo decís.

Nuevos testimonios favorables a Jesús

VI 1. Y otro de los judíos avanzó, pidiendo al gobernador permiso para hablar. Y Pilatos repuso: Lo que quieras decir, dilo.

2. Y el judío habló así: Hacía treinta años que yacía en mi lecho, y era constantemente presa de grandes sufrimientos, y me hallaba en peligro de perder la vida. Jesús vino, y muchos demoníacos y gentes afligidas de diversas enfermedades fueron curadas por él. Y unos jóvenes piadosos me llevaron a presencia suya en mi lecho. Y Jesús, al yerme, se compadeció de mí y me dijo: Levántate, toma tu lecho, y marcha. Y, en el acto, quedé completamente curado, tomé mi lecho y marché.

3. Mas los judíos dijeron a Pilatos: Pregúntale en qué día fue curado. Y él respondió: En día de sábado. Y los judíos exclamaron: ¿No decíamos que en día de sábado curaba las enfermedades y expulsaba los demonios?

4. Y otro judío avanzó y dijo: Yo era un ciego de nacimiento, que oía hablar, pero que a nadie veía. Y Jesús pasó, y yo me dirigí a él, gritando en alta voz: ¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí! Y él tuvo piedad de mí, y puso su mano sobre mis ojos, e inmediatamente recobré la vista.

5. Y otro avanzó y dijo: Yo era leproso, y él me curó con una sola palabra.

Testimonio de la Verónica

VII 1. Y una mujer, llamada Verónica, dijo: Doce años venía afligiéndome un flujo de sangre y, con sólo tocar el borde de su vestido, el flujo se detuvo en el mismo momento.

2. Y los judíos exclamaron: Según nuestra ley, una mujer no puede venir a deponer como testigo.

Testimonio colectivo de la multitud

VIII 1. Y algunos otros de la multitud de los judíos, varones y hembras, se pusieron a gritar: ¡Ese hombre es un profeta, y los demonios le están sometidos! Entonces Pilatos preguntó a los acusadores de Jesús: ¿ Por qué los demonios no están sometidos a vuestros doctores? Y ellos contestaron: No lo sabemos.

2. Y otros dijeron a Pilatos: Ha resucitado a Lázaro, que llevaba cuatro días muerto, y lo ha sacado del sepulcro.

3. Al oír esto, el gobernador quedó aterrado, y dijo a los judíos: ¿De qué nos servirá verter sangre inocente?

Las turbas prefieren la libertad de Barrabás a la de Jesús. Pilatos se lava las manos

IX 1. Y Pilatos, llamando a Nicodemo y a los doce hombres que decían que Jesús no había nacido de la fornicación, les habló así: ¿Qué debo hacer ante la sedición que ha estallado en el pueblo? Respondieron: Lo ignoramos. Véanlo ellos mismos.

2. Y Pilatos, convocando de nuevo a la muchedumbre, dijo a los judíos: Sabéis que, según costumbre, el día de los Ázimos os concedo la gracia de soltar a un preso. Encarcelado tengo a un famoso asesino, que se llama Barrabás, y no encuentro en Jesús nada que merezca la muerte. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y todos respondieron a voz en grito: ¡Suéltanos a Barrabás!

3. Pilatos repuso: ¿Qué haré, pues, de Jesús, llamado el Cristo? Y exclamaron todos: ¡Sea crucificado!

4. Y los judíos dijeron también: Demostrarás no ser amigo del César si pones en libertad al que se llama a sí mismo rey e hijo de Dios. Y aun quizá deseas que él sea rey en lugar del César.

5. Entonces Pilatos montó en cólera y les dijo: Siempre habéis sido una raza sediciosa, y os habéis opuesto a los que estaban por vosotros.

6. Y los judíos preguntaron: ¿Quiénes son los que estaban por nosotros?

7. Y Pilatos respondió: Vuestro Dios, que os libró de la dura servidumbre de los egipcios y que os condujo a pie por la mar seca, y que os dio, en el desierto, el maná y la carne de las codornices para vuestra alimentación, y que hizo salir de una roca agua para saciar vuestra sed, y contra el cual, a pesar de tantos favores, no habéis cesado de rebelaros, hasta el punto de que Él quiso haceros perecer. Y Moisés rogó por vosotros, a fin de que no perecieseis. Y ahora decís que yo odio al rey.

8. Mas los judíos gritaron: Nosotros sabemos que nuestro rey es el César, y no Jesús. Porque los magos le ofrecieron presentes como a un rey. Y Herodes, sabedor por los magos de que un rey había nacido, procuró matarlo. Enterado de ello José, su padre, lo tomó junto con su madre, y huyeron los tres a Egipto. Y Herodes mandó dar muerte a los hijos de los judíos, que por aquel entonces habían nacido en Bethlehem.

9. Al oír estas palabras, Pilatos se aterrorizó y, cuando se restableció la calma entre el pueblo que gritaba, dijo: El que buscaba Herodes ¿es el que está aquí presente? Y le respondieron: El mismo es.

10. Y Pilatos tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Pensad bien lo que vais a hacer. Y los judíos repitieron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

11. Entonces Pilatos ordenó que se trajese a Jesús al tribunal en que estaba sentado, y prosiguió en estos términos, al dictar sentencia contra él: Tu raza no te quiere por rey. Ordeno, pues, que seas azotado, conforme a los estatutos de los antiguos príncipes.

12. Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas.

Jesús en el Gólgota

X 1. Y Jesús salió del Pretorio y los dos ladrones con él. Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo, y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y colocaron una caña en sus manos. Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda.

2. Y Jesús dijo: Padre, perdónalos, y déjalos libres de castigo, porque no saben lo que hacen. Y ellos repartieron entre sí sus vestiduras.

3. Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz.

4. Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

5. Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua.

6. Y el gobernador ordenó que, conforme a la acusación de los judíos, se inscribiese sobre un rótulo, en letras hebraicas, griegas y latinas: Éste es el rey de los judíos.

7. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, Gestas, dijo a Jesús: Si eres el Cristo, líbrate y libértanos a nosotros. Mas Dimas lo reprendió, diciéndole: ¿No temes a Dios tú, que eres de aquellos sobre los cuales ha recaído condena? Nosotros recibimos el castigo justo de lo que hemos cometido, pero él no ha hecho ningún mal. Y, una vez hubo censurado a su compañero, exclamó, dirigiéndose a Jesús: Acuérdate de mí, señor en tu reino. Y Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el paraíso.

Muerte de Jesús

XI 1. Era entonces como la hora de sexta del día y grandes tinieblas se esparcieron por toda la tierra hasta la hora de nona. El sol se oscureció, y he aquí que el velo del templo se rasgó en dos partes de alto abajo.

2. Y hacia la hora de nona, Jesús clamó a gran voz: Hely, Hely, lama zabathani, lo que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

3. Y en seguida murmuró: Padre mío, encomiendo mi espíritu entre tus manos. Y, dicho esto, entregó el espíritu.

4. Y el centurión, al ver lo que había pasado, glorificó a Dios, diciendo: Este hombre era justo. Y todos los espectadores, turbados por lo que habían visto, volvieron a sus casas, golpeando sus pechos.

5. Y el centurión refirió lo que había ocurrido al gobernador, el cual se llenó de aflicción extrema y ni el uno, ni el otro comieron, ni bebieron, aquel día.

6. Y Pilatos, convocando a los judíos, les preguntó: ¿Habéis sido testigos de lo que ha sucedido? Y ellos respondieron al gobernador: El sol se ha eclipsado de la manera habitual.

7. Y todos los que amaban a Jesús se mantenían a lo lejos, así como las mujeres que lo habían seguido desde Galilea.

8. Y he aquí que un hombre llamado José, varón bueno y justo, que no había tomado parte en las acusaciones y en las maldades de los judíos, que era de Arimatea, ciudad de Judea, y que esperaba el reino de Dios, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús.

9. Y, bajándolo de la cruz, lo envolvió en un lienzo muy blanco, y lo depositó en una tumba completamente nueva, que había hecho construir para sí mismo, y en la cual ninguna persona había sido sepultada.

Los judíos amenazan a Nicodemo y encierran en un calabozo a José de Arimatea

XII 1. Sabedores los judíos de que José había pedido el cuerpo de Jesús, lo buscaron, como también a los doce hombres que habían declarado que Jesús no naciera de la fornicación, y a Nicodemo y a los demás que habían comparecido ante Pilatos, y dado testimonio de las buenas obras del Salvador.

2. Todos se ocultaban y únicamente Nicodemo, por ser príncipe de los judíos, se mostró a ellos, y les preguntó: ¿Cómo habéis entrado en la Sinagoga?

3. Y ellos le respondieron: Y tú, ¿cómo has entrado en la Sinagoga, cuando eras adepto del Cristo? Ojalá tengas tu parte con él en los siglos futuros. Y Nicodemo contestó: Así sea.

4. Y José se presentó igualmente a ellos y les dijo: ¿Por qué estáis irritados contra mí, a causa de haber yo pedido a Pilatos el cuerpo de Jesús? He aquí que yo lo he depositado en mi propia tumba, y lo he envuelto en un lienzo muy blanco, y he colocado una gran piedra al lado de la gruta. Habéis obrado mal contra el justo, y lo habéis crucificado, y lo habéis atravesado a lanzadas.

5. Al oír esto, los judíos se apoderaron de José y lo encerraron, hasta que pasase el día del sábado. Y le dijeron: En este momento, por ser tal día, nada podemos hacer contra ti. Pero sabemos que no eres digno de sepultura y abandonaremos tu carne a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

6. Y José respondió: Esas vuestras palabras son semejantes a las de Goliath el soberbio, que se levantó contra el Dios vivo, y a quien hirió David. Dios ha dicho por la voz del profeta: Me reservaré la venganza. Y Pilatos, con el corazón endurecido, lavó sus manos en pleno sol, exclamando: Inocente soy de la sangre de ese justo. Y vosotros habéis contestado: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Y mucho temo que la cólera de Dios caiga sobre vosotros y sobre vuestros hijos, como habéis proclamado.

7. Al oír a José expresarse de este modo, los judíos se llenaron de rabia, y, apoderándose de él, lo encerraron en un calabozo sin reja que dejara penetrar el menor rayo de luz. Y Anás y Caifás colocaron guardias a la puerta y pusieron su sello sobre la llave.

8. Y tuvieron consejo con los sacerdotes y con los levitas, para que se reuniesen todos después del día del sábado, y deliberasen sobre qué genero de muerte infligirían a José.

9. Y cuando estuvieron reunidos, Anás y Caifás ordenaron que se les trajese a José. Y, quitando el sello, abrieron la puerta y no encontraron a José en el calabozo en que lo habían encerrado. Y toda la asamblea quedó sumida en el mayor estupor, porque habían encontrado sellada la puerta. Y Anás y Caifás se retiraron.

Los soldados atestiguan la resurrección de Jesús. Temor de los judíos, al saberlo

XIII 1. Y, mientras ellos no salían de su asombro, uno de los soldados a quienes habían encomendado la guardia del sepulcro entró en la Sinagoga y dijo: Cuando vigilábamos la tumba de Jesús, la tierra tembló y hemos visto a un ángel de Dios, que quitó la piedra del sepulcro y que se sentó sobre ella. Y su semblante brillaba como el relámpago y sus vestidos eran blancos como la nieve. Y nosotros quedamos como muertos de espanto. Y oímos al ángel que decía a las mujeres que habían ido al sepulcro de Jesús: No temáis. Sé que buscáis a Jesús el crucificado, el cual resucitó, como lo había predicho. Venid, y ved el lugar en que había sido colocado, y apresuraos a avisar a sus discípulos que ha resurgido de entre los muertos, y que va delante de vosotros a Galilea, donde lo veréis.

2. Y los judíos, convocando a todos los soldados que habían puesto para guardar a Jesús, les preguntaron: ¿Qué mujeres fueron aquellas a quienes el ángel habló? ¿Por qué no os habéis apoderado de ellas?

3. Replicaron los soldados: No sabemos qué mujeres eran, y quedamos como difuntos, por el mucho temor que nos inspiró el ángel. ¿Cómo, en estas condiciones, habríamos podido apoderarnos de dichas mujeres?

4. Los judíos exclamaron: ¡Por la vida del Señor, que no os creemos! Y los soldados respondieron a los judíos: Habéis visto a Jesús hacer milagros, y no habéis creído en él. ¿Cómo creeríais en nuestras palabras? Con razón juráis por la vida del Señor, pues vive el Señor a quien encerrasteis en el sepulcro. Hemos sabido que habéis encarcelado en un calabozo, cuya puerta habéis sellado, a ese José que embalsamó el cuerpo de Jesús, y que, cuando fuisteis a buscarlo, no lo encontrasteis. Devolvednos a José, a quien aprisionasteis, y os devolveremos a Jesús, cuyo sepulcro hemos guardado.

5. Los judíos dijeron: Devolvednos a Jesús y os devolveremos a José, porque éste se halla en la ciudad de Arimatea. Mas los soldados contestaron: Si José está en Arimatea, Jesús está en Galilea, puesto que así lo anunció a las mujeres el ángel.

6. Oído lo cual, los judíos se sintieron poseídos de temor y se dijeron entre sí: Cuando el pueblo escuche estos discursos, todos en Jesús creerán.

7. Y reunieron una gruesa suma de dinero, que entregaron a los soldados, advirtiéndoles: Decid que, mientras dormíais, llegaron los discípulos de Jesús al sepulcro y robaron su cuerpo. Y, si el gobernador Pilatos se entera de ello, lo apaciguaremos en vuestro favor y no seréis inquietados.

8. Y los soldados, tomando el dinero, dijeron lo que los judíos les habían recomendado.

Intrigas de los judíos para invalidarla resurrección de Jesús

XIV 1. Y un sacerdote llamado Fineo, y el maestro de escuela Addas, y el levita Ageo llegaron los tres de Galilea a Jerusalén, y dijeron a todos los que estaban en la Sinagoga: A Jesús, por vosotros crucificado, lo hemos visto en el Monte los Olivos, sentado entre sus discípulos, hablando con ellos y diciéndoles: Id por el mundo, predicad a todas las naciones, y bautizad a los gentiles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y el que crea y sea bautizado será salvo. Y, no bien hubo dicho estas cosas a sus discípulos, lo vimos subir al cielo.

2. Al oír esto, los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo y los levitas dijeron a aquellos tres hombres: Glorificad al Dios de Israel, y tomadlo por testigo de que lo que habéis visto y oído es verdadero.

3. Y ellos respondieron: Por la vida del Señor de nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, declaramos decir la verdad. Hemos oído a Jesús hablar con sus discípulos y lo hemos visto subir al cielo. Si callásemos ambas cosas, cometeríamos un pecado.

4. Y los príncipes de los sacerdotes, levantándose en seguida, exclamaron: No repitáis a nadie lo que habéis dicho de Jesús. Y les dieron una fuerte suma de dinero.

5. Y los hicieron acompañar por tres hombres, para que se restituyesen a su país, y no hiciesen estada alguna en Jerusalén.

6. Y, habiéndose reunido todos los judíos, se entregaron entre sí a grandes meditaciones, y dijeron: ¿Qué es lo que ha sobrevenido en Israel?

7. Y Anás y Caifás, para consolarlos, replicaron: ¿Es que vamos a creer a los soldados, que guardaban el sepulcro de Jesús, y que aseguraron que un ángel abrió su losa? ¿Por ventura no han sido sus discípulos los que les dieron mucho oro para que hablasen así, y los dejasen a ellos robar el cuerpo de Jesús? Sabed que no cabe conceder fe alguna a las palabras de esos extranjeros, porque, habiendo recibido de nosotros una fuerte suma, hayan por doquiera dicho lo que nosotros les encargamos que dijesen. Ellos pueden ser infieles a los discípulos de Jesús lo mismo que a nosotros.

Intervención de Nicodemo en los debates de la Sinagoga. Los judíos mandan llamar a José de Arimatea y oyen las noticias que éste les da

XV 1. Y Nicodemo se levantó y dijo: Rectamente habláis, hijos de Israel. Os habéis enterado de lo que han dicho esos tres hombres, que juraron sobre la ley del Señor haber oído a Jesús hablar con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haberlo visto subir al cielo. Y la Escritura nos enseña que el bienaventurado Elías fue transportado al cielo, y que Eliseo, interrogado por los hijos de los profetas sobre dónde había ido su hermano Elías, respondió que les había sido arrebatado. Y los hijos de los profetas le dijeron: Acaso nos lo ha arrebatado el espíritu, y lo ha depositado sobre las montañas de Israel. Pero elijamos hombres que vayan con nosotros, y recorramos esas montañas, donde quizá lo encontremos. Y suplicaron así a Eliseo, que caminó con ellos tres días, y no encontraron a Elías. Y ahora, escuchadme, hijos de Israel. Enviemos hombres a las montañas, porque acaso el espíritu ha arrebatado a Jesús, y quizá lo encontremos, y haremos penitencia.

2. Y el parecer de Nicodemo fue del gusto de todo el pueblo, y enviaron hombres, que buscaron a Jesús, sin encontrarlo, y que, a su vuelta, dijeron: No hemos hallado a Jesús en ninguno de los lugares que hemos recorrido, pero hemos hallado a José en la ciudad de Arimatea.

3. Y, al oír esto, los príncipes y todo el pueblo se regocijaron, y glorificaron al Dios de Israel de que hubiesen encontrado a José, a quien habían encerrado en un calabozo, y a quien no habían podido encontrar.

4. Y, reuniéndose en una gran asamblea, los príncipes de los sacerdotes se preguntaron entre sí: ¿Cómo podremos traer a José entre nosotros, y hacerlo hablar?

5. Y tomando papel, escribieron a José por este tenor: Sea la paz contigo, y con todos los que están contigo. Sabemos que hemos pecado contra Dios y contra ti. Dígnate, pues, venir hacia tus padres y tus hijos, porque tu marcha del calabozo nos ha llenado de sorpresa. Reconocemos que habíamos concebido contra ti un perverso designio, y que el Señor te ha protegido, Iibrándote de nuestras malas intenciones. Sea la paz contigo, José, hombre honorable entre todo el pueblo.

6. Y eligieron siete hombres, amigos de José, y les dijeron: Cuando lleguéis a casa de José, dadle el saludo de paz, y entregadle la carta.

7. Y los hombres llegaron a casa de José, y lo saludaron, y le entregaron la carta. Y luego que José la hubo leído, exclamó: ¡Bendito sea el Señor Dios, que ha preservado a Israel de la efusión de mi sangre! ¡Bendito seas, Dios mío, que me has protegido con tus alas!

8. Y José abrazó a los embajadores, y los acogió y regaló en su domicilio.

9. Y, al día siguiente, montando en un asno, se puso en camino con ellos, y llegaron a Jerusalén.

10. Y, cuando los judíos se enteraron de su llegada, corrieron todos ante él, gritando y exclamando: ¡Sea la paz a tu llegada, padre José! Y él repuso: ¡Sea la paz del Señor con todo el pueblo!

11. Y todos lo abrazaron. Y Nicodemo lo recibió en su casa, acogiéndolo con gran honor y con gran complacencia.

12. Y, al siguiente día, que lo era de la fiesta de Preparación, Anás, Caifás y Nicodemo dijeron a José: Rinde homenaje al Dios de Israel, y responde a todo lo que te preguntemos. Irritados estábamos contra ti, porque habías sepultado el cuerpo de Jesús, y te encerramos en un calabozo, donde no te encontramos, al buscarte, lo que nos mantuvo en plena sorpresa y en pleno espanto, hasta que hemos vuelto a verte. Cuéntanos, pues, en presencia de Dios, lo que te ha ocurrido.

13. Y José contestó: Cuando me encerrasteis, el día de Pascua, mientras me hallaba en oración a medianoche, la casa quedó como suspendida en los aires. Y vi a Jesús, brillante como un relámpago, y, acometido de terror, caí por tierra. Y Jesús, tomándome por la mano, me elevó por encima del suelo, y un sudor frío cubría mi frente. Y él, secando mi rostro, me dijo: Nada temas, José. Mírame y reconóceme, porque soy yo.

14. Y lo miré, y exclamé, lleno de asombro: ¡Oh Señor Elías! Y él me dijo: No soy Elías, sino Jesús de Nazareth, cuyo cuerpo has sepultado.

15. Y yo le respondí: Muéstrame la tumba en que te deposité. Y Jesús, tomándome por la mano otra vez, me condujo al lugar en que lo había sepultado, y me mostró el sudario y el paño en que había envuelto su cabeza.

16. Entonces reconocí que era Jesús, y lo adoré, diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

17. Y Jesús, tomándome por la mano de nuevo, me condujo a mi casa de Arimatea, y me dijo: Sea la paz contigo, y, durante cuarenta días, no salgas de tu casa. Yo vuelvo ahora cerca de mis discípulos.

Estupor de los judíos ante las declaraciones de José de Arimatea

XVI 1. Cuando los sacerdotes y los levitas oyeron tales cosas, quedaron estupefactos y como muertos. Y, vueltos en sí, exclamaron: ¿Qué maravilla es la que se ha manifestado en Jerusalén? Porque nosotros conocemos al padre y a la madre de Jesús.

2. Y cierto levita explicó: Sé que su padre y su madre eran personas temerosas del Altísimo, y que estaban siempre en el templo, orando, y ofreciendo hostias y holocaustos al Dios de Israel. Y, cuando Simeón, el Gran Sacerdote, lo recibió, dijo, tomándolo en sus brazos: Ahora, Señor, envía a tu servidor en paz, según tu palabra, porque mis ojos han visto al Salvador que has preparado para todos los pueblos, luz que ha de servir para la gloria de tu raza de Israel. Y aquel mismo Simeón bendijo también a María, madre de Jesús, y le dijo: Te anuncio, respecto a este niño, que ha nacido para la ruina y para la resurrección de muchos, y como signo de contradicción.

3. Entonces los judíos propusieron: Mandemos a buscar a los tres hombres que aseguran haberlo visto con sus discípulos en el monte de los Olivos.

4. Y, cuando así se hizo, y aquellos tres hombres llegaron, y fueron interrogados, respondieron con unánime voz: Por la vida del Señor, Dios de Israel, hemos visto manifiestamente a Jesús con sus discípulos en el monte de las Olivas, y asistido al espectáculo de su subida al cielo.

5. En vista de esta declaración, Anás y Caifás tomaron a cada uno de los testigos aparte, y se informaron de ellos separadamente. Y ellos insistieron sin contradicción en confesar la verdad, y en aseverar que habían visto a Jesús.

6. Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida. Pero sabemos que el bienaventurado Enoch, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida. Jesús, por lo contrario, ha sido entregado a Pilatos, azotado, abofeteado, coronado de espinas, atravesado por una lanza, crucificado, muerto sobre el madero, y sepultado. Y el honorable padre José, que depositó su cadáver en un sepulcro nuevo, atestigua haberlo visto vivo. Y estos tres hombres certifican haberlo encontrado con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haber asistido al espectáculo de su subida al cielo.

Descenso de Cristo al Infierno (Descensus Christi ad Inferos)

Nuevas y sensacionales declaracionesde José de Arimatea

XVII 1. Y José, levantándose, dijo a Anás y a Caifás: Razón tenéis para admiraros, al saber que Jesús ha sido visto resucitado y ascendiendo al empíreo. Pero aún os sorprenderéis más de que no sólo haya resucitado, sino de que haya sacado del sepulcro a muchos otros muertos, a quienes gran número de personas han visto en Jerusalén.

2. Y escuchadme ahora, porque todos sabemos que aquel bienaventurado Gran Sacerdote, que se llamó Simeón, recibió en sus manos, en el templo, a Jesús niño. Y Simeón tuvo dos hijos, hermanos de padre y de madre, y todos hemos presenciado su fallecimiento y asistido a su entierro. Pues id a ver sus tumbas, y las hallaréis abiertas, porque los hijos de Simeón se hallan en la villa de Arimatea, viviendo en oración. A veces se oyen sus gritos, mas no hablan a nadie, y permanecen silenciosos como muertos. Vayamos hacia ellos, y tratémoslos con la mayor amabilidad. Y, si con suave insistencia los interrogamos, quizá nos hablen del misterio de la resurrección de Jesús.

3. A cuyas palabras todos se regocijaron, y Anás, Caifás, Nicodemo, José y Gamaliel, yendo a los sepulcros, no encontraron a los muertos, pero, yendo a Arimatea, los encontraron arrodillados allí.

4. Y los abrazaron con sumo respeto y en el temor de Dios, y los condujeron a la Sinagoga de Jerusalén.

5. Y, no bien las puertas se cerraron, tomaron el libro santo, lo pusieron en sus manos, y los conjuraron por el Dios Adonaí, Señor de Israel, que ha hablado por la Ley y por los profetas, diciendo: Si sabéis quién es el que os ha resucitado de entre los muertos, decidnos cómo habéis sido resucitados.

6. Al oír esta adjuración, Carino y Leucio sintieron estremecerse sus cuerpos, y, temblorosos y emocionados, gimieron desde el fondo de su corazon.

7. Y, mirando al cielo, hicieron con su dedo la señal de la cruz sobre su lengua.

8. Y, en seguida, hablaron, diciendo: Dadnos resmas de papel, a fin de que escribamos lo que hemos visto y oído.

9. Y, habiéndoselas dado, se sentaron, y cada uno de ellos escribió lo que sigue.

Carino y Leucio comienzan su relato

XVIII 1. Jesucristo, Señor Dios, vida y resurrección de muertos, permítenos enunciar los misterios por la muerte de tu cruz, puesto que hemos sido conjurados por ti.

2. Tú has ordenado no referir a nadie los secretos de tu majestad divina, tales como los has manifestado en los infiernos.

3. Cuando estábamos con nuestros padres, colocados en el fondo de las tinieblas, un brillo real nos iluminó de súbito, y nos vimos envueltos por un resplandor dorado como el del sol.

4. Y, al contemplar esto, Adán, el padre de todo el género humano, estalló de gozo, así como todos los patriarcas y todos los profetas, los cuales clamaron a una: Esta luz es el autor mismo de la luz, que nos ha prometido transmitirnos una luz que no tendrá ni desmayos ni término.

Isaías con/irma uno de sus vaticinios

XIX 1. Y el profeta Isaías exclamó: Es la luz del Padre, el Hijo de Dios, como yo predije, estando en tierras de vivos: en la tierra de Zabulón y en la tierra de Nephtalim. Más allá del Jordán, el pueblo que estaba sentado en las tinieblas, vería una gran luz, y esta luz brillaría sobre los que estaban en la región de la muerte. Y ahora ha llegado, y ha brillado para nosotros, que en la muerte estábamos.

2. Y, como sintiésemos inmenso júbilo ante la luz que nos había esclarecido, Simeón, nuestro padre, se aproximó a nosotros, y, lleno de alegría, dijo a todos: Glorificad al Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios, porque yo lo tuve recién nacido en mis manos en el templo e, inspirado por el Espíritu Santo, lo glorifiqué y dije: Mis ojos han visto ahora la salud que has preparado en presencia de todos los pueblos, la luz para la revelación de las naciones, y la gloria de tu pueblo de Israel.

3. Al oír tales cosas, toda la multitud de los santos se alborozó en gran manera.

4. Y, en seguida, sobrevino un hombre, que parecía un ermitaño. Y, como todos le preguntasen quién era, respondió: Soy Juan, el oráculo y el profeta del Altísimo, el que precedió a su advenimiento al mundo, a fin de preparar sus caminos, y de dar la ciencia de la salvación a su pueblo para la remisión de los pecados. Y, viéndolo llegar hacia mí, me sentí poseído por el Espíritu Santo, y le dije: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Y lo bauticé en el río del Jordán, y vi al Espíritu Santo descender sobre él bajo la figura de una paloma. Y oí una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo todas mis complacencias, y a quien debéis escuchar. Y ahora, después de haber precedido a su advenimiento, he descendido hasta vosotros, para anunciaros que, dentro de poco, el mismo Hijo de Dios, levantándose de lo alto, vendrá a visitarnos, a nosotros, que estamos sentados en las tinieblas y en las sombras de la muerte.

La profecía hecha por el arcángel Miguel a Seth

XX 1. Y, cuando el padre Adán, el primer formado, oyó lo que Juan dijo de haber sido Jesús bautizado en el Jordán, exclamó, hablando a su hijo Seth: Cuenta a tus hijos, los patriarcas y los profetas, todo lo que oíste del arcángel Miguel, cuando, estando yo enfermo, te envié a las puertas del Paraíso, para que el Señor permitiese que su ángel diera aceite del árbol de la misericordia, que ungiese mi cuerpo.

2. Entonces Seth, aproximándose a los patriarcas y a los profetas, expuso: Me hallaba yo, Seth, en oración delante del Señor, a las puertas del Paraíso, y he aquí que Miguel, el numen de Dios, me apareció, y me dijo: He sido enviado a ti por el Señor, y presido sobre el cuerpo humano. Y te declaro, Seth, que es inútil pidas y ruegues con lágrimas el aceite del árbol de la misericordia, para ungir a tu padre Adán, y para que cesen los sufrimientos de su cuerpo. Porque de ningún modo podrás recibir ese aceite hasta los días postrimeros, cuando se hayan cumplido cinco mil años. Entonces, el Hijo de Dios, lleno de amor, vendrá a la tierra, y resucitará el cuerpo de Adán, y al mismo tiempo resucitará los cuerpos de los muertos. Y, a su venida, será bautizado en el Jordán, y, una vez haya salido del agua, ungirá con el aceite de su misericordia a todos los que crean en él, y el aceite de su misericordia será para los que deban nacer del agua y del Espíritu Santo para la vida eterna. Entonces Jesucristo, el Hijo de Dios, lleno de amor, y descendido a la tierra, introducirá a tu padre Adán en el Paraíso y lo pondrá junto al árbol de la misericordia.

3. Y, al oír lo que decía Seth, todos los patriarcas y todos los profetas se henchieron de dicha.

Discusión entre Satanás y la Furia en los infiernos

XXI 1. Y, mientras todos los padres antiguos se regocijaban, he aquí que Satanás, príncipe y jefe de la muerte, dijo a la Furia: prepárate a recibir a Jesús, que se vanagloria de ser el Cristo y el Hijo de Dios, y que es un hombre temerosísimo de la muerte, puesto que yo mismo lo he oído decir: Mi alma está triste hasta la muerte. Y entonces comprendí que tenía miedo de la cruz.

2. Y añadió: Hermano, aprestémonos, tanto tú como yo, para el mal día. Fortifiquemos este lugar, para poder retener aquí prisionero al llamado Jesús que, al decir de Juan y de los profetas, debe venir a expulsarnos de aquí. Porque ese hombre me ha causado muchos males en la tierra, oponiéndose a mí en muchas cosas, y despojándome de multitud de recursos. A los que yo había matado, él les devolvió la vida. Aquellos a quienes yo había desarticulado los miembros, él los enderezó por su sola palabra, y les ordenó que llevasen su lecho sobre los hombros. Hubo otros que yo había visto ciegos y privados de la luz, y por cuya cuenta me regocijaba, al verlos quebrarse la cabeza contra los muros, y arrojarse al agua, y caer, al tropezar en los atascaderos, y he aquí que este hombre, venido de no sé dónde, y, haciendo todo lo contrario de lo que yo hacía, les devolvía la vista por sus palabras. Ordenó a un ciego de nacimiento que lavase sus ojos con agua y con barro en la fuente de Siloé, y aquel ciego recobró la vista. Y, no sabiendo a qué otro lugar retirarme, tomé conmigo a mis servidores, y me alejé de Jesús. Y, habiendo encontrado a un joven, entré en él, y moré en su cuerpo. Ignoro cómo Jesús lo supo, pero es lo cierto que llegó adonde yo estaba, y me intimó la orden de salir. Y, habiendo salido, y no sabiendo dónde entrar, le pedí permiso para meterme en unos puercos, lo que hice, y los estrangulé.

3. Y la Furia, respondiendo a Satanás, dijo: ¿Quién es ese príncipe tan poderoso y que, sin embargo, teme la muerte? Porque todos los poderosos de la tierra quedan sujetos a mi poder desde el momento en que tú me los traes sometidos por el tuyo. Si, pues, tú eres tan poderoso, ¿quién es ese Jesús que, temiendo la muerte, se opone a ti? Si hasta tal punto es poderoso en su humanidad, en verdad te digo que es todopoderoso en su divinidad, y que nadie podrá resistir a su poder. Y, cuando dijo que temía la muerte, quiso engañarte, y constituirá tu desgracia en los siglos eternos.

4. Pero Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: ¿Por qué vacilas en aprisionar a ese Jesús, adversario de ti tanto como de mí? Porque yo lo he tentado, y he excitado contra él a mi antiguo pueblo judío, excitando el odio y la cólera de éste. Y he aguzado la lanza de la persecución. Y he hecho preparar madera para crucificarlo, y clavos para atravesar sus manos y sus pies. Y le he dado a beber hiel mezclada con vinagre. Y su muerte está próxima, y te lo traeré sujeto a ti y a mi.

5. Y la Furia respondió, y dijo: Me has informado de que él es quien me ha arrancado los muertos. Muchos están aquí, que retengo, y, sin embargo, mientras vivían sobre la tierra, muchos me han arrebatado muertos, no por su propio poder, sino por las plegarias que dirigieron a su Dios todopoderoso, que fue quien verdaderamente me los llevó. ¿Quién es, pues, ese Jesús, que por su palabra, me ha arrancado muertos? ¿Es quizá el que ha vuelto a la vida, por su palabra imperiosa, a Lázaro, fallecido hacía cuatro días, lleno de podredumbre y en disolución, y a quien yo retenía como difunto?

6. Y Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: Ese mismo Jesús es.

7. Y, al oírlo, la Furia repuso: Yo te conjuro, por tu poder y por el mío, que no lo traigas hacia mí. Porque, cuando me enteré de la fuerza de su palabra, temblé, me espanté y, al mismo tiempo, todos mis ministros impíos quedaron tan turbados como yo. No pudimos retener a Lázaro, el cual, con toda la agilidad y con toda la velocidad del águila, salió de entre nosotros, y esta misma tierra que retenía su cuerpo privado de vida se la devolvió. Por donde ahora sé que ese hombre, que ha podido cumplir cosas tales, es el Dios fuerte en su imperio, y poderoso en la humanidad, y Salvador de ésta, y, si le traes hacia mí, libertará a todos los que aquí retengo en el rigor de la prisión, y encadenados por los lazos no rotos de sus pecados y, por virtud de su divinidad, los conducirá a la vida que debe durar tanto como la eternidad.

Entrada triunfal de Jesús en los infiernos

XXII 1. Y, mientras Satanás y la Furia así hablaban, se oyó una voz como un trueno, que decía: Abrid vuestras puertas, vosotros, príncipes. Abríos, puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.

2. Y la Furia, oyendo la voz, dijo a Satanás: Anda, sal, y pelea contra él. Y Satanás salió.

3. Entonces la Furia dijo a sus demonios: Cerrad las grandes puertas de bronce, cerrad los grandes cerrojos de hierro, cerrad con llave las grandes cerraduras, y poneos todos de centinela, porque, si este hombre entra, estamos todos perdidos.

4. Y, oyendo estas grandes voces, los santos antiguos exclamaron: Devoradora e insaciable Furia, abre al Rey de la Gloria, al hijo de David, al profetizado por Moisés y por Isaías.

5. Y otra vez se oyó la voz de trueno que decía: Abrid vuestras puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.

6. Y la Furia gritó, rabiosa: ¿Quién es el Rey de la Gloria? Y los ángeles de Dios contestaron: El Señor poderoso y vencedor.

7. Y, en el acto, las grandes puertas de bronce volaron en mil pedazos, y los que la muerte había tenido encadenados se levantaron.

8. Y el Rey de la Gloria entró en figura de hombre, y todas las cuevas de la Furia quedaron iluminadas.

9. Y rompió los lazos, que hasta entonces no habían sido quebrantados, y el socorro de una virtud invencible nos visitó, a nosotros, que estábamos sentados en las profundidades de las tinieblas de nuestras faltas y en la sombra de la muerte de nuestros pecados.

Espanto de las potestades infernalesante la presencia de Jesús

XXIII 1. Al ver aquello, los dos príncipes de la muerte y del infierno, sus impíos oficiales y sus crueles ministros quedaron sobrecogidos de espanto en sus propios reinos, cual si no pudiesen resistir la deslumbradora claridad de tan viva luz, y la presencia del Cristo, establecido de súbito en sus moradas.

2. Y exclamaron con rabia impotente: Nos has vencido. ¿Quién eres tú, a quien el Señor envía para nuestra confusión? ¿Quién eres tú, tan pequeño y tan grande, tan humilde y tan elevado, soldado y general, combatiente admirable bajo la forma de un esclavo, Rey de la Gloria muerto en una cruz y vivo, puesto que desde tu sepulcro has descendido hasta nosotros? ¿Quién eres tú, en cuya muerte ha temblado toda criatura, y han sido conmovidos todos los astros, y que ahora permaneces libre entre los muertos, y turbas a nuestras legiones? ¿Quién eres tú, que redimes a los cautivos, y que inundas de luz brillante a los que están ciegos por las tinieblas de sus pecados?

3. Y todas las legiones de los demonios, sobrecogidos por igual terror, gritaban en el mismo tono, con sumisión temerosa y con voz unánime, diciendo: ¿De dónde eres, Jesús, hombre tan potente, tan luminoso, de majestad tan alta, libre de tacha y puro de crimen? Porque este mundo terrestre que hasta el día nos ha estado siempre sometido, y que nos pagaba tributos por nuestros usos abominables, jamás nos ha enviado un muerto tal como tú, ni destinado semejantes presentes a los infiernos. ¿Quién, pues, eres tú, que has franqueado sin temor las fronteras de nuestros dominios, y que no solamente no temes nuestros suplicios infernales, sino que pretendes librar a los que retenemos en nuestras cadenas? Quizá eres ese Jesús, de quien Satanás, nuestro príncipe, decía que, por su suplicio en la cruz, recibiría un poder sin límites sobre el mundo entero.

4. Entonces el Rey de la Gloria, aplastando en su majestad a la muerte bajo sus pies, y tomando a nuestro primer padre, privó a la Furia de todo su poder y atrajo a Adán a la claridad de su luz.

Imprecaciones acusadoras de la Furiacontra Satanás

XXIV 1. Y la Furia, bramando, aullando y abrumando a Satanás con violentos reproches, le dijo: Belzebú, príncipe de condenación, jefe de destrucción, irrisión de los ángeles de Dios, ¿qué has querido hacer? ¿Has querido crucificar al Rey de la Gloria, sobre cuya ruina y sobre cuya muerte nos habías prometido tan grandes despojos? ¿Ignoras cuán locamente has obrado? Porque he aquí que este Jesús disipa, por el resplandor de su divinidad, todas las tinieblas de la muerte. Ha atravesado las profundidades de las más sólidas prisiones, libertando a los cautivos, y rompiendo los hierros de los encadenados. Y he aquí que todos los que gemían bajo nuestros tormentos nos insultan, y nos acribillan con sus imprecaciones. Nuestros imperios y nuestros reinos han quedado vencidos, y no sólo no inspiramos ya terror a la raza humana, sino que, al contrario, nos amenazan y nos injurian aquellos que, muertos, jamás habían podido mostrar soberbia ante nosotros, ni jamás habían podido experimentar un momento de alegría durante su cautividad. Príncipe de todos los males y padre de los rebeldes e impíos, ¿qué has querido hacer? Los que, desde el comienzo del mundo hasta el presente, habían desesperado de su vida y de su salvación no dejan oír ya sus gemidos. No resuena ninguna de sus quejas clamorosas, ni se advierte el menor vestigio de lágrimas sobre la faz de ninguno de ellos. Rey inmundo, poseedor de las llaves de los infiernos, has perdido por la cruz las riquezas que habías adquirido por la prevaricación y por la pérdida del Paraíso. Toda tu dicha se ha disipado y, al poner en la cruz a ese Cristo, Jesús, Rey de la Gloria, has obrado contra ti y contra mí. Sabe para en adelante cuántos tormentos eternos y cuántos suplicios infinitos te están reservados bajo mi guarda, que no conoce término. Luzbel, monarca de todos los perversos, autor de la muerte y fuente del orgullo, antes que nada hubieras debido buscar un reproche justiciero que dirigir a Jesús. Y, si no encontrabas en él falta alguna, ¿por qué, sin razón, has osado crucificarlo injustamente, y traer a nuestra región al inocente y al justo, tú, que has perdido a los malos, a los impíos y a los injustos del mundo entero?

2. Y, cuando la Furia acabó de hablar así a Satanás, el Rey de la Gloria dijo a la primera: El príncipe Satanás quedará bajo tu potestad por los siglos de los siglos, en lugar de Adán y de sus hijos, que me son justos.

Jesús toma a Adán baj.o su protección y los antiguos profetas cantan su triunfo

XXV 1. Y el Señor extendió su mano, y dijo: Venid a mí, todos mis santos, hechos a mi imagen y a mi semejanza. Vosotros, que habéis sido condenados por el madero, por el diablo y por la muerte, veréis a la muerte y al diablo condenados por el madero.

2. Y, en seguida, todos los santos se reunieron bajo la mano del Señor. Y el Señor, tomando la de Adán, le dijo: Paz a ti y a todos tus hijos, mis justos.

3. Y Adán, vertiendo lágrimas, se prosternó a los pies del Señor, y dijo en voz alta: Señor, te glorificaré, porque me has acogido, y no has permitido que mis enemigos triunfasen sobre mí para siempre. Hacia ti clamé, y me has curado, Señor. Has sacado mi alma de los infiernos, y me has salvado, no dejándome con los que descienden al abismo. Cantad las alabanzas del Señor, todos los que sois santos, y confesad su santidad. Porque la cólera está en su indignación, y en su voluntad está la vida.

4. Y asimismo todos los santos de Dios se prosternaron a los pies del Señor, y dijeron con voz unánime: Has llegado, al fin, Redentor del mundo, y has cumplido lo que habías predicho por la ley y por tus profetas. Has rescatado a los vivos por tu cruz, y, por la muerte en la cruz, has descendido hasta nosotros, para arrancarnos del infierno y de la muerte, por tu majestad. Y, así como has colocado el título de tu gloria en el cielo, y has elevado el signo de la redención, tu cruz, sobre la tierra, de igual modo, Señor, coloca en el infierno el signo de la victoria de tu cruz, a fin de que la muerte no domine más.

5. Y el Señor, extendiendo su mano, hizo la señal de la cruz sobre Adán y sobre todos sus santos. Y, tomando la mano derecha de Adán, se levantó de los infiernos, y todos los santos lo siguieron.

6. Entonces el profeta David exclamó con enérgico tono: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho cosas admirables. Su mano derecha y su brazo nos han salvado. El Señor ha hecho conocer su salud, y ha revelado su justicia en presencia de todas las naciones.

7. Y toda la multitud de los santos respondió, diciendo: Esta gloria es para todos los santos. Así sea. Alabad a Dios.

8. Y entonces el profeta Habacuc exclamó, diciendo: Has venido para la salvación de tu pueblo, y para la liberación de tus elegidos.

9. Y todos los santos respondieron, diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor, y nos ilumina.

10. Igualmente el profeta Miqueas exclamé, diciendo: ¿Qué Dios hay como tú, Señor, que desvaneces las iniquidades, y que borras los pecados? Y ahora contienes el testimonio de tu cólera. Y te inclinas más a la misericordia. Has tenido piedad de nosotros, y nos has absuelto de nuestros pecados, y has sumido todas nuestras iniquidades en el abismo de la muerte, según que habías jurado a nuestros padres en los días antiguos.

11. Y todos los santos respondieron, diciendo: Es nuestro Dios para siempre, por los siglos de los siglos, y durante todos ellos nos regirá. Así sea. Alabad a Dios.

12. Y los demás profetas recitaron también pasajes de sus viejos cánticos, consagrados a alabar a Dios. Y todos los santos hicieron lo mismo.

Llegada de los santos antiguos al Paraíso y su encuentro con Enoch y con Elías

XXVI 1. Y el Señor, tomando a Adán por la mano, lo puso en las del arcángel Miguel, al cual siguieron asimismo todos los santos.

2. Y los introdujo a todos en la gracia gloriosa del Paraíso, y dos hombres, en gran manera ancianos, se presentaron ante ellos.

3. Y los santos los interrogaron, diciendo: ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis estado en los infiernos con nosotros, y que habéis sido traídos corporalmente al Paraíso?

4. Y uno de ellos repuso: Yo soy Enoch, que he sido transportado aquí por orden del Señor. Y el que está conmigo es Elías, el Tesbita, que fue arrebatado por un carro de fuego. Hasta hoy no hemos gustado la muerte, pero estamos reservados para el advenimiento del Anticristo, armados con enseñas divinas, y pródigamente preparados para combatir contra él, para darle muerte en Jerusalén, y para, al cabo de tres días y medio, ser de nuevo elevados vivos en las nubes.

Llegada del buen ladrón al Paraíso

XXVII 1. Y mientras Enoch y Elías así hablaban, he aquí que sobrevino un hombre muy miserable, que llevaba sobre sus espaldas el signo de la cruz.

2. Y, al verlo, todos los santos le preguntaron: ¿Quién eres? Tu aspecto es el de un ladrón. ¿De dónde vienes, que llevas el signo de la cruz sobre tus espaldas?

3. Y él, respondiéndoles, dijo: Con verdad habláis, porque yo he sido un ladrón, y he cometido crímenes en la tierra. Y los judíos me crucificaron con Jesús, y vi las maravillas que se realizaron por la cruz de mi compañero, y creí que es el Creador de todas las criaturas, y el rey todopoderoso, y le rogué, exclamando: Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Y, acto seguido, accediendo a mi súplica, contestó: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. Y me dio este signo de la cruz, advirtiéndome: Entra en el Paraíso llevando esto, y, si su ángel guardián no quiere dejarte entrar, muéstrale el signo de la cruz, y dile: Es Jesucristo, el hijo de Dios, que está crucificado ahora, quien me ha enviado a ti. Y repetí estas cosas al ángel guardián, que, al oírmelas, me abrió presto, me hizo entrar, y me colocó a la derecha del Paraíso, diciendo: Espera un poco, que pronto Adán, el padre de todo el género humano, entrará con todos sus hijos, los santos y los justos del Cristo, el Señor crucificado.

4. Y, cuando hubieron escuchado estas palabras del ladrón, todos los patriarcas, con voz unánime, clamaron: Bendito sea el Señor todopoderoso, padre de las misericordias y de los bienes eternos, que ha concedido tal gracia a los pecadores, y que los ha introducido en la gloria del Paraíso, y en los campos fértiles en que reside la verdadera vida espiritual. Así sea.

Carino y Leucio concluyen su relato

XXVIII 1. Tales son los misterios divinos y sagrados que oímos y vivimos, nosotros, Carino y Leucio.

2. Mas no nos está permitido proseguir, y contar los demás misterios de Dios, como el arcángel Miguel los declaró altamente, diciéndonos: Id con vuestros hermanos a Jerusalén, y permaneced en oración, bendiciendo y glorificando la resurrección del Señor Jesucristo, vosotros a quienes él ha resucitado de entre los muertos. No habléis con ningún nacido, y permaneced como mudos, hasta que llegue la hora en que el Señor os permita referir los misterios de su divinidad.

3. Y el arcángel Miguel nos ordenó ir más allá del Jordán, donde están varios, que han resucitado con nosotros en testimonio de la resurrección del Cristo. Porque hace tres días solamente que se nos permite, a los que hemos resucitado de entre los muertos, celebrar en Jerusalén la Pascua del Señor con nuestros parientes, en testimonio de la resurrección del Cristo, y hemos sido bautizados en el santo río del Jordán, recibiendo todos ropas blancas.

4. Y, después de los tres días de la celebración de la Pascua, todos los que habían resucitado con nosotros fueron arrebatados por nubes. Y, conducidos más allá del Jordán, no han sido vistos por nadie.

5. Estas son las cosas que el Señor nos ha ordenado referiros. Alabadlo, confesadlo y haced penitencia, a fin de que os trate con piedad. Paz a vosotros en el Señor Dios Jesucristo, Salvador de todos los hombres. Amén.

6. Y, no bien hubieron terminado de escribir todas estas cosas sobre resmas separadas de papel, se levantaron. Y Carino puso lo que había escrito en manos de Anás, de Caifás y de Gamaliel. E igualmente Leucio dio su manuscrito a José y a Nicodemo.

7. Y, de súbito, quedaron transfigurados, y aparecieron cubiertos de vestidos de una blancura deslumbradora, y no se los vio más.

8. Y se encontró ser sus escritos exactamente iguales en extensión y en dicción, sin que hubiese entre ellos una letra de diferencia.

9. Y toda la Sinagoga quedó en extremo sorprendida, al ter aquellos discursos admirables de Carino y de Leucio. Y los judíos se decían los unos a los otros: Verdaderamente es Dios quien ha hecho todas estas cosas, y bendito sea el Señor Jesús por los siglos de los siglos. Amén.

10. Y salieron todos de la Sinagoga con gran inquietud, temor y temblor, dándose golpes de pecho, y cada cual se retiró a su casa.

11. Y José y Nicodemo contaron todo lo ocurrido al gobernador, y Pilato escribió cuanto los judíos habían dicho tocante a Jesús, y puso todas aquellas palabras en los registros públicos de su Pretorio.

Pilatos en el templo

XXIX 1. Después de esto, Pilatos, habiendo entrado en el templo de los judíos, congregó a todos los príncipes de los sacerdotes, a los escribas y a los doctores de la ley.

2. Y penetró con ellos en el santuario, y ordenó que se cerrasen todas las puertas, y les dijo: He sabido que poseéis en este templo una gran colección de libros, y os mando que me los mostréis.

3. Y, cuando cuatro de los ministros del templo hubieron aportado aquellos libros adornados con oro y con piedras preciosas, Pilatos dijo a todos: Por el Dios vuestro Padre, que ha hecho y ordenado que este templo fuera construido, os conjuro a que no me ocultéis la verdad. Sabéis todos vosotros lo que en estos libros está escrito. Pues ahora manifestadme si encontráis en las Escrituras que ese Jesús, a quien habéis crucificado, es el Hijo de Dios, que debía venir para la salvación del género humano, y explicadme cuántos años debían transcurrir hasta su venida.

4. Así apretados por el gobernador, Anás y Caifás hicieron salir de allí a los demás, que estaban con ellos, y ellos mismos cerraron todas las puertas del templo y del santuario, y dijeron a Pilatos: Nos pides, invocando la edificación del templo, que te manifestemos la verdad, y que te demos razón de los misterios. Ahora bien: luego que hubimos crucificado a Jesús, ignorando que era el Hijo de Dios, y pensando que hacía milagros por arte de encantamiento, celebramos una gran asamblea en este mismo lugar. Y, consultando entre nosotros sobre las maravillas que había realizado Jesús, hemos encontrado muchos testigos de nuestra raza, que nos han asegurado haberlo visto vivo después de la pasión de su muerte. Hasta hemos hallado dos testigos de que Jesús había resucitado cuerpos de muertos. Y hemos tenido en nuestras manos el relato por escrito de los grandes prodigios cumplidos por Jesús entre esos difuntos. Y es nuestra costumbre que cada año, al abrir los libros sagrados ante nuestra Sinagoga, busquemos el testimonio de Dios. Y, en el primer libro de los Setenta, donde el arcángel Miguel habla al tercer hijo de Adán, encontramos mención de los cinco mil años que debían transcurrir hasta que descendiese del cielo el Cristo, el Hijo bien amado de Dios, y consideramos que el Señor de Israel dijo a Moisés: Haz un arca de alianza de dos codos y medio de largo, de codo y medio de alto, y de codo y medio de ancho. En estos cinco codos y medio hemos comprendido y adivinado el simbolismo de la fábrica del arca del Antiguo Testamento, simbolismo significativo de que, al cabo de cinco millares y medio de años, Jesucristo debía venir al mundo en el arca de su cuerpo, y de que, conforme al testimonio de nuestras Escrituras, es el Hijo de Dios y el Señor de Israel. Porque, después de su pasión, nosotros, príncipes de los sacerdotes, presa de asombro ante los milagros que se operaron a causa de él, hemos abierto estos libros, y examinado todas las generaciones hasta la generación de José y de María, madre de Jesús. Y, pensando que era de la raza de David, hemos encontrado lo que ha cumplido el Señor. Y, desde que creó el cielo, la tierra y el hombre, hasta el diluvio, transcurrieron dos mil doscientos doce años. Y, desde el diluvio hasta Abraham, novecientos doce años. Y, desde Abraham hasta Moisés, cuatrocientos treinta años. Y, desde Moisés hasta David, quinientos diez años. Y, desde David hasta la cautividad de Babilonia, quinientos años. Y, desde la cautividad de Babilonia hasta la encarnación de Jesucristo, cuatrocientos años. Los cuales forman en conjunto cinco millares y medio de años. Y así resulta que Jesús, a quien hemos crucificado, es el verdadero Cristo, hijo del Dios omnipotente.

Primera carta de Pilatos a Tiberio

Carta de Pilatos al emperador

XXX 1. Poncio Pilatos a Claudio Tiberio César, salud.

2. Por este escrito mío sabrás que sobre Jerusalén han recaído maravillas tales como jamás se vieran.

3. Los judíos, por envidia a un profeta suyo, llamado Jesús, lo han condenado y castigado cruelísimamente, a pesar de ser un varón piadoso y sincero, a quien sus discípulos tenían por Dios.

4. Lo había dado a luz una virgen, y las tradiciones judías habían vaticinado que sería rey de su pueblo.

5. Devolvía la vista a los ciegos, limpiaba a los leprosos, hacía andar a los paralíticos, expulsaba a los demonios del interior de los posesos, resucitaba a los muertos, imperaba sobre los vientos y sobre las tempestades, caminaba por encima de las ondas del mar, y realizaba tantas y tales maravillas que, aunque el pueblo lo llamaba Hijo de Dios, los príncipes de los judíos, envidiosos de su poder, lo prendieron, me lo entregaron, y, para perderlo, mintieron ante mí, diciéndome que era un mago, que violaba el sábado, y que obraba contra su ley.

6. Y yo, mal informado y peor aconsejado, les creí, hice azotar a Jesús y lo dejé a su discreción.

7. Y ellos lo crucificaron, lo sepultaron, y pusieron en su tumba, para custodiarlo, soldados que me pidieron.

8. Empero, al tercer día resucitó, escapando a la muerte.

9. Y, al conocer prodigio tamaño, los príncipes de los judíos dieron dinero a los guardias, advirtiéndole: Decid que sus discípulos vinieron al sepulcro, y robaron su cuerpo.

10. Mas, no bien hubieron recibido el dinero, los guardias no pudieron ocultar mucho tiempo la verdad, y me la revelaron.

11. Y yo te la transmito, para que abiertamente la conozcas, y para que no ignores que los príncipes de los judíos han mentido.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

EVANGELIO SEGÚN TOMÁS

(texto copto de Nag Hammadi)

Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.

1. Y dijo: «Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte».

2. Dijo Jesús: «El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo».

3. Dijo Jesús: «Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma».

4. Dijo Jesús: «No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo».

5. Dijo Jesús: «Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto».

6. Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar respecto a la comida?» Jesús dijo: «No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado».

7. Jesús dijo: «Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre».

8. Y dijo: «El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande».

9. Dijo Jesús: «He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas —éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida».

10. Dijo Jesús: «He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda».

11. Dijo Jesús: «Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán. Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir; ¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos hecho dos, ¿qué vais a hacer?».

12. Los discípulos dijeron a Jesús: «Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?» Díjoles Jesús: «Dondequiera que os hayáis reunido, dirigíos a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados».

13. Dijo Jesús a sus discípulos: «Haced una comparación y decidme a quién me parezco». Dijóle Simón Pedro: «Te pareces a un ángel justo». Díjole Mateo: «Te pareces a un filósofo, a un hombre sabio». Díjole Tomás: «Maestro, mi boca es absolutamente incapaz de decir a quién te pareces». Respondió Jesús: «Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado del manantial que yo mismo he medido». Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Tomás se volvió al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: «¿Qué es lo que te ha dicho Jesús?» Tomás respondió: «Si yo os revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogeríais piedras y las arrojaríais sobre mí: entonces saldría fuego de ellas y os abrasaría».

14. Díjoles Jesús: «Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis oración, se os condenará ; y si dais limosnas, haréis mal a vuestros espíritus. Cuando vayáis a un país cualquiera y caminéis por las regiones, si se os recibe, comed lo que os presenten (y) curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra boca, eso sí que os manchará».

15. Dijo Jesús: «Cuando veáis al que no nació de mujer, postraos sobre vuestro rostro y adoradle: Él es vuestro padre».

16. Dijo Jesús: «Quizá piensan los hombres que he venido a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra . Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y todos ellos se encontrarán en soledad».

17. Dijo Jesús: «Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y en ningún corazón humano ha penetrado».

18. Dijeron los discípulos a Jesús: «Dinos cómo va a ser nuestro fin». Respondió Jesús: «¿Es que habéis descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte».

19. Dijo Jesús: «Dichoso aquel que ya existía antes de llegar a ser. Si os hacéis mis discípulos (y) escucháis mis palabras, estas piedras se pondrán a vuestro servicio. Cinco árboles tenéis en el paraíso que ni en verano ni en invierno se mueven y cuyo follaje no cae: quien los conoce no gustará la muerte».

20. Dijeron los discípulos a Jesús: «Dinos a qué se parece el reino de los cielos». Díjoles: «Se parece a un grano de mostaza, que es (ciertamente) la más exigua de todas las semillas, pero cuando cae en tierra de labor hace brotar un tallo (y) se convierte en cobijo para los pájaros del cielo».

21. Dijo Mariham a Jesús: «¿A qué se parecen tus discípulos ?» Él respondió: «Se parecen a unos muchachos que se han acomodado en una parcela ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno les dirán: Devolvednos nuestra finca. Ellos se sienten desnudos en su presencia al tener que dejarla y devolvérsela». Por eso os digo: «Si el dueño de la casa se entera de que va a venir el ladrón, se pondrá a vigilar antes de que llegue y no permitirá que éste penetre en la casa de su propiedad y se lleve su ajuar. Así, pues, vosotros estad también alerta ante el mundo, ceñid vuestros lomos con fortaleza para que los ladrones encuentren cerrado el paso hasta vosotros; pues (si no) darán con la recompensa que vosotros esperáis. ¡Ojalá surja de entre vosotros un hombre sabio que —cuando la cosecha hubiere madurado— venga rápidamente con la hoz en la mano y la siegue! El que tenga oídos para oír, que oiga».

22. Jesús vio unas criaturas que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: «Estas criaturas a las que están dando el pecho se parecen a quienes entran en el Reino». Ellos le dijeron: «¿Podremos nosotros —haciéndonos pequeños— entrar en el Reino?» Jesús les dijo: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino]».

23. Dijo Jesús: «Yo os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará que ellos quedarán como uno solo».

24. Dijeron sus discípulos: «Instruyenos acerca del lugar donde moras, pues sentimos la necesidad de indagarlo». Díjoles: «El que tenga oídos, que escuche: en el interior de un hombre de luz hay siempre luz y él ilumina todo el universo; sin su luz reinan las tinieblas».

25. Dijo Jesús: «Ama a tu hermano como a tu alma; cuídalo como la pupila de tu ojo».

26. Dijo Jesús: «La paja en el ojo de tu hermano, sí que la ves; pero la viga en el tuyo propio, no la ves. Cuando hayas sacado la viga de tu ojo, entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano».

27. (Dijo Jesús): «Si no os abstenéis del mundo, no encontraréis el Reino; si no hacéis del sábado sábado, no veréis al Padre».

28. Dijo Jesús: «Yo estuve en medio del mundo y me manifesté a ellos en carne. Los hallé a todos ebrios (y) no encontré entre ellos uno siquiera con sed. Y mi alma sintió dolor por los hijos de los hombres, porque son ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido vacíos al mundo y vacíos intentan otra vez salir de él. Ahora bien: por el momento están ebrios, pero cuando hayan expulsado su vino, entonces se arrepentirán».

29. Dijo Jesús: «El que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu es un prodigio; pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo, es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza ha venido a alojarse en esta pobreza».

30. Dijo Jesús: «Dondequiera que hubiese tres dioses, dioses son; dondequiera que haya dos o uno, con él estoy yo».

31. Dijo Jesús: «Ningún profeta es aceptado en su aldea; ningún médico cura a aquellos que le conocen».

32. Dijo Jesús: «Una ciudad que está construida (y) fortificada sobre una alta montaña no puede caer ni pasar inadvertida».

33. Dijo Jesús: «Lo que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor».

34. Dijo Jesús: «Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».

35. Dijo Jesús: «No es posible que uno entre en la casa del fuerte y se apodere de ella (o de él) de no ser que logre atarle las manos a éste: entonces sí que saqueará su casa».

36. Dijo Jesús: «No estéis preocupados desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana (pensando) qué vais a poneros».

37. Sus discípulos dijeron: «¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te vamos a ver?» Dijo Jesús: «Cuando perdáis (el sentido de) la vergüenza y —cogiendo vuestros vestidos— los pongáis bajo los talones como niños pequeños y los pisoteéis, entonces [veréis] al Hijo del Viviente y no tendréis miedo».

38. Dijo Jesús: «Muchas veces deseasteis escuchar estas palabras que os estoy diciendo sin tener a vuestra disposición alguien a quien oírselas. Días llegarán en que me buscaréis (y) no me encontraréis».

39. Dijo Jesús: «Los fariseos y los escribas recibieron las llaves del conocimiento y las han escondido: ni ellos entraron, ni dejaron entrar a los que querían. Pero vosotros sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas».

40. Dijo Jesús: «Una cepa ha sido plantada al margen del Padre y —como no está firmemente arraigada— será arrancada de cuajo y se malogrará».

41. Jesús dijo: «A quien tiene en su mano se le dará; y a quien nada tiene —aun aquello poco que tiene— se le quitará».

42. Dijo Jesús: «Haceos pasajeros».

43. Le dijeron sus discípulos: «¿Quién eres tú para decirnos estas cosas?» [Jesús respondió]: «Basándoos en lo que os estoy diciendo, no sois capaces de entender quién soy yo; os habéis vuelto como los judíos, ya que éstos aman el árbol y odian su fruto, aman el fruto y odian el árbol».

44. Dijo Jesús: «A quien insulte al Padre, se le perdonará; y a quien insulte al Hijo, (también) se le perdonará. Pero quien insulte al Espíritu Santo no encontrará perdón ni en la tierra ni en el cielo».

45. Dijo Jesús: «No se cosechan uvas de los zarzales ni se cogen higos de los espinos, (pues) éstos no dan fruto alguno. [Un] hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro; un hombre malo saca cosas malas del mal tesoro que tiene en su corazón y habla maldades, pues de la abundancia del corazón saca él la maldad».

46. Dijo Jesús: «Desde Adán hasta Juan el Bautista no hay entre los nacidos de mujer nadie que esté más alto que Juan el Bautista, de manera que sus ojos no se quiebren. Pero yo he dicho: Cualquiera de entre vosotros que se haga pequeño, vendrá en conocimiento del Reino y llegará a ser encumbrado por encima de Juan».

47. Dijo Jesús: «No es posible que un hombre monte dos caballos y tense dos arcos; no es posible que un esclavo sirva a dos señores, sino que más bien honrará a uno y despreciará al otro. A ningún hombre le apetece —después de haber bebido vino añejo— tomar vino nuevo; no se echa vino nuevo en odres viejos, no sea que éstos se rompan, y no se echa vino añejo en odre nuevo para que éste no le eche a perder. No se pone un remiendo viejo en un vestido nuevo, pues se produciría un rasgón».

48. Dijo Jesús: «Si dos personas hacen la paz entre sí en esta misma casa, dirán a la montaña: ¡Desaparece de aquí! Y ésta desaparecerá».

49. Dijo Jesús: «Bienaventurados los solitarios y los elegidos: vosotros encontraréis el Reino, ya que de él procedéis (y) a él tornaréis».

50. Dijo Jesús: «Si os preguntan: ¿De dónde habéis venido?, decidles: Nosotros procedemos de la luz, del lugar donde la luz tuvo su origen por sí misma; (allí) estaba afincada y se manifestó en su imagen. Si os preguntan: ¿Quién sois vosotros.?, decid: Somos sus hijos y somos los elegidos del Padre Viviente. Si se os pregunta: ¿Cuál es la señal de vuestro Padre que lleváis en vosotros mismos?, decidles: Es el movimiento y a la vez el reposo».

51. Le dijeron sus discípulos: «¿Cuándo sobrevendrá el reposo de los difuntos y cuándo llegará el mundo nuevo?» Él les dijo: «Ya ha llegado (el reposo) que esperáis, pero vosotros no caéis en la cuenta».

52. Sus discípulos le dijeron: «24 profetas alzaron su voz en Israel y todos hablaron de tí». El les dijo: «Habéis dejado a un lado al Viviente (que está) ante vosotros ¡y habláis de los muertos!».

53. Sus discípulos le dijeron: «¿Es de alguna utilidad la circuncisión o no?» Y él les dijo: «Si para algo valiera, ya les engendraría su padre circuncisos en el seno de sus madres; sin embargo, la verdadera circuncisión en espíritu ha sido de gran utilidad».

54. Dijo Jesús: «Bienaventurados los pobres, pues vuestro es el reino de los cielos».

55. Dijo Jesús: «Quien no odie a su padre y a su madre, no podrá ser discípulo mío. Y (quien no) odie a sus hermanos y hermanas (y no cargue) con su cruz como yo, no será digno de mí».

56. Dijo Jesús: «Quien haya comprendido (lo que es) el mundo, ha dado con un cadáver. Y quien haya encontrado un cadáver, de él no es digno el mundo».

57. Dijo Jesús: «El Reino del Padre se parece a un hombre que tenía una [buena] semilla. Vino de noche su enemigo y sembró cizaña entre la buena semilla. Este hombre no consintió que ellos (los jornaleros) arrancasen la cizaña, sino que les dijo: No sea que vayáis a escardar la cizaña y con ella arranquéis el trigo; ya aparecerán las matas de cizaña el día de la siega, (entonces) se las arrancará y se las quemará».

58. Dijo Jesús: «Bienaventurado el hombre que ha sufrido: ha encontrado la vida».

59. Dijo Jesús: «Fijad vuestra mirada en el Viviente mientras estáis vivos, no sea que luego muráis e intentéis contemplarlo y no podáis».

60. (Vieron) a un samaritano que llevaba un cordero camino de Judea y dijo a sus discípulos : «(¿Qué hace) éste con el cordero?» Ellos le dijeron: «(Irá) a sacrificarlo para comérselo.» Y les dijo: «Mientras esté vivo no se lo comerá, sino sólo después de haberlo degollado, cuando (el cordero) se haya convertido en un cadáver». Ellos dijeron: «No podrá obrar de otro modo». El dijo: «Vosotros aseguraos un lugar de reposo para que no os convirtáis en cadáveres y seáis devorados».

61. Dijo Jesús: «Dos reposarán en un mismo lecho: el uno morirá, el otro vivirá». Dijo Salomé: «¿Quién eres tú, hombre, y de quién? Te has subido a mi lecho y has comido de mi mesa». Díjole Jesús: «Yo soy el que procede de quien (me) es idéntico; he sido hecho partícipe de los atributos de mi Padre». (Salomé dijo): «Yo soy tu discípula». (Jesús le dijo): «Por eso es por lo que digo que si uno ha llegado a ser idéntico, se llenará de luz; mas en cuanto se desintegre, se inundará de tinieblas».

62. Dijo Jesús: «Yo comunico mis secretos a los que [son dignos] de ellos. Lo que hace tu derecha, no debe averiguar tu izquierda lo que haga».

63. Dijo Jesús: «Había un hombre rico que poseía una gran fortuna, y dijo: Voy a emplear mis

riquezas en sembrar, cosechar, plantar y llenar mis graneros de frutos de manera que no me falte de nada. Esto es lo que él pensaba en su corazón; y aquella noche se murió. El que tenga oídos, que oiga».

64. Dijo Jesús: «Un hombre tenía invitados. Y cuando hubo preparado la cena, envió a su criado a avisar a los huéspedes. Fue (éste) al primero y le dijo: Mi amo te invita. Él respondió: Tengo (asuntos de) dinero con unos mercaderes; éstos vendrán a mí por la tarde y yo habré de ir y darles instrucciones; pido excusas por la cena. Fuese a otro y le dijo: Estás invitado por mi amo. Él le dijo: He comprado una casa y me requieren por un día; no tengo tiempo. Y fue a otro y le dijo: Mi amo te invita. Y él le dijo: Un amigo mío se va a casar y tendré que organizar el festín. No voy a poder ir; me excuso por lo de la cena. Fuese a otro y le dijo: Mi amo te invita. Éste replicó: Acabo de comprar una hacienda (y) me voy a cobrar la renta; no podré ir, presento mis excusas. Fuese el criado (y) dijo a su amo: Los que invitaste a la cena se han excusado. Dijo el amo a su criado: Sal a la calle (y) tráete a todos los que encuentres para que participen en mi festín; los mercaderes y hombres de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre».

65. El dijo: «Un hombre de bien poseía un majuelo y se lo arrendó a unos viñadores para que lo trabajaran y así poder percibir de ellos el fruto. Envió, pues, a un criado para que éstos le entregaran la cosecha del majuelo. Ellos prendieron al criado y le golpearon hasta casi matarlo. Éste fue y se lo contó a su amo, quien dijo: Tal vez no les reconoció; y envió otro criado. También éste fue maltratado por los viñadores. Entonces envió a su propio hijo, diciendo ¡A ver si respetan por lo menos a mi hijo! Los viñadores —a quienes no se les ocultaba que éste era el heredero del majuelo— le prendieron (y) le mataron. El que tenga oídos, que oiga».

66. Dijo Jesús: «Mostradme la piedra que los albañiles han rechazado; ésta es la piedra angular».

67. Dijo Jesús: «Quien sea conocedor de todo, pero falle en (lo tocante a) sí mismo, falla en todo».

68. Dijo Jesús: «Dichosos vosotros cuando se os odie y se os persiga, mientras que ellos no encontrarán un lugar allí donde se os ha perseguido a vosotros».

69. Dijo Jesús: «Dichosos los que han sufrido persecución en su corazón: éstos son los que han reconocido al Padre de verdad». (Dijo Jesús): «Dichosos los hambrientos, pues el estómago de aquellos que hambrean se saciará».

70. Dijo Jesús: «Cuando realicéis esto en vosotros mismos, aquello que tenéis os salvará; pero si no lo tenéis dentro, aquello que no tenéis en vosotros mismos os matará».

71. Dijo Jesús: «Voy a des[truir esta] casa y nadie podrá [re]edificarla».

72. [Un hombre] le [dijo]: «Di a mis hermanos que repartan conmigo los bienes de mi padre». El replicó: «¡Hombre! ¿Quién ha hecho de mí un repartidor?» Y se dirigió a sus discípulos, diciéndoles: «¿Es que soy por ventura un repartidor?».

73. Dijo Jesús: «La cosecha es en verdad abundante, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor que envíe obreros para la recolección».

74. El dijo: «Señor, hay muchos alrededor del aljibe, pero no hay nadie dentro del aljibe».

75. Dijo Jesús: «Muchos están ante la puerta, pero son los solitarios los que entrarán en la cámara nupcial».

76. Dijo Jesús: «El reino del Padre se parece a un comerciante poseedor de mercancías, que encontró una perla. Ese comerciante era sabio: vendió sus mercancías y compró aquella perla única. Buscad vosotros también el tesoro imperecedero allí donde no entran ni polillas para devorar(lo) ni gusano para destruir(lo)».

77. Dijo Jesús: «Yo soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis».

78. Dijo Jesús: «¿A qué salisteis al campo? ¿Fuisteis a ver una caña sacudida por el viento? ¿Fuisteis a ver a un hombre vestido de ropas finas? [Mirad a vuestros] reyes y a vuestros magnates: ellos son los que llevan [ropas] finas, pero no podrán reconocer la verdad».

79. Le dijo una mujer de entre la turba: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». El [le] respondió: «Bienaventurados aquellos que han escuchado la palabra del Padre (y) la han guardado de verdad, pues días vendrán en que diréis: Dichoso el vientre que no concibió y los pechos que no amamantaron».

80. Dijo Jesús: «El que haya reconocido al mundo, ha encontrado el cuerpo. Pero de quien haya encontrado el cuerpo, de éste no es digno el mundo».

81. Dijo Jesús: «Quien haya llegado a ser rico, que se haga rey; y quien detente el poder, que renuncie».

82. Dijo Jesús: «Quien esté cerca de mí, está cerca del fuego; quien esté lejos de mí, está lejos del Reino».

83. Dijo Jesús: «Las imágenes se manifiestan al hombre, y la luz que hay en ellas permanece latente en la imagen de la luz del Padre. Él se manifestará, quedando eclipsada su imagen por su luz».

84. Dijo Jesús: «Cuando contempláis lo que se os parece, os alegráis; pero cuando veáis vuestras propias imágenes hechas antes que vosotros —imperecederas y a la vez invisibles—, ¿cuánto podréis aguantar?».

85. Dijo Jesús: «El que Adán llegara a existir se debió a una gran fuerza y a una gran riqueza; (sin embargo), no llegó a ser digno de vosotros, pues en el supuesto de que hubiera conseguido ser digno, [no hubiera gustado] la muerte».

86. Dijo Jesús: «[Las zorras tienen su guarida] y los pájaros [su] nido, pero el Hijo del hombre no tiene lugar donde reclinar su cabeza (y) descansar».

87. Dijo Jesús: «Miserable es el cuerpo que depende de un cuerpo, y miserable es el alma que depende de entrambos».

88. Dijo Jesús: «Los ángeles y los profetas vendrán a vuestro encuentro y os darán lo que os corresponde; vosotros dadles asimismo lo que está en vuestra mano, dádselo (y) decíos: ¿Cuándo vendrán ellos a recoger lo que les pertenece?».

89. Dijo Jesús: «¿Por qué laváis lo exterior del vaso? ¿Es que no comprendéis que aquel que hizo el interior no es otro que quien hizo el exterior?».

90. Dijo Jesús: «Venid a mí, pues mi yugo es adecuado y mi dominio suave, y encontraréis reposo para vosotros mismos».

91. Ellos le dijeron: «Dinos quién eres tú, para que creamos en ti». El les dijo: «Vosotros observáis el aspecto del cielo y de la tierra, y no habéis sido capaces de reconocer a aquel que está ante vosotros ni de intuir el momento presente».

92. Dijo Jesús: «Buscad y encontraréis: mas aquello por lo que me preguntabais antaño —sin que yo entonces os diera respuesta alguna— quisiera manifestároslo ahora, y vosotros no me hacéis preguntas en este sentido».

93. [Dijo Jesús]: «No echéis las cosas santas a los perros, no sea que vengan a parar en el muladar; no arrojéis las perlas a los puercos, para que ellos no las [....]».

94. [Dijo] Jesús: «El que busca encontrará, [y al que llama] se le abrirá».

95. [Dijo Jesús]: «Si tenéis algún dinero, no lo prestéis con interés, sino dádselo a aquel que no va a devolvéroslo».

96. [Dijo] Jesús: «El reino del Padre se parece a [una] mujer que tomó un poco de levadura, la [introdujo] en la masa (y) la convirtió en grandes hogazas de pan. Quien tenga oídos, que oiga».

97. Dijo Jesús: «El reino del [Padre] se parece a una mujer que transporta(ba) un recipiente lleno de harina. Mientras iba [por un] largo camino, se rompió el asa (y) la harina se fue desparramando a sus espaldas por el camino. Ella no se dio cuenta (ni) se percató del accidente. Al llegar a casa puso el recipiente en el suelo (y) lo encontró vacío».

98. Dijo Jesús: «El reino del Padre se parece a un hombre que tiene la intención de matar a un gigante: desenvainó (primero) la espada en su casa (y) la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces dio muerte al gigante».

99. Los discípulos le dijeron: «Tus hermanos y tu madre están afuera». El les dijo: «Los aquí (presentes) que hacen la voluntad de mi Padre, éstos son mis hermanos y mi madre; ellos son los que entrarán en el reino de mi Padre».

100. Le mostraron a Jesús una moneda de oro, diciéndole: «Los agentes de César nos piden los impuestos». El les dijo: «Dad a César lo que es de César, dad a Dios lo que es de Dios y dadme a mí lo que me pertenece».

101. (Dijo Jesús): «El que no aborreció a su padre y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; y quien [no] amó [a su padre] y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; pues mi madre, la que [...], pero [mi madre] de verdad me ha dado la vida».

102. Dijo Jesús: «¡Ay de ellos, los fariseos, pues se parecen a un perro echado en un pesebre de bueyes!: ni come, ni deja comer a los bueyes».

103. Dijo Jesús: «Dichoso el hombre que sabe [por qué] flanco van a entrar los ladrones, de manera que (le dé tiempo a) levantarse, recoger sus [...] y ceñirse los lomos antes de que entren».

104. [Le] dijeron: «Ven, vamos hoy a hacer oración y a ayunar». Respondió Jesús: «¿Qué clase de pecado he cometido yo, o en qué he sido derrotado? Cuando el novio haya abandonado la cámara nupcial, ¡que ayunen y oren entonces!».

105. Dijo Jesús: «Quien conociere al padre y a la madre, será llamado hijo de prostituta».

106. Dijo Jesús: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una sola, seréis hijos del hombre; y si decís: ¡Montaña, trasládate de aquí!, se trasladará».

107. Dijo Jesús: «El Reino se parece a un pastor que poseía cien ovejas. Una de ellas —la más grande— se extravió. Entonces dejó abandonadas (las) noventa y nueve (y) se dio a la búsqueda de ésta hasta que la encontró. Luego —tras la fatiga— dijo a la oveja: Te quiero más que a (las) noventa y nueve».

108. Dijo Jesús: «Quien bebe de mi boca, vendrá a ser como yo; y yo mismo me convertiré en él, y lo que está oculto le será revelado».

109. Dijo Jesús: «El Reino se parece a un hombre que tiene [escondido] un tesoro en su campo sin saberlo. Al morir dejó el terreno en herencia a su [hijo, que tampoco] sabía nada de ello: éste tomó el campo y lo vendió. Vino, pues, el comprador y —al arar— [dio] con el tesoro; y empezó a prestar dinero con interés a quienes le plugo».

110. Dijo Jesús: «Quien haya encontrado el mundo y se haya hecho rico, ¡que renuncie al mundo!».

111. Dijo Jesús: «Arrollados serán los cielos y la tierra en vuestra presencia, mientras que quien vive del Viviente no conocerá muerte ni (...); pues Jesús dice: Quien se encuentra a sí mismo, de él no es digno el mundo».

112. Dijo Jesús: «¡Ay de la carne que depende del alma! ¡Ay del alma que depende de la carne!».

113. Le dijeron sus discípulos: «¿Cuándo va a llegar el Reino?» (Dijo Jesús): «No vendrá con expectación. No dirán: ¡Helo aquí! o ¡Helo allá!, sino que el reino del Padre está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven».

114. Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo».

El Evangelio según Tomás.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

(fragmentos griegos de Oxyrhynchus)

Oxyrh. Pap. 1 (logia 26-33 y 77)

... «y entonces verás de quitar la pajita que está en el ojo de tu hermano».

Jesús: «Si no hacéis abstinencia del mundo, no encontraréis el reino de Dios; y si no observáis el sábado, no veréis al Padre».

Dice Jesús: «Estuve en medio del mundo y me dejé ver de ellos en carne; y encontré a todos ebrios y no di con ninguno que estuviera sediento entre ellos».

«Y se aflije mi alma por los hijos de los hombres, porque están ciegos en su corazón y no miran a ... la pobreza».

Dice Jesús: «Donde estén [...], y donde hay uno solo [...] yo estoy con él. Levanta la piedra y allí me ancontrarás, hiende el leño y yo allí estoy».

Dice Jesús: «No es acepto un profeta en su patria, ni un médico obra curaciones entre los que le conocen».

Dice Jesús: «Una ciudad edificada sobre la cumbre de un alto monte y fortificada, ni ca[e]r puede, ni estar escondida».

Dice Jesús: «Tú escuchas con uno de tus oídos ... »

Oxyrh. Pap. 654 (logia 1-6)

... Tales son los [...] discursos que tuvo Jesús, Señor viviente a [...] y a Tomás. Y les dijo: «Todo el que oyere estas palabras, no gustará la muerte».

Dice Jesús: «El que busca ... no cese hasta que encuentre; y cuando haya encontrado, se quedará consternado; y consternado, reinará; y en reinando, descansará».

Dice Judas: «¿Quiénes son, pues, los que nos arrastran a lo alto del cielo, si es que el reino está en el cielo?» Dice Jesús: «Las aves del cielo, las bestias y todo lo que puede haber bajo la tierra, o sobre ella, y los peces del mar, son los que os arrastran hasta Dios. Y el reino de los cielos dentro de vosotros está. Quien, pues, conozca a Dios, lo encontrará, porque, conociéndole a Él, os conoceréis a vosotros mismos y entenderéis que sois hijos del Padre, el Perfecto, y, a la vez, os daréis cuenta de que sois ciudadanos del cielo. Vosotros sois la ciudad de Dios».

Dice Jesús: «Todo lo que no está ante tu vista y lo que te está oculto, te será revelado; pues no hay cosa oculta que no llegue a ser manifiesta y sepultada que no se desentierre».

Le preguntan sus discípulos y (le) dicen: «¿Cómo ayunaremos y cómo oraremos y cómo haremos limosna y qué observaremos de cosas semejantes?» Díce(les) Jesús: «Mirad, no sea que perdáis la recompensa. No hagáis sino las obras de la verdad. Pues, si hacéis éstas, conoceréis el misterio escondido. Dígoos: Bienaventurado es el que ... »

Oxyrh. Pap. 655 (logia 36-37 y 39)

No estéis preocupados desde la mañana hasta la tarde, ni desde la tarde hasta la mañana, ni por vuestra comida, qué vais a comer, ni por vuestro vestido, qué vais a poneros. Mucho más valéis que los lirios, los cuales crecen y no hilan. Teniendo un vestido, ¿por qué [...] también vosotros?.

¿Quién sería capaz de añadir (algo) a vuestra estatura? Él (Dios) os dará vuestro vestido. Dícenle sus discípulos: ¿Cuándo te manifestarás a nosotros u cuándo te podremos ver? Díce(les Jesús): Cuando os despojéis (de vuestros vestidos) y no sintáis verguenza.

[Laguna]

Decía: han ocultado las llaves del reino; ellos no entraron ni dejaron pasar a los que entraban.

Pero vosotros sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EVANGELIO SEGÚN FELIPE

1. Un hebreo hace un hebreo y se [le] denomina de esta manera: «prosélito». Pero un prosélito no hace otro prosélito; [algunos] son como [...] y crean otros; [otros sin embargo] se contentan con llegar a existir.

2. El [esclavo] sólo aspira a ser libre y no ambiciona los bienes de su señor; pero el hijo no es sólo hijo, sino que reclama para sí la herencia del padre.

3. Los que heredan de los muertos están muertos ellos mismos y son herederos de quienes están muertos. Los que heredan de quien está vivo viven ellos mismos y son herederos de quien está vivo y de quienes están muertos. Los muertos no heredan de nadie, pues ¿cómo va a heredar el que está muerto? Si el muerto hereda de quien está vivo, no morirá, sino que vivirá con tanto mayor motivo.

4. Un hombre pagano no muere, pues realmente no ha vivido nunca, para que luego (pueda) morir. El que ha llegado a tener fe en la verdad, ha encontrado la vida y corre peligro de morir, pues se mantiene vivo.

5. A partir de la venida de Cristo, el mundo es creado, las ciudades son embellecidas y se retira lo que ha fenecido.

6. Mientras éramos hebreos, éramos huérfanos: teníamos (sólo) nuestra madre. Pero al hacernos cristianos surgieron un padre y una madre para nosotros.

7. Los que siembran en invierno, cosechan en verano. El invierno es el mundo; el verano es el otro eón . ¡Sembremos en el mundo para que podamos cosechar en verano! Por ello es conveniente para nosotros no hacer oraciones en invierno. Al invierno le sucede el verano; pero si uno (se empeña en) cosechar en invierno, no hará cosecha, sino que erradicará.

8. De la misma manera que uno como este, él [no] producirá fruto —y no sólo [...]—, sino que incluso en el otro sábado permanece [...] estéril.

9. Cristo vino para rescatar a algunos, para salvar a otros y redimir a otros. Él rescató a los foráneos y los hizo suyos. Él segregó a los suyos, pignorándolos según su voluntad. No sólo al manifestarse se desprendió del alma cuando le plugo, sino que desde el día mismo en que el mundo tuvo su origen, la mantuvo depuesta. Cuando quiso vino a recuperarla, ya que ésta había sido (previamente) pignorada: había caído en manos de ladrones y había sido hecha prisionera. Pero Él la liberó, rescatando a los buenos que había en el mundo y (también) a los malos.

10. La luz y las tinieblas, la vida y la muerte, los de la derecha y los de la izquierda son hermanos entre sí, siendo imposible separar a unos de otros. Por ello ni los buenos son buenos, ni los malos malos, ni la vida es vida, ni la muerte muerte. Así que cada uno vendrá a disolverse en su propio origen desde el principio; pero los que están por encima del mundo son indisolubles y eternos.

11. Los nombres que se dan (a las cosas) del mundo son susceptibles de un gran engaño, pues distraen la atención de lo estable (y la dirigen) hacia lo inestable. Y así quien oye (la palabra) «Dios» entiende no lo estable, sino lo inestable. Lo mismo ocurre con el «Padre», el «Hijo», el «Espíritu Santo», la «Vida», la «Luz», la «Resurrección» , la «Iglesia» y tantos otros: no se entienden los (conceptos) estables, sino los inestables, de no ser que se conozca (de antemano) los primeros. Éstos están en el mundo [...]; si [estuvieran] en el eón, no se les nombraría nunca en el mundo ni se les echaría entre las cosas terrenas; ellos tienen su fin en el eón.

12. Sólo hay un nombre que no se pronuncia en el mundo: el nombre que el Padre dio al Hijo. Es superior a todo. Se trata del nombre del Padre, pues el Hijo no llegaría a ser Padre si no se hubiera apropiado el nombre del Padre. Quienes están en posesión de este nombre lo entienden , pero no hablan de él; mas los que no están en posesión de él no lo entienden. La verdad ha creado (dicersos) nombres en este mundo, porque sin ellos es de todo punto imposible aprehenderla. La verdad es (pues) única y múltiple por causa nuestra, para enseñarnos a través de muchos este único (nombre) por amor.

13. Los Arcontes quisieron engañar al hombre, viendo que éste tenía parentesco con los verdaderamente buenos: quitaron el nombre a los que son buenos y se lo dieron a los que no son buenos con el fin de engañarle a través de los nombres y vincularle a los que no son buenos. Luego —en el caso de que quieran hacerles un favor— harán que se separen de los que no son buenos y los integran entre los que son buenos, que ellos (ya) conocían. Pues ellos pretendían raptar al que es libre y hacerlo su esclavo para siempre.

14. Hay Potencias que [son] otorgadas al hombre [...], pues no quieren que éste [llegue a salvarse] para que ellas consigan ser [...]; pues si el hombre [se salva], se hacen sacrificios [...] y se ofrecen animales a las Potencias. [Es a éstas] a quienes se hacen tales ofrendas, (que) en el momento de ser ofrecidas estaban vivas, pero al ser sacrificadas murieron. El hombre, por su parte, fue ofrecido a Dios estando muerto y vivió.

15. Antes de la venida de Cristo no había pan en el mundo. Lo mismo que en el paraíso —lugar en que moraba Adán—, había aquí muchos árboles para alimento de los animales, pero no había trigo como alimento para el hombre. Éste se nutría como los animales, pero al venir Cristo —el hombre perfecto— trajo pan del cielo para que el hombre se nutriera con alimento de hombre.

16. Los Arcontes creían que por su fuerza y por su voluntad hacían lo que hacían; pero es el Espíritu Santo el que operaba en todo ocultamente a través de ellos según su voluntad. Ellos siembran por todas partes la verdad, que existe desde el principio, y muchos la contemplan al ser sembrada; pero pocos de los que la contemplan la cosechan.

17. Algunos dicen que María ha concebido por obra del Espíritu Santo: éstos se equivocan, no saben lo que dicen. ¿Cuándo jamás ha concebido de mujer una mujer? María es la virgen a quien ninguna Potencia ha manchado. Ella es un gran anatema para los judíos, que son los apóstoles y los apostólicos. Esta virgen que ninguna Potencia ha violado, [... mientras que] las Potencias se contaminaron. El Señor no [hubiera] dicho: «[Padre mío que estás en] los cielos», de no haber tenido [otro] padre; sino que habría dicho simplemente: «[Padre mío]».

18. El Señor dijo a los discípulos [...]: «Entrad en la casa del Padre, pero no toméis ni os llevéis nada de la casa del Padre».

19. «Jesús» es un nombre secreto, «Cristo» es un nombre manifiesto. Por eso «Jesús» no existe en lengua alguna, sino que su nombre es «Jesús», como se le llama generalmente. «Cristo», sin embargo —por lo que toca a su nombre en siríaco—, es «Mesías» y en griego . Y todos los demás lo tienen asimismo con arreglo a la lengua de cada uno. «El Nazareno» es (el nombre) que está manifiesto en lo oculto.

20. Cristo encierra todo en sí mismo —ya sea «hombre», ya sea «ángel», ya sea «misterio»—, incluso al Padre.

21. Los que dicen que el Señor primero murió y resucitó, se engañan; pues primero resucitó y (luego) murió. Si uno no consigue primero la resurrección, morirá; (tan verdad como que) Dios vive, éste [morirá].

22. Nadie esconde un objeto grande y precioso en un gran recipiente, sino que muchas veces se guardan tesoros sin cuento en un cofre que no vale más de un maravedí . Esto ocurre con el alma: es un objeto precioso (y) ha venido a caer en un cuerpo despreciable.

23. Hay quienes tienen miedo de resucitar desnudos y por eso quieren resucitar en carne: éstos no saben que los que están revestidos de carne son los desnudos. Aquellos que [osan] desnudarse son precisamente [los que] no están desnudos. «Ni la carne [ni la sangre] heredarán el Reino [de Dios]». ¿Cuál es la (carne) que no va a heredar? La que llevamos encima. ¿Y cuál es, por el contrario, la que va a heredar? La (carne) de Jesús y su sangre. Por eso dijo Él: «El que no come mi carne y bebe mi sangre, no tiene vida en sí». Y ¿qué es esto? Su carne es el Logos y su sangre es el Espíritu Santo. Quien ha recibido estas cosas tiene alimento, bebida y vestido.

Yo recrimino a los otros que afirman que (la carne) no va a resucitar, pues ambos yerran. Tú dices que la carne no resucitará. Entonces dime: ¿qué es lo que va a resucitar?, para que podamos hacerte los honores. Tú dices que el espíritu (está) dentro de la carne y que también esta luz está dentro de la carne. Mas el Logos es eso otro que asimismo está dentro de la carne, pues —cualquiera de las cosas a que te refieras— (nada podrás aducir) que se encuentre fuera del recinto de la carne. Es, pues, necesario resucitar en esta carne, ya que en ella está todo contenido .

24. En este mundo, aquellos que se ponen un vestido valen más que el propio vestido. En el reino de los cielos valen más (sin embargo) los vestidos que quienes se los han puesto por agua y fuego, que purifican todo el lugar .

25. Los que están manifiestos (lo son) gracias a los que están manifiestos y los que están ocultos (lo son) por los que están ocultos. Hay quienes (se mantienen) ocultos gracias a los que están manifiestos. Hay agua en el agua y fuego en la unción .

26. Jesús los llevó a todos a escondidas, pues no se manifestó como era (de verdad), sino de manera que pudiera ser visto. Así se apareció [...] a los grandes como grande, a los pequeños como pequeño, a los ángeles como ángel y a los hombres como hombre. Por ello su Logos se mantuvo oculto a todos. Algunos le vieron y creyeron que se veían a sí mismos; mas cuando se manifestó gloriosamente a sus discípulos sobre la montaña, no era pequeño: se había hecho grande e hizo grandes a sus discípulos para que estuvieran en condiciones de verle grande (a Él mismo). Y dijo aquel día en la acción de gracias : «Tú que has unido al perfecto a la luz con el Espíritu Santo, une también a los ángeles con nosotros, con las imágenes».

27. No despreciéis al Cordero, pues sin él no es posible ver al rey. Nadie podrá ponerse en camino hacia el rey estando desnudo.

28. Más numerosos son los hijos del hombre celestial que los del hombre terrenal. Si los hijos de Adán son numerosos —a pesar de ser mortales—, ¡cuánto más los hijos del hombre perfecto, que no mueren, sino que son engendrados ininterrumpidamente!.

29. El padre hace un hijo y el hijo no tiene posibilidad de hacer a su vez un hijo: pues quien ha sido engendrado no puede engendrar por su parte, sino que el hijo se procura hermanos, pero no hijos.

30. Todos los que son engendrados en el mundo son engendrados por la naturaleza, el resto por [el espíritu]. Los que son engendrados por éste [dan gritos] al hombre desde aquí abajo [para ...] de la promesa [...] de arriba .

31. [el que ...] por la boca; [si] el Logos hubiera salido de allí, se alimentaría por la boca y sería perfecto. Los perfectos son fecundados por un beso y engendran. Por eso nos besamos nosotros también unos a otros (y) recibimos la fecundación por la gracia que nos es común .

32. Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera .

33. «Padre» e «Hijo» son nombres simples; «Espíritu Santo» es un nombre compuesto. Aquéllos se encuentran de hecho en todas partes: arriba, abajo, en lo secreto y en lo manifiesto. El Espíritu Santo está en lo revelado, abajo, en lo secreto, arriba.

34. Las Potencias malignas están al servicio de los santos, después de haber sido reducidas a ceguera por el Espíritu Santo para que crean que están sirviendo a un hombre, siendo así que están operando en favor de los santos. Por eso —(cuando) un día un discípulo le pidió al Señor una cosa del mundo— Él le dijo: «Píde a tu madre y ella te hará partícipe de las cosas ajenas».

35. Los apóstoles dijeron a los discípulos: «que toda nuestra ofrenda se procure sal a sí misma». Ellos llamaban «sal» a [la Sofía], (pues) sin ella ninguna ofrenda [es] aceptable.

36. La Sofía es estéril, [sin] hijo(s); por eso se la llama [también] «sal». El lugar en que aquéllos [...] a su manera [es] el Espíritu Santo; [por esto (?)] son numerosos sus hijos.

37. Lo que el padre posee le pertenece al hijo, pero mientras éste es pequeño no se le confía lo que es suyo. Cuando se hace hombre, entonces le da el padre todo lo que posee.

38. Cuando los engendrados por el espíritu yerran, yerran también por él. Por la misma razón un idéntico soplo atiza el fuego y lo apaga.

39. Una cosa es «Echamoth» y otra es «Echmoth». Echamoth es la Sofía por antonomasia , mientras que Echmoth es la Sofía de la muerte, aquella que conoce la muerte, a la que llaman «Sofía la pequeña».

40. Hay animales que viven sometidos al hombre, tales como las vacas, el asno y otros parecidos. Hay otros, sin embargo, que no se someten y viven solos en parajes desiertos . El hombre ara el campo con animales domesticados y así se alimenta a sí mismo y a los animales, tanto a los que se someten como a los que no se someten. Lo mismo pasa con el hombre perfecto: con (la ayuda de las) Potencias que le son dóciles ara (y) cuida de que todos subsistan. Por esto se mantiene en pie todo el lugar, ya se trate de los buenos, de los malos, de los que están a la derecha o de los que están a la izquierda. El Espíritu Santo apacienta a todos y ejerce su dominio sobre [todas] las Potencias, lo mismo sobre las dóciles que sobre las [indóciles] y solitarias, pues él [...] las recluye para que [...] cuando quieran.

41. [Si Adán] fue creado [...], estarás de acuerdo en que sus hijos son obras nobles. Si él no hubiera sido creado, sino engendrado, estarías también de acuerdo en que su posteridad es noble. Ahora bien, él fue creado y engendró (a su vez). ¡Qué nobleza supone esto!.

42. Primero hubo adulterio y luego (vino) el asesino engendrado de adulterio, pues era el hijo de la serpiente. Por ello vino a ser homicida como su padre y mató a su hermano. Ahora bien, toda relación sexual entre seres no semejantes entre sí es adulterio.

43. Dios es tintorero. Así como el buen tinte —que llaman «auténtico»— desaparece (sólo) con las cosas que con él han sido teñidas, lo mismo ocurre con aquellos a quienes Dios ha teñido: puesto que su tinte es imperecedero, gracias a él resultan ellos mismos inmortales. Ahora bien, Dios bautiza a los que bautiza con agua.

44. Ninguno puede ver a nadie de los que son estables de no ser que él mismo se asimile a ellos. Con la verdad no ocurre lo mismo que con el hombre mientras se encuentra en este mundo, que ve el sol sin ser el sol y contempla el cielo y la tierra y todas las demás cosas sin ser ellas mismas. Tú, en cambio, viste algo de aquel lugar y te convertiste en aquellas cosas (que habías visto): viste al espíritu y te hiciste espíritu; [viste a] Cristo y te hiciste Cristo; viste [al Padre] y te harás padre. Por eso tú [aquí] ves todas las cosas y no [te ves] a ti mismo; pero [allí] sí te verás, pues [llegarás a ser] lo que estás viendo.

45. La fe recibe, el amor da. [Nadie puede recibir] sin la fe; nadie puede dar sin amor. Por eso creemos nosotros, para poder recibir; pero para poder dar de verdad (hemos de amar); pues si uno da, pero no por amor, no saca utilidad alguna de lo que ha dado.

46. Aquel que no ha recibido al Señor es todavía un hebreo.

47. Los apóstoles antes de nosotros (le) llamaron así: «Jesús el Nazareno, Mesías» —que quiere decir—: «Jesús el Nazareno, el Cristo». El último nombre es «el Cristo», el primero «Jesús», el de en medio «el Nazareno». «Mesías» tiene un doble significado: «el Cristo» y «el Medido». «Jesús» en hebreo es la «Redención», «Nazareno» es la «Verdad». «El Nazareno» es, pues, la «Verdad». El Cristo ha sido medido; «el Nazareno» y «Jesús» son los que han sido medidos.

48. Si se arroja la perla a la basura, no por ello pierde su valor. Tampoco se hace más preciosa al ser tratada con ungüento de bálsamo, sino que a los ojos de su propietario conserva siempre su valor. Esto mismo ocurre con los hijos de Dios dondequiera que estén, pues conservan su valor a los ojos del Padre.

49. Si dices «soy judío», nadie se preocupará; si dices «soy romano», nadie se inquietará; si dices «soy griego, bárbaro, esclavo o libre, nadie se perturbará. [Pero si dices] «soy cristiano», [todo el mundo] se echará a temblar. ¡Ojalá pueda yo [...] este signo que [...] no son capaces de soportar [...] esta denominación!.

50. Dios es antropófago, por eso se le [ofrece] al hombre [en sacrificio]. Antes de que fuera inmolado el hombre se inmolaban bestias, pues no eran dioses aquellos a quienes se hacían sacrificios.

51. Tanto las vasijas de vidrio como las de arcilla se construyen a base de fuego. Las de vidrio pueden remodelarse si se rompen, pues ha sido por un soplo por lo que han llegado a ser. Las de arcilla, en cambio —de romperse—, quedan destruidas, pues no ha intervenido ningún soplo en su construcción.

52. Un asno, dando vueltas alrededor de una rueda de molino, caminó 100 millas y cuando lo desuncieron se encontraba aún en el mismo lugar. Hay hombres que hacen mucho camino sin adelantar un paso en dirección alguna. Al verse sorprendidos por el crepúsculo no han divisado ciudades, ni aldeas, ni creación, ni naturaleza, ni potencia o ángel. ¡En vano se han esforzado los pobres!.

53. La Eucaristía es Jesús, pues a éste se le llama en siríaco «Pharisata», que quiere decir «aquel que está extendido». Jesús vino, en efecto, a crucificar el mundo .

54. El Señor fue a la tintorería de Leví, tomó 72 colores y los echó en la tinaja. Luego los sacó todos teñidos de blanco y dijo: «Así es como los ha tomado el hijo del hombre [...]».

55. La Sofía —a quien llaman «la estéril »— es la madre de los ángeles; la compañera [de Cristo es maría] Magdalena. [El Señor amaba a María] más que a [todos] los discípulos (y) la besó en la [boca repetidas] veces. Los demás [...] le dijeron: «¿Por qué [la quieres] más que a todos nosotros?» El Salvador respondió y les dijo: «¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?».

56. Un ciego y un vidente —si ambos se encuentran a oscuras— no se distinguen uno de otro; mas cuando llegue la luz, el vidente verá la luz, mientras que el ciego permanecerá en la oscuridad.

57. Dijo el Señor: «Bienaventurado es el que existe antes de llegar a ser, pues el que existe existía y existirá».

58. La superioridad del hombre no es patente, sino oculta. Por eso domina las bestias que son más fuertes que él y de gran tamaño —tanto en apariencia como realmente— y les proporciona su sustento. Mas cuando se separa de ellas, éstas se matan unas a otras y se muerden hasta devorarse mutuamente por no hallar qué comer . Mas ahora —una vez que el hombre ha trabajado la tierra— han encontrado su sustento.

59. Si alguien —después de bajar a las aguas— sale de ellas sin haber recibido nada y dice «soy cristiano», este nombre lo ha recibido (sólo) en préstamo. Mas si recibe al Espíritu Santo, queda en posesión de (dicho) nombre a título de donación. A quien ha recibido un regalo nadie se lo quita, pero a quien se le da un préstamo, se le reclama.

60. Lo mismo ocurre cuando uno ha sido [...] en un misterio. El misterio del matrimonio [es] grande, pues [sin él] el mundo no existiría. La consistencia [del mundo depende del hombre], la consistencia [del hombre depende del] matrimonio. Reparad en la unión [sin mancha], pues tiene [un gran] poder. Su imagen radica en la polución [corporal].

61. Entre los espíritus impuros los hay machos y hembras. Los machos son aquellos que copulan con las almas que están alojadas en una figura femenina. Las hembras, al contrario, son aquellas que se encuentran unidas con los que están alojados en una figura masculina por culpa de un desobediente. Y nadie podrá huir de estos (espíritus) si se apoderan de uno, de no ser que se esté dotado simultáneamente de una fuerza masculina y de otra femenina —esto es, esposo y esposa— provenientes de la cámara nupcial en imagen. Cuando las mujeres necias descubren a un hombre solitario se lanzan sobre él, bromean con él (y) lo manchan. Lo mismo ocurre con los hombres necios: si descubren a una mujer hermosa que vive sola, procuran insinuarse e incluso forzarla con el fin de violarla. Pero si ven que hombre y mujer viven juntos, ni las hembras podrán acercarse al macho ni los machos a la hembra. Lo mismo ocurre si la imagen y el ángel están unidos entre sí: tampoco se atreverá nadie a acercarse al hombre o a la mujer.

Aquel que sale del mundo no puede caer preso por la sencilla razón de que (ya) estuvo en el mundo. Está claro que éste es superior a la concuspiscencia [... y al] miedo; es señor de sus [...] y más frecuente que los celos. Mas si [se trata de ...], lo prenden y lo sofocan, y ¿cómo podrá [éste] huir de [...] y estar en condiciones de [...]? [Con frecuencia vienen] algunos [y dicen:] «nosotros somos creyentes» (a fin de escapar de ... y) demonios. Si éstos hubieran estado en posesión del Espíritu Santo, no se les habría adherido ningún espíritu inmundo.

62. No tengas miedo de la carne ni la ames: si la temes se enseñoreará de ti, si la amas te devorará y te entumecerá.

63. O se está en este mundo o en la resurrección o en lugares intermedios. ¡Quiera Dios que a mí no me encuentren en éstos! En este mundo hay cosas buenas y cosas malas: las cosas buenas no son las buenas y las malas no son las malas. Pero hay algo malo después de este mundo que es en verdad malo y que llaman el «Intermedio», es decir, la muerte. Mientras estamos en este mundo es conveniente que nos esforcemos por conseguir la resurrección para que —una vez que depongamos la carne— nos hallemos en el descanso y no tengamos que ir errando en el «Intermedio». Muchos de hecho yerran el camino. Es, pues, conveniente salir del mundo antes de que el hombre haya pecado.

64. Algunos ni quieren ni pueden, otros —aunque quieran— no les sirve de nada, por no haber obrado. De manera que un (simple) «querer» los hace pecadores, lo mismo que un «no querer». La justicia se esconderá de ambos. El «querer» [es ...], el «obrar» no.

65. Un discípulo de los apóstoles vio en una visión algunas (personas) encerradas en una casa en llamas, encadenadas [con grillos] de fuego y arrojadas [en un mar] de fuego. [Y decían ...] agua sobre [...]. Mas (éstos) replicaban que —muy en contra de su voluntad— [no] estaban en condiciones de salvar(las). Ellos recibieron [la muerte como] castigo, aquella que llaman «tiniebla [exterior]» por [tener su origen] en el agua y en el fuego.

66. El [alma] y el espíritu han llegado a la existencia partiendo de agua, fuego y luz (por mediación) del hijo de la cámara nupcial . El fuego es la unción, la luz es el fuego; no estoy hablando de este fuego que no posee forma alguna, sino del otro cuya forma es de color blanco, que es refulgente y hermoso e irradia (a su vez) hermosura.

67. La verdad no ha venido desnuda a este mundo, sino envuelta en símbolos e imágenes, ya que éste no podrá recibirla de otra manera. Hay una regeneración y una imagen de regeneración. Es en verdad necesario que se renazca a través de la imagen. ¿Qué es la resurrección? Es preciso que la imagen resucite por la imagen; es preciso que la cámara nupcial y la imagen a través de la imagen entren en la verdad que es la restauración final. Es conveniente (todo esto) para aquellos que no sólo reciben, sino que han hecho suyo por méritos propios el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Si uno no los obtiene por sí mismo, aun el mismo nombre le será arrebatado. Ahora bien, estos nombres se confieren en la unción con el bálsamo de la fuerza [...] que los apóstoles llamaban «la derecha» y «la izquierda». Pues bien, uno así no es ya un (simple) cristiano sino un Cristo .

68. El Señor [realizó] todo en un misterio: un bautismo, una unción, una eucaristía, una redención y una cámara nupcial .

69. [El Señor] dijo: «Yo he venido a hacer [las cosas inferiores] como las superiores[y las externas] como las [internas, para unirlas] a todas en el lugar». [Él se manifestó aquí] a través de símbolos [...]. Aquellos, pues, que dicen: «[...] hay quien está encima [...]», se equivocan, [pues] el que se manifiesta [...] es el que llaman «de abajo» y el que posee lo oculto está encima de él. Con razón, pues, se habla de la «parte interior» y de «la exterior» y de «la que está fuera de la exterior». Y así denominaba el Señor a la perdición «tiniebla exterior, fuera de la cual no hay nada». El dijo: «Mi Padre que está escondido», y también: «Entra en tu habitación, cierra la puerta y haz oración a tu Padre que está en lo escondido», esto es, «el que está en el interior de todos ellos». Ahora bien, lo que está dentro de ellos es el Pleroma: más interior que él no hay nada. Éste es precisamente aquel de quien se dice: «está por encima de ellos».

70. Antes de Cristo salieron algunos del lugar donde no habían de volver a entrar y entraron en el lugar de donde no habían de volver a salir. Pero Cristo, con su venida, sacó fuera a aquellos que habían entrado y metió dentro a aquellos que habían salido.

71. Mientras Eva estaba [dentro de Adán] no existía la muerte, mas cuando se separó [de él] sobrevino la muerte. Cuando ésta retorne y él la acepte, dejará de existir la muerte.

72. «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué, Señor, me has abandonado?» Esto dijo El sobre la cruz después de separar este lugar [de todo lo que] había sido engendrado por [...] a través de Dios. [El Señor resucitó] de entre los muertos [...]. Mas [su cuerpo] era perfecto: [tenía sí] una carne, pero ésta [era una carne] de verdad . [Nuestra carne al contrario] no es auténtica, [sino] una imagen de la verdadera.

73. La cámara nupcial no está hecha para las bestias, ni para los esclavos, ni para las mujeres mancilladas, sino para los hombres libres y para las vírgenes.

74. Nosotros somos —es verdad— engendrados por el Espíritu Santo, pero re-engendrados por Cristo. En ambos (casos) somos asimismo ungidos por el espíritu, y —al ser engendrados— hemos sido también unidos.

75. Sin luz nadie podrá contemplarse a sí mismo, ni en una superficie de agua ni en un espejo; pero si no tienes agua o espejo —aun teniendo luz—, tampoco podrás contemplarte. Por ello es preciso bautizarse con dos cosas: con la luz y con el agua. Ahora bien, la luz es la unción.

76. Tres eran los lugares en que se hacían ofrendas en Jerusalén: uno que se abría hacia el Poniente, llamado el «Santo»; otro abierto hacia el Mediodía, llamado el «Santo del Santo», y el tercero abierto hacia el Oriente, llamado el «Santo de los Santos», donde sólo podía entrar el Sumo Sacerdote . El bautismo es el «Santo», [la redención] es el «Santo del Santo», mientras que la cámara nupcial es el «[Santo] de los Santos». [El bautismo] trae consigo la resurrección [y la] redención, mientras que ésta se realiza en la cámara nupcial. Mas la cámara nupcial se encuentra en la cúspide [de ...]. Tú no serás capaz de encontrar [...] aquellos que hacen oración [...] Jerusalén [...] Jerusalén [...]. Jerusalén [...] llamada «Santo de los Santos» [...] el velo [...] la cámara nupcial, sino la imagen [...]. Su velo se rasgó de arriba abajo, pues era preciso que algunos subieran de abajo arriba .

77. Aquellos que se han vestido de la luz perfecta no pueden ser vistos por las Potencias ni detenidos por ellas. Ahora bien, uno puede revestirse de esta luz en el sacramento, en la unión .

78. Si la mujer no se hubiera separado del hombre, no habría muerto con él. Su separación vino a ser el comienzo de la muerte. Por eso vino Cristo, para anular la separación que existía desde el principio, para unir a ambos y para dar la vida a aquellos que habían muerto en la separación y unirlos de nuevo.

79. Pues bien, la mujer se une con su marido en la cámara nupcial y todos aquellos que se han unido en dicha cámara no volverán a separarse. Por eso se separó Eva de Adán, porque no se había unido con él en la cámara nupcial.

80. El alma de Adán llegó a la existencia por un soplo. Su cónyuge es el [espíritu; el espíritu] que le fue dado es su madre [y con] el alma le fue otorgado [...] en su lugar. Al unirse [pronunció] unas palabras que son superiores a las Potencias. Éstas le tomaron envidia [...] unión espiritual [...].

81. Jesús manifestó [su gloria en el] Jordán. La plenitud del reino de los cielos, que [preexistía] al Todo, nació allí de nuevo. El que antes [había sido] ungido, fue ungido de nuevo. El que había sido redimido, redimió a su vez.

82. Digamos —si es permitido— un secreto: el Padre del Todo se unió con la virgen que había descendido y un fuego le iluminó aquel día. Él dio a conocer la gran cámara nupcial , y por eso su cuerpo —que tuvo origen aquel día— salió de la cámara nupcial como uno que ha sido engendrado por el esposo y la esposa. Y asimismo gracias a éstos enderezó Jesús el Todo en ella, siendo preciso que todos y cada uno de sus discípulos entren en su lugar de reposo.

83. Adán debe su origen a dos vírgenes: esto es, al Espíritu y a la tierra virgen. Por eso nació Cristo de una Virgen, para reparar la caída que tuvo lugar al principio.

84. Dos árboles hay en el [centro del] paraíso: el uno produce [animales] y el otro hombres. Adán [comió] del árbol que producía animales y se convirtió él mismo en animal y engendró animales. Por eso adoran los [hijos] de Adán [a los animales]. El árbol [cuyo] fruto [comió Adán] es [el árbol del conocimiento]. [Por] eso se multiplicaron [los pecados]. [Si él hubiera] comido [el fruto del otro árbol, es decir, el] fruto del [árbol de la vida que] produce hombres, [entonces adorarían los dioses] al hombre. Dios hizo [al hombre y] el hombre hizo a Dios.

85. Así ocurre también en el mundo: los [hombres] elaboran dioses y adoran la obra de sus manos. Sería conveniente que fueran más bien los dioses los que venerasen a los hombres como corresponde a la verdad .

86. Las obras del hombre provienen de su potencia; por eso se las llama las «Potencias». Obras suyas son asimismo sus hijos, provenientes de un reposo. Por eso radica su potencia en sus obras, mientras que el reposo se manifiesta en los hijos. Y estarás de acuerdo en que esto atañe hasta la (misma) imagen . Así, pues, aquél es un hombre modelo, que realiza sus obras por su fuerza, pero engendra sus hijos en el reposo.

87. En este mundo los esclavos sirven a los libres; en el reino de los cielos servirán los libres a los esclavos (y) los hijos de la cámara nupcial a los hijos del matrimonio. Los hijos de la cámara nupcial tienen un nombre [...]. El reposo [es común] a entrambos: no tienen necesidad de [...].

88. La contemplación [...].

89. [... Cristo] bajó al agua [...] para redimirle; [...] aquellos que Él ha [...] por su nombre. Pues Él dijo: «[Es conveniente] que cumplamos todo aquello que es justo».

90. Los que afirman: «Primero hay que morir y (luego) resucitar», se engañan. Si uno no recibe primero la resurrección en vida, tampoco recibirá nada al morir. En estos términos se expresan también acerca del bautismo, diciendo: «Gran cosa es el bautismo, pues quien lo recibe, vivirá».

91. El apóstol Felipe dijo: «José el carpintero plantó un vivero, pues necesitaba madera para su oficio. Él fue quien construyó la cruz con los árboles que había plantado. Su semilla quedó colgada de lo que había plantado. Su semilla era Jesús, y la cruz el árbol».

92. Pero el árbol de la vida está en el centro del paraíso y también el olivo, del que procede el óleo, gracias al cual (nos ha llegado) la resurrección.

93. Este mundo es necrófago: todo lo que en él se come [se ama también]. La verdad, en cambio, se nutre de la vida (misma), [por eso] ninguno de los que [de ella] se alimentan morirá. Jesús vino [del otro] lado y trajo alimento [de allí]. A los que lo deseaban dio Él [vida para que] no murieran.

94. [Dios plantó un] paraíso; el hombre [vivió en el] paraíso [...]. Este paraíso [es el lugar donde] se me dirá: «[Hombre, come de] esto o no comas [de esto, según tu] antojo». Éste es el lugar donde yo comeré de todo, ya que allí se encuentra el árbol del conocimiento. Éste causó (allí) la muerte de Adán y dio, en cambio, aquí vida a los hombres. La ley era el árbol: éste tiene la propiedad de facilitar el conocimiento del bien y del mal, pero ni le alejó (al hombre) del mal ni le confirmó en el bien, sino que trajo consigo la muerte a todos aquellos que de él comieron; pues al decir: «Comed esto, no comáis esto», se transformó en principio de la muerte.

95. La unción es superior al bautismo, pues es por la unción por la que hemos recibido el nombre de cristianos, no por el bautismo. También a Cristo se le llamó (así) por la unción, pues el Padre ungió al Hijo, el Hijo a los apóstoles y éstos nos ungieron a nosotros. El que ha recibido la unción está en posesión del Todo: de la resurrección, de la luz, de la cruz y del Espíritu Santo. El Padre le otorgó todo esto en la cámara nupcial, Él (lo) recibió .

96. El Padre puso su morada en el [Hijo] y el Hijo en el Padre: esto es [el] reino de los cielos .

97. Con razón dijo el Señor: «Algunos entraron sonriendo en el reino de los cielos y salieron [...]». Un cristiano [...] e inmediatamente [descendió] al agua y subió [siendo señor del] Todo; [no] porque era una broma, sino [porque] despreciaba esto [como indigno del] reino de [los cielos]. Si [lo] desprecia y lo toma a broma, [saldrá de allí] riendo.

98. Lo mismo ocurre con el pan, el cáliz y el óleo, si bien hay otro (misterio) que es superior a esto.

99. El mundo fue creado por culpa de una transgresión, pues el que lo creó quería hacerlo imperecedero e inmortal , pero cayó y no pudo realizar sus aspiraciones. De hecho no había incorruptibilidad ni para el mundo ni para quien lo había creado, ya que incorruptibles no son las cosas, sino los hijos, y ninguna cosa podrá ser perdurable de no ser que se haga hijo, pues ¿cómo podrá dar el que no está en disposición de recibir? .

100. El cáliz de la oración contiene vino y agua, ya que sirve de símbolo de la sangre, sobre la que se hace la acción de gracias. Está lleno del Espíritu Santo y pertenece al hombre enteramente perfecto. Al beberlo haremos nuestro al hombre perfecto.

101. El agua es un cuerpo. Es preciso que nos revistamos del hombre viviente: por eso, cuando uno se dispone a descender al agua, ha de desnudarse para poder revestirse de éste.

102. Un caballo engendra un caballo, un hombre engendra un hombre y un dios engendra un dios. Lo mismo ocurre con el esposo y [la esposa: sus hijos] tuvieron su origen en la cámara nupcial . No hubo judíos [que descendieran] de griegos [mientras] estaba en vigor [la Ley. Nosotros, en cambio, descendemos de] judíos [ apesar de ser] cristianos [...]. Éstos fueron llamados [...] «pueblo escogido» de [...] y «hombre verdadero» e «Hijo del hombre» y «simiente del Hijo del hombre». Ésta es la que llaman en el mundo «la raza auténtica».

103. Éstos son el lugar donde se encuentran los hijos de la cámara nupcial. La unión está constituida en este mundo por hombre y mujer, aposento de la fuerza y de la debilidad; en el otro mundo la forma de la unión es muy distinta.

104. Nosotros los denominamos así, pero hay otras denominaciones superiores a cualquiera de los nombres que pueda dárseles y superiores a la violencia (misma). Pues allí donde hay violencia hay quienes valen más que la violencia. Los de allí no son el uno y el otro, sino que ambos son uno mismo. El de aquí es aquel que nunca podrá sobrepasar el sentido carnal.

105. No es preciso que todos los que se encuentran en posesión del Todo se conozcan a sí mismos enteramente. Algunos de los que no se conocen a sí mismos no gozarán, es verdad, de las cosas que poseen. Mas los que hayan alcanzado el propio conocimiento, éstos sí que gozarán de ellas.

106. El hombre perfecto no sólo no podrá ser retenido, sino que ni siquiera podrá ser visto, pues si lo vieran, lo retendrían. Nadie estará en condiciones de conseguir de otra manera esta gracia, de [no] ser que se revista de la luz perfecta y [se convierta en hombre] perfecto. Todo aquel que [se haya revestido de ella] caminará [...]: ésta es la [luz] perfecta.

107. [Es preciso] que nos hagamos [hombres perfectos] antes de que salgamos [del mundo]. Quien ha recibido el Todo [sin ser señor] de estos lugares [no] podrá [dominar en] aquel lugar, sino que [irá a parar al lugar] intermedio como imperfecto. Sólo Jesús conoce el fin de éste .

108. El hombre santo lo es enteramente, incluso en lo que afecta a su cuerpo, puesto que si al recibir el pan él lo santifica —lo mismo que el cáliz o cualquiera otra cosa que recibe, él lo santifica—, ¿cómo no va a hacer santo también el cuerpo?.

109. De la misma manera que Jesús (ha hecho) perfecta el agua del bautismo, asimismo ha liquidado la muerte. Por eso nosotros descendemos —es verdad— hasta el agua, pero no bajamos hasta la muerte, para no quedar anegados en el espíritu del mundo. Cuando éste sopla hace sobrevenir el invierno, mas cuando es el Espíritu Santo el que sopla se hace verano.

110. Quien posee el conocimiento de la verdad es libre; ahora bien, el que es libre no peca, pues quien peca es esclavo del pecado. La madre es la verdad, mientras que el conocimiento es el padre. Aquellos a quienes no está permitido pecar, el mundo los llama libres. Aquellos a quienes no está permitido pecar, el conocimiento de la verdad eleva sus corazones, esto es, los hace libres y los pone por encima de todo el lugar. El amor, por su parte, edifica, mas el que ha sido hecho libre por el conocimiento hace de esclavo por amor hacia aquellos que todavía no llegaron a recibir la libertad del conocimiento; luego éste los capacita para hacerse libres. [El] amor [no se apropia] nada, pues ¿cómo [va a apropiarse algo, si todo] le pertenece? No [dice «Esto es mío»] o «Aquello me pertenece a mí», [sino que dice «Esto es] tuyo».

111. El amor espiritual es vino y bálsamo. De él gozan los que se dejan ungir con él, pero también aquellos que son ajenos a éstos, con tal de que los ungidos continúen (a su lado). En el momento en que los que fueron ungidos con bálsamo dejan de (ungirse) y se marchan, quedan despidiendo de nuevo mal olor los no ungidos que tan sólo estaban junto a ellos. El samaritano no proporcionó al herido más que vino y aceite. Ésto no es otra cosa que la unción. Y (así) curó las heridas, pues el amor cubre multitud de pecados.

112. Los (hijos) que da a luz una mujer se parecen a aquel que ama a ésta. Si se trata de su marido, se parecen al marido; si se trata de un adúltero, se parecen al adúltero. Sucede también con frecuencia que cuando una mujer se acuesta por necesidad con su marido —mientras su corazón está al lado del adúltero, con quien mantiene relaciones— da a luz lo que tiene que dar a luz manteniendo su parecido con el amante. Mas vosotros, que estáis en compañía del Hijo de Dios, no améis al mundo, sino al Señor, de manera que aquellos que vayáis a engendrar no se parezcan al mundo, sino al Señor.

113. El hombre copula con el hombre, el caballo con el caballo, el asno con el asno: las especies copulan con sus congéneres. De esta misma manera se une el espíritu con el espíritu, el Logos con el Logos [y la luz con la luz. Si tú] te haces hombre, [es el hombre el que te] amará; si te haces [espíritu], es el espíritu el que se unirá contigo; si te haces Logos, es el Logos el que se unirá contigo; si te haces luz, es la luz la que se unirá contigo; si te haces como uno de los de arriba, son los de arriba los que vendrán a reposar sobre ti; si te haces caballo, asno, vaca, perro, oveja u otro cualquiera de los animales que están afuera y que están abajo, no podrás ser amado ni por el hombre, ni por el espíritu, ni por el Logos, ni por la luz, ni por los de arriba, ni por los del interior. Estos no podrán venir a reposar dentro de ti y tú no formarás parte de ellos.

114. El que es esclavo contra su voluntad podrá llegar a ser libre. El que después de haber alcanzado la libertad por gracia de su señor se ha vendido a sí mismo nuevamente como esclavo, no podrá volver a ser libre.

115. La agircultura de (este) mundo está basada en cuatro elementos: se recolecta partiendo de agua, tierra, viento y luz. Asimismo la economía de Dios depende de cuatro (elementos): fe, esperanza, amor y conocimiento. Nuestra tierra es la fe, en la que echamos raíces; el agua es la esperanza, por la que [nos alimentamos]; el viento es el amor, por [el que] crecemos; la luz [es] el conocimiento, por el que [maduramos].

116. La gracia es [...]; el labrador son [...] por encima del cielo. Bienaventurado es el que no ha atribulado a un alma. Éste es Jesucristo. Él vino al encuentro de todo el lugar sin onerar a nadie. Por eso dichoso es el que es así, pues es un hombre perfecto, ya que éste (es) el Logos.

117. Preguntadnos acerca de él, pues es difícil enderezarlo. ¿Cómo vamos a ser capaces de realizar esta gran obra?

118. ¿Cómo va a conceder el descanso a todos? Ante todo no se debe causar tristeza a nadie, sea grande o pequeño, no creyente o creyente. Luego hay que proporcionar descanso a aquellos que reposan en el bien. Hay gente a quienes aprovecha proporcionar descanso al hombre de bien. Al que practica el bien no le es posible proporcionar a éstos descanso, pues no está en su mano, pero tampoco le es posible causar tristeza, al no dar ocasión a que ellos sufran angustia. Pero el hombre de bien les causa a veces aflicción. Y no es que él lo haga adrede, sino que es su propia maldad la que los aflige. El que dispone de la naturaleza (adecuada) causa gozo al que es bueno, pero algunos se afligen a causa de esto en extremo.

119. Un amo de casa se proveyó de todo: hijos, esclavos, [ganado], perros, cerdos, trigo, cebada, paja, heno, [huesos], carne y bellotas. Era inteligente y conocía el alimento (adecuado) para cada cual. A los hijos les ofreció pan , [aceite y carne]; a los esclavos les ofreció aceite de ricino [y] trigo; a los animales [les echó], paja y heno; [a los] perros les echó huesos; [a los cerdos] les echó bellotas y [restos de] pan. Lo mismo ocurre con el discípulo de Dios: si es inteligente, comprende lo que es ser discípulo. Las formas corporales no serán capaces de engañarle, sino que se fijará en la disposición del alma de cada cual y (así) hablará con él. Hay muchos animales en el mundo que tienen forma humana. Si es capaz de reconocerlos, echará bellotas a los cerdos, mientras que al ganado le echará cebada, paja y heno; a los perros les echará huesos, a los esclavos les dará (alimentos) rudimentarios, y a los hijos lo perfecto.

120. Hay un Hijo del hombre y hay un hijo del Hijo del hombre. El Señor es el Hijo del hombre, y el hijo del Hijo del hombre es aquel que fue hecho por el Hijo del hombre. El Hijo del hombre recibió de Dios la facultad de crear, él tiene (también) la de engendrar.

121. Quien ha recibido la facultad de crear es una criatura, quien ha recibido la de engendrar es un engendrado. Quien crea no puede engendrar, quien engendra puede crear. Suele decirse «Quien crea engendra», pero lo que engendra es una criatura. Por [eso] los que han sido engendrados por él no son sus hijos, sino [...]. El que crea, actúa [visiblemente] y él mismo es [visible]. El que engendra, [actúa ocultamente] y él mismo permanece oculto: [...] la imagen. El que crea [lo hace] abiertamente, mas el que engendra [engendra] hijos ocultamente.

122. [Nadie podrá] saber nunca cuál es [el día en que el hombre] y la mujer copulan —fuera de ellos mismos—, ya que las nupcias de (este) mundo son un misterio para aquellos que han tomado mujer. Y si el matrimonio de la polución permanece oculto, ¿cuánto más constituirá el matrimonio impoluto un verdadero misterio? Este no es carnal, sino puro; no pertenece a la pasión, sino a la voluntad; no pertenece a las tinieblas o a la noche, sino al día y a la luz. Si la unión matrimonial se efectúa al descubierto, queda reducida a un acto de fornicación . No sólo cuando la esposa recibe el semen de otro hombre, sino también cuando abandona su dormitorio a vista (de otros), comete un acto de fornicación . Sólo le está permitido exhibirse a su propio padre, a su madre, al amigo del esposo y a los hijos del esposo. Éstos pueden entrar todos los días en la cámara nupcial . Los demás, que se contenten con el deseo aunque sólo sea de escuchar su voz y de gozar de su perfume y de alimentarse de los desperdicios que caen de la mesa como los perros. Esposos y esposas pertenecen a la cámara nupcial. Nadie podrá ver al esposo y a la esposa de no ser que [él mismo] llegue a serlo.

123. Cuando a Abrahán [le fue dado] ver lo que hubo de ver, circuncidó la carne del prepucio enseñándonos (con ello) que es necesario destruir la carne [...] del mundo. Mientras sus [pasiones están escondidas] persisten y continúan viviendo, [mas si salen a la luz] perecen [a ejemplo] del hombre visible. [Mientras] las entrañas del hombre están escondidas, está vivo el hombre; si las entrañas aparecen por fuera y salen de él, morirá el hombre. Lo mismo ocurre con el árbol: mientras su raíz está oculta, echa renuevos y (se desarrolla), mas cuando su raíz se deja ver por fuera, el árbol se seca. Lo mismo ocurre con cualquier cosa que ha llegado a ser en (este) mundo, no sólo con lo manifiesto, sino también con lo oculto: mientras la raíz del mal está oculta, éste se mantiene fuerte; pero nada más ser descubierta, se desintegra y —no bien se ha manifestado— se desvanece. Por eso dice el Logos: «Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles». Éste no podará, (pues) lo que se poda brota de nuevo, sino que cava(rá) hasta el fondo, hasta sacar la raíz. Mas Jesús ha arrancado de cuajo la raíz de todo el lugar, mientras que otros (lo han hecho únicamente) en parte.

Por lo que se refiere a nosotros, todos y cada uno debemos socavar la raíz del mal que está en cada cual y arrancar(la) enteramente del corazón. (El mal) lo erradicamos cuando lo reconocemos, pero si no nos damos cuenta de él echa raíces en nosotros y produce sus frutos en nuestro corazón; se enseñorea de nosotros y nos hacemos sus esclavos; nos tiene cogidos en su garra para que hagamos aquello que [no] queremos y [omitamos] aquello que queremos; es poderoso porque no lo hemos reconocido y mientras [está allí] sigue actuando. La [ignorancia] es la madre del [...]; la ignorancia [está al servicio de ...]; lo que proviene [de ella] ni existía, ni [existe], ni existirá. [Mas aquellos que vienen de la verdad (?)] alcanzarán su perfección cuando toda la verdad se manifieste. La verdad es como la ignorancia: si está escondida, descansa en sí misma; pero si se manifiesta y se la reconoce, es objeto de alabanza porque es más fuerte que la ignorancia y que el error. Ella da la libertad. Ya dijo el Logos: «Si reconocéis la verdad, la verdad os hará libres». La ignorancia es esclavitud, el conocimiento es libertad. Si reconocemos la verdad, encontraremos los frutos de la verdad en nosotros mismos; si nos unimos a ella, nos traerá la plenitud.

124. Ahora estamos en posesión de lo que es manifiesto dentro de la creación y decimos: «Esto es lo sólido y codiciable, mientras que lo oculto es débil y digno de desprecio». Así ocurre con el elemento manifiesto de la verdad, que es débil y despreciable, mientras que lo oculto es lo sólido y digno de aprecio. Manifiestos están los misterios de la verdad a manera de modelos e imágenes, mientras que la cámara nupcial —que es el Santo dentro del Santo— permanece oculta.

125. El velo mantenía oculta en un principio la manera cómo Dios gobernaba la creación; pero cuando se rasgue y aparezca lo del interior, quedará desierta esta casa o más bien será destruida. Mas la divinidad en su conjunto no huirá [de] estos lugares (para irse) al Santo de los Santos, pues no podrá unirse con la [luz acrisolada] ni con el Pleroma sin [mancha]. Ella [se refugiará] más bien bajo las alas de la cruz [y bajo sus] brazos. El arca [les] servirá de salvación cuando el diluvio de agua irrumpa sobre ellos.

Los que pertenezcan al linaje sacerdotal podrán penetrar en la parte interior del velo con el Sumo Sacerdote. Por eso se rasgó aquél no sólo por la parte superior, pues (si no) sólo se habría abierto para los que estaban arriba; ni tampoco se rasgó únicamente por la parte inferior, pues (si no) sólo se habría mostrado a los que estaban abajo. Sino que se rasgó de arriba abajo. Las cosas de arriba nos quedaron patentes a nosotros que estamos abajo, para que podamos penetrar en lo recóndito de la verdad. Esto es realmente lo apreciable, lo sólido. Pero nosotros hemos de entrar allí a través de debilidades y de símbolos despreciables, pues no tienen valor alguno frente a la gloria perfecta. Hay una gloria por encima de la gloria y un poder por encima del poder. Por eso nos ha sido hecho patente lo perfecto y el secreto de la verdad. Y el Santo de los Santos se (nos) ha manifestado y la cámara nupcial nos ha invitado a entrar.

Mientras esto permanece oculto, la maldad está neutralizada, pero no ha sido expulsada de la simiente del Espíritu Santo, (por lo que) ellos siguen siendo esclavos de la maldad. Mas cuando esto se manifieste, entonces se derramará la luz perfecta sobre todos y todos los que se encuentran en ella [recibirán] la unción . Entonces quedarán libres los esclavos y los cautivos serán redimidos.

126. [Toda] planta que [no] haya plantado mi Padre que está en los cielos [será] arrancada. Los separados serán unidos [y] colmados. Todos los que [entren] en la cámara nupcial irradiarán [luz], pues ellos [no] engendran como los matrimonios que [...] actúan en la noche. El fuego [brilla] en la noche (y) se apaga, pero los misterios de esta bodas se desarrollan de día y (a plena) luz. Este día y su fulgor no tienen ocaso.

127. Si uno se hace hijo de la cámara nupcial, recibirá la luz. Si uno no la recibe mientras se encuentra en estos parajes, tampoco la recibirá en el otro lugar. Si uno recibe dicha luz, no podrá ser visto ni detenido, y nadie podrá molestar a uno de esta índole mientras vive en este mundo, e incluso, cuando haya salido de él, (pues) ya ha recibido la verdad en imágenes. El mundo se ha convertido en eón, pues el eón es para él plenitud, y lo es de esta forma: manifestándose a él exclusivamente, no escondido en las tinieblas y en la noche, sino oculto en un día perfecto y en una luz santa.

Evangelio según Felipe

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EVANGELIO DE MARÍA MAGDALENA

(Fragmento griego)

«... lo restante del camino, de la medida justa, del tiempo, del siglo, descanso en silencio». Dicho que hubo esto, María calló, como si el Salvador le hubiera hablado (solamente) hasta aquí. Entonces dice Andrés: «Hermanos, qué os parece de lo dicho? Porque yo, de mi parte, no creo que haya hablado esto el Salvador, pues parecía no estar de acuerdo con su pensamiento». Pedro dice: «¿Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros?»

[Laguna]

...del Salvador?». Leví dice a Pedro: «Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado din duda. Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, (sino) como dijo el Salvador». Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

EVANGELIO DE MARÍA

(Fragmento copto berolinense)

[Faltan las páginas 1-6].

PALABRAS DE JESÚS

La materia y el mundo

7 [...] entonces, ¿será destruida o no la materia? El Salvador dijo: «Todas las naturalezas, todas las producciones y todas las criaturas se hallan implicadas entre sí, y se disolverán otra vez en su propia raíz, pues la naturaleza de la materia se disuelve en lo que pertenece únicamente a su naturaleza.Quién tenga oídos para escuchar, que escuche.

La materia y el pecado

Pedro le dijo: «Puesto que nos lo has explicado todo, explícanos también esto: ¿cuál es el pecado del mundo?». El Salvador dijo: «No hay pecado, sin embargo vosotros cometéis pecado cuando practicáis las obras de la naturaleza del adulterio denominada «pecado». Por esto el bien vino entre vosotros, hacia lo que es propio de toda naturaleza, para restaurarla en su raíz».

Prosiguió todavía y dijo: «Por esto enfermáis y morís, puesto que 8 [practicáis lo que os extravía. Que quien pueda comprender] comprenda. [La materia engendró] una pasión carente de la semejanza, puesto que procedió de un acto contra natura. Entonces se produce un trastorno en todo el cuerpo. Por esto os dije: Estad en armonía (con la naturaleza), y si no estáis en armonía, sí que estáis en armonía ante las diversas semejanzas de la naturaleza. Quien tenga oídos para escuchar, que escuche».

Últimos preceptos

Después de decir todo esto, el Bienaventurado se despidió de todos ellos diciendo: «La paz sea con vosotros, que mi paz surja entre vosotros. Vigilad para que nadie os extravíe diciendo: «Helo aquí, belo aquí», pues el hijo del hombre está dentro de vosotros; seguidlo. Los que lo busquen lo hallarán. Id y proclamad el evangelio del reino. No 9 impongáis más preceptos que los que yo he establecido para vosotros, y no deis ninguna ley, como el legislador, para que no seáis atenazados por ella».

Dicho esto, partió.

INTERMEDIO

Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».

Entonces Mariam se levantó, los saludó a todos y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres». Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del [Salvador].

10 Pedro dijo: «Mariam, hermana, nosotros sabemos que el Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos escuchado». Mariam respondió diciendo: «Lo que está escondido para vosotros os lo anunciare». Entonces comenzó el siguiente relato:

PALABRAS DE MARÍA MAGDALENA

Visión de María

«Yo —dijo— vi al Señor en una visión y le dije: «Señor, hoy te he visto en una visión». Él respondió y me dijo: «Bienaventurada eres, pues no te has turbado al Verme, pues allí donde está el Intelecto, allí está el tesoro». Yo le dije: «Señor, ahora, el que ve la visión ¿la ve en alma o en espíritu?». El Salvador respondió y dijo: «No la ve ni en alma ni en espíritu, sino que es el Intelecto que se halla en medio de ellos el que ve la visión, y él es el que [...]».

[Laguna: faltan las páginas 11-14].

La ascensión del alma

15 [...] a él, y la Concupiscencia dijo: «No te he visto bajar y ahora te veo subir. ¿Por qué mientes, si me perteneces?». El alma respondió diciendo: «Yo te he visto, pero tú no me has visto ni me has reconocido. Por la vestimenta, que era tuya, y no me reconociste». Una vez dicho esto, (el alma) se apartó con gran alegría y seguidamente cayó en manos de la tercera potestad, la llamada Ignorancia. Esta interrogó al alma diciendo: «¿A dónde vas? En maldad estás atenazada; puesto que estás dominada, no juzgues». El alma dijo: «¿Por qué me juzgas tú a mí, si yo no te he juzgado? Yo he sido dominada, pero no he dominado. No he sido reconocida, pero be sabido que el universo está siendo disuelto, tanto en las cosas terrenales 16 como en las cosas celestiales».

Una vez el alma hubo sobrepasado la tercera potestad, continuó ascendiendo y divisó la cuarta potestad, la de siete formas. La primera forma es la tiniebla; la segunda, la concupiscencia; la tercera, la ignorancia; la cuarta, la envidia de muerte; la quinta, el reino de la carne; la sexta, la loca inteligencia de la carne; la séptima, la sabiduría irascible. Estas son las siete potestades de la ira, las cuales preguntan al alma: «¿De dónde vienes, homicida? ¿A dónde vas, dueña del espacio?». El alma respondió diciendo: «Lo que me ata ha sido matado y lo que me atenaza ha sido aniquilado, y mi concupiscencia se ha disipado y mi ignorancia ha perecido. A un mundo he sido precipitada 17 desde un mundo, y a una imagen desde una imagen celestial. La ligadura del olvido dura un instante. En adelante alcanzaré el reposo del tiempo (kairós), del tiempo (chrónos), (el reposo) de la eternidad, en silencio».

EPÍLOGO

María Magdalena reveladora de Jesús

Después de decir todo esto, Mariam permaneció en silencio, dado que el Salvador había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a los hermanos: «Decid lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo, por mi parte, no creo que el Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas son bien extrañas». Pedro respondió hablando de los mismos temas y les interrogó acerca del Salvador: «¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de modo que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que la ha preferido a nosotros. 18 Entonces Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: «Pedro, hermano mío, ¿qué piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma o que miento respecto al Salvador?

Entonces Leví habló y dijo a Pedro: «Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre perfecto, partamos tal como nos lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que dijo el Salvador».

Luego que 19 [Leví hubo dicho estas palabras], se pusieron en camino para anunciar y predicar.

El evangelio según Mariam.

Fuente: Textos Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II, por Antonio Piñero. Editorial Trotta www.trotta.es

Nota: la numeración del fragmento copto corresponde a las páginas del manuscrito

EVANGELIO DE LOS EGIPCIOS

Introducción

El libro sa[gra]do [de los egipcios] sobre el gran [Espíritu] invisible, el Padre cuyo nom[bre] no se puede pronunciar, [el que provie]ne de las alturas de [la perfección, la l]uz de la luz de los [eones de luz]; la luz del [silencio del Pre]pensamiento [y] el Padre del Silencio, la [luz] de la Palabra [y] la Verdad; la lu[z de las] 41 inco[rrupti]bilida[des], [la] luz que es sin límite; [el] resplandor a partir de los eones de luz del Padre inmanifestable, insignificativo, insenescible e improclamable, el Eón de los eones, el autoengendrado, el [au]togenerado, el autoproducido, extranjero, el Eón verdaderamente verdadero.

Manifestación de las tres potencias

Han provenido tres poderes de él, ellos son el Padre, la Madre, el Hijo, des[de] el Silencio viviente que proviene del [Pa]dre incorruptible. Éstos han venido, empero, a partir del Silencio del Padre oculto.

Composición del reino de la luz

[Y] a partir de este lugar ha provenido Domedón Doxome[dón, el Eón de] los eones y la l[uz de cada] uno de [sus] poderes; [y de este] modo el Hijo lle[gó] cuarto, la Madre [quin]ta, [el Pad]re sexto. Él existía [...], pero sin proclamar. [Es] el que es insignificativo entre to[das las potencias], las glorias y las incorru[ptibi]lidades.

LAS TRES OGDÓADAS

I. Manifestación

A partir de este lugar [pro]cedieron las tres potencias. 42 Las tres Ogdóadas que [el Padre] en (el) Silencio junto con su Prepensamiento [manifestó] desde su seno, es decir, el Padre, la Madre y el Hijo.

II. La primera Ogdóada

La pri[me]ra Ogdóada, por la que el Triple Varón p[ro]cedió, que es el Pensamiento y [la Pa]labra y la Incorruptibilidad y la Vi[da e]terna, la Voluntad, el Intelec[to] y el Preconocimiento, el Andró[gi]no paterno.

III. La segunda Ogdóada

La segunda poten[cia] ogdoádica, la Madre, la Ba[rb]elón [vir]ginal EPITITIOCH[.] [...] AI, MEMENEAIMEN[... que] domina sobre el cielo; KARB[...] el poder que no se puede interpre[tar], la Madre indecible. [Ella na]ció de sí misma [...], procedió. [Es]tuvo de acuerdo con el Padre del [Silencio si]lencioso.

IV. La tercera Ogdóada

El tercer [poder og]doádico, el Hijo del Si[lencio silencioso] junto con la corona del Silencio si[lencioso y] la gloria del Padre y la excelen[cia] [de la] 43 [Madre]. Produjo desde el se[no] los siete poderes de la gran [l]uz de los siete sonidos y la Pala[bra e]s su cumplimiento.

V. Recapitulación

Éstos son los tres [poderes], las tres Ogdóadas que el Pa[dre e]n su Prepensamiento proyectó [desde] su seno; los proyectó [en] este lugar.

Descripción del eón Doxomedón

Procedió, entonces, Domeón Doxome[dón], el eón de los eones, y el [tro]no que está en él y las potencias [que] lo r[od]ean, las glorias y las in[corrup]tibilidades. [El P]adre de la gran lu[z que procedió d]el Silencio. Es [el gran Doxom]edón, el eón en el que [el triple va]rón reposa y consolidaron [en él] el trono de su glo[ria, aquel] en el que su Nombre inmanifesta[ble está] inscrito en la tableta [...]. Una es la Palabra, el Pa[dre de la Lu]z del todo. El que [proce]de del Silencio, descansan[do] en el Silencio, aquel cuyo 44 Nombre (está) en un símbolo in[visible; un mis]terio oculto, in[visible, pro]cedió IIIIIIIIIIIIIIIIIII[III] HHHHHHHHHHHHHHHHHHHH[HH O]OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO YY[YY]YYYYYYYYYYYYYYYYYY EEEEE[]EEEEEEEEEEEEEEEEE AAAAAAA[AAAA]AAAAAAAAAAA WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW.

Alabanza y ruego de las Ogdóadas

Y [de este] modo las tres potencias dieron alabanza al [grande], invisible e in[nomina]ble Espíritu virginal, inapelable y [a su] virgen masculina. Pidi[eron una] potencia. Procedio, pues, un Si[lencio] silencioso viviente, como glo[rias] e [in]corruptibilidades en los eones [... eo]nes por miríadas se agregaron [... a los] tres masculinos las [tres...] generaciones masculinas, las raz[as masculinas lle]naron al gran eón Doxom[edón con] el poder de la Palabra del P[leroma entero].

El ruego del Infante triple varón

Entonces [el Infante] tres veces masculino [del gran] Cristo al que había ungido el [gran Espíritu invisi]ble, aquel [cuyo] poder fue [llamado] Ainon, dio ala[banza al] gran Espíritu invisible [y a su] virgen masculina Yo[uel y] al Silencio de silencioso silencio y la [grande]za [...]

(Faltan las pp. 45 a 48, pero IV 56,1 prosigue así:)

[...] que es admirable [... ine]fable [...] [...], el que posee las grande[zas] to[da]s [de] grandeza [del] silen[cio] silencioso en [este lugar]. El In[fan]te tres veces v[arón] emitió [una a]labanza y pidió [un poder a partir del [gran] Espíritu [in]vi[sible virgin]al.

Manifestación de Youel y Esefec

Entonces se manifestó en este lugar [...] que [...] [... que] ve las glo[rias] [... te]soros en un [...][...] miste[rio invisi]ble [...] del Silencio [que es el var]ón vir[gen Youel]. [En]tonces [se manifes]tó [el Infante del In]fante, Esef[ec].

Recapitulación

Y [así] se completó, pues, el [Padre, la] Madre y el Hi[j]o, los cin[co se]llos, el poder invic[to] que [es] el gran [Cristo] de los inco[rrupti]bles 57todos [...] santo [...] [...] el fin [...], el [inco]rruptible y son poderes y [glorias e] incorrupti[bilidades] [...] llegaron [...] [las líneas 8-12 son ilegibles]. Éste dio [una alabanza] al inmani[festable, misteri]o oculto [...] [el] ocul[to] [...] [faltan las ls. 17-20] le en el [...] [y] los eones [... t]ronos [...] y [...] cada uno [...] [lo] ro[dean] miríadas de [poderes i]nnumerables, 58 [glo]rias e [inco]rruptibilidades [...] y ellos [... del] Padre [y] la Ma[dre y] el Hijo y [el Pleroma] entero que anteriormente [he mencionado y los] cinco se[llos] [y el miste]rio de [misterios]. Se manifes[taron] [las líneas 9-12 son ilegibles] [el que] domina [sobre] [...] y los eones de [... verda]de[mente] y los [...] [...] para siempre [son ilegibles las líneas 19-20] [...] y los eones eter[nos verda]deramente verdaderos.

Manifestación del Pre pensamiento

Entonces se mani[festó] un [Pre]pensamiento en un silencio y un [silen]cio vi[viente de]l Espíritu [y un]a Palabra [del] Padre y [una] luz. Ella [... los cinco] 59sellos que el [Padre emi]tió desde su seno. Atra[vesó] los eones todos que anterior[mente] he dicho. Y estableció tronos de gloria y miríadas de ángeles [innu]merables [que le] rodean, [pode]res [y] glorias [inco]rruptibles, que [cantan] y glorifican alabando todos con una [vo]z [úni]ca, con un acorde, [con una vo]z y que nunca callan [...] [... a]l Pa[dr]e y a la [Madre y al Hi]jo [...] [y los Ple]rom[as todos] que an[teriormente] he mencionado que es [el gran] Cristo, que (es) a partir de un [Silencio, el que] es el Infante in[co]rrup[tible] TELMAEL TELMACH[A]EL [ELI EL]I MACHAR MACHAR [SETH el] poder [que] vive verda[deramente de ver]dad, y [el va]rón [vir]gen que está con [él, Y]ouel, [y Es]efec, [el] resplandeciente, el Hij[o] del Hijo [y la co]rona de su gloria [...] de los cin[co se]llos, [el Ple]roma que he men[cionado] anteriormente.

Manifestación de la Palabra

60 Entonces [lle]gó la gran [Palabra] autoengendrada viviente, [el D]ios verdadero, la na[turaleza] ingénita, aquel cuyo nombre os diré: [...]AIA[...] THAOTHOSTH[...] que e[s el] Hijo del [gran] Cristo, que es el Hijo [del] Silenci[o in]decible [que] llegó a ser desde el gran [in[visible] e incorruptible [espíritu]. El [Hijo del Silencio y [en Si]lencio se manifestó [línea 14 ilegible] [... in]visible [...] [...] [hom]bre [y los] tesoros [de] su gloria. [Entonces] se manifestó en el [...] revelado [...]. Y estableció los cuatro [eones]. Con una Palabra los estableció.

La alabanza de la Palabra

Dio una [alabanza] al gran [in]visible Espíritu vir[gi]nal. [El Silencio] del [Pad]re en un silen[cio del] Silencio vi[viente si]lenc[ioso], [el lu]gar en donde el hombre [...] permanece [...] [...] a través de [...] [continúa NHC III]:

La plasmación y origen de Adamas

49 [... se manifestó en este lugar] la nu[be de la] gran luz, la potencia [v]iviente, la Madre de las incorruptibilidades santas, el gran poder, la Mirotoe, y engendró a aquel que nombro su nombre cuando digo: IEN [I]EN EA EA EA, tres veces. Porque este Adamas es la luz resplandeciente que existe desde el Hombre, el pri[me]r Hombre, por cuyo medio todo existe y por el que todo es (y) sin el que nada existe. Emitió el Padre inconcebible, incomprensible. Él descendió de lo alto para suprimir la deficiencia.

La unión de Adamas y la Palabra

Entonces la gran Palabra, el autoengendrado divino y el hombre incorruptible Adamas se mezclaron entre sí. Llegó a ser, pues, una Palabra de Hombre y el Hombre, asimismo, llegó a ser por una Palabra.

La alabanza de la Palabra y Adamas

Dio alabanza al grande, invisible, incomprensible, virginal Espíritu y a la virgen masculina y al Infante tres veces varón 50 y a la [v]ir[gen] masculina Youel y a Esefec, el res[plande]ciente, Infante del Infante y la corona de su gloria y el poder del eón Doxomedón y los tronos que están en él, y los poderes que lo rodean, las glorias [y] las incorruptibilidades y el Pler[o]ma entero, que mencioné anteriormente, y la tierra etérea, la receptora de Dios, el lugar en el que reciben la imagen los hombres santos de la gran luz, los hombres del Padre, del Silencio silencioso vi[vi]ente, el Padre y el Pleroma total, al que antes me he referido.

El pedido de la Palabra y Adamas

Dieron alabanza la gran Palabra, el Autoengendrado divino y el hombre incorruptible Adamas, pidieron una potencia y fuerza para siempre para el Autoengendrado para plenitud de los cuatro eones, de modo que por medio de ellos se manifestaran 51 [...] la gloria y la po[ten]cia del Padre invisible del hombre santo de la gran luz que vendrá al mundo que es la apariencia de la noche. El hombre incorruptible Adamas les pidió un hijo a partir de él, para que fuera padre de la raza inquebrantable e incorruptible de modo que por medio de ella se manifestara el Silencio y la Voz y por medio de ella surgiera el eón que es mortal para que se disolviera.

Generación de las cuatro luminarias y de Set

Y de este modo vino de lo alto la potencia de la gran luz, la manifestación. Ella generó las cuatro luminarias: Armozel, Oroiael, Daveité y Elelet y al gran incorruptible Set, el hijo del hombre incorruptible, Adamas.

El cumplimiento de la Hebdómada y las consortes de las luminarias

Y de este modo se completó la Hebdómada perfecta que existe en misterios 52 ocultos. Una vez que reci[bió] la g[loria] fue once Ogdóadas. Y respondió afirmativamente el Padre. Estuvo de acuerdo el Pleroma entero de las luminarias. Procedieron sus [con]sortes para el acabamiento de la Ogdóada del divino Autoengendrado: la Gracia, de la primera luminaria, Armozel; la Sensibilidad de la segunda luminaria, Oroiel; la Inteligencia de la tercera luminaria, Daveite; la Prudencia de la cuarta luminaria, Elelet. Ésta es la primera Ogdóada del Autoengendrado divino.

Los servidores de las luminarias y sus consortes

Y aceptó el Padre. Estuvo de acuerdo el Pleroma entero de las luminarias. Procedieron los [servidores]. El primero el gran Gamaliel, (de) la primera gran luminaria, Armozel. Y el gran Gabriel, (de) la segunda gran luminaria, Oroiel. Y el gran Samio, de la gran luminaria, Daveite. Y el gran Abrasax, de 53 la [gran luminaria], Elelet. Y [las con] sortes de éstos procedieron por la voluntad de la buena voluntad del Padre, la Memoria del grande, el primero, Gamaliel; el Amor del grande, el segundo, Gabriel; la Paz del tercero, el gran Samblo; la Vida eterna del grande, el cuarto, Abrasax. De este modo se completaron las cinco Ogdóadas, cuarenta en total, como un poder que no se puede interpretar.

La petición de la Palabra y el Pleroma

Entonces la gran Palabra, el Autoengendrado [y] la Palabra del Pleroma de las cuatro luminarias dio alabanza al gran Espíritu invisible, inapelable, virginal y a la virgen masculina y el gran eón Doxomedón y a los tronos que están en ellos y a los poderes que los rodean y a las glorias y a las autoridades y a los poderes [y] al Infante tres veces varón y a la virgen masculina Youel y a Esefec, 54 el resplandeciente, [el Infante] del Infante y la corona de [su glo]ria, el Pleroma total, y a las glorias todas que están en este lugar, los pleromas sin fin [y] los eones innominables, para que den nombre al Padre como el cuarto junto con la raza incorruptible, para poder llamar a la semilla del Padre la semilla del gran Set.

Respuesta a la petición

Entonces todos se agitaron y el temblor dominó a los incorruptibles. Entonces el Infante tres veces varón procedió desde arriba hacia abajo en los inengendrados y los autoengendrados y los que fueron engendrados en lo que es engendrado. Procedió la grandeza, la grandeza total del gran Cristo. Estableció tronos en gloria, miríadas innumerables en los cuatro eones que lo rodean, miríadas innumerables, potencias y glorias 55 e incorruptibilidades. Y dimanó de esta manera.

Aparición de la iglesia espiritual

Y la in[co]rruptible asamblea espiritual acreció en las cuatro luminarias del gran Autoengendrado viviente, el Dios de la Verdad, alabando, cantando y glorificando con una voz única, con un acorde y con una voz sin descanso al Padre y a la Madre, y al Hijo y al Pleroma todo, como he dicho. Los cinco sellos que están en las miríadas y que gobiernan sobre los eones y que transportan las glorias de los guí[a]s fueron encargados de revelarse a los que son dignos. Amén.

La alabanza de Set y la petición por su simiente

Entonces el gran Set, el hijo del incorruptible hombre Adamas, dio alabanza al grande, invisible, indecible, innominable, virginal Espíritu y a la [virgen] mas[cu]lina [y al Infante tres veces masculino y a la] virgen [masculina] Youel y a Esefec el resplandeciente de su gloria, y a la corona de su gloria, el Infante del Infante, 56 y al gran eón Doxomedón y al Pleroma del que he hablado anteriormente. Y él pidió por su semilla.

Plesitea y su obra

Entonces vino de este lugar el gran poder de la gran luminaria Plesitea, la madre de los ángeles, la madre de las luces, la madre gloriosa, la virgen de cuatro pechos aportando el fruto desde Gomorra como fuente junto con Sodoma que es el fruto de la fuente de Gomorra que está en ella. Vino a través del gran Set.

El júbilo del gran Set

Entonces el gran Set se alegró por el don que se le concedió por el incorruptible Infante. Tomó su simiente de la virgen de los cuatro pechos y la colocó con él en el cuarto eón (y) en la tercera gran luminaria Daveité.

Creación de los gobernadores del mundo

Después de cinco mil años la gran luminaria Elelet dijo: «Gobierne alguno sobre el caos y el Hades». Y apareció una nube 57 [cuyo nombre e]s Sabiduría material [... ella] miró las regiones [del caos], siendo su rostro como [...en] su forma [...] [...] sangre. Y dijo [el gran á]ngel Gamaliel [al gran Gabrie]l, el servidor de [la gran lu]z, Oroiael. Él [dijo: «Un á]ngel salga [para que go]bierne sobre el caos [y el Hades. Enton]ces la nube [satisfecha vino] en las dos mónadas [de las cuales cada] una tenía una luz [... tro]no que ella había colocado [arriba] en la nube. [Entonces v]io Saclas, el gran [ángel, a]l gran demon [que está con él, Nebr]uel. Y llegaron a ser [juntos un] espíritu generador de la tierra. [Generaron án]geles asis[tentes. Dijo] Saclas al gran [demon Neb]ruel: «Se[an los do]ce eones en [el ...] eón, mundos». [... di]jo el gran án[gel Saclas] por la voluntad del 58 Autoengendrado: «Lleguen a ser [...] del número de siete [...]». Y dijo a los [grandes ángeles]: «Id y que [cada uno] de vosotros reine sobre su [mundo. Fue]ron cada uno [de estos] doce [ángeles]. El primer ángel es At[ot. Es aquel] al que llaman [las grandes ra]zas de los hombres [... El se]gundo es Harmas, [que es el ojo del fuego]. El tercero [es Galila. El cuar]to es Yobel. [El quinto es A]doneo. El sexto [es Caín, al que lla]man las [grandes razas] de hombres, el Sol. El [séptimo es Abel]; el octavo, Aquiresina; el [noveno, Yubel]; el décimo es Harm[upiael; el dé]cimo primero es Ar[ciadoneo]; el décimo segundo [es Beliás. Éstos son] los que presiden el Ha[des y el caos].

La arrogancia de Saclas

Y después de la fundaci[ón del mundo] dijo Saclas a sus á[ngeles: Yo], yo soy un Di[os celoso] y fuera de mí nin[gún otro existe», puesto que 59 creía en su realidad.

El rencor de Saclas y la plasmación del hombre

Entonces una voz vino de lo alto diciendo: «Existe el Hombre y el Hijo del Hombre», a causa del descenso de la imagen de lo alto, que es similar a su voz en la altura de la imagen que ha visto. Por medio de la visión de la imagen de lo alto se plasmó la primera criatura.

Actividad redentora de arrepentimiento

A causa de esto existió el arrepentimiento. Recibió su cumplimiento y su poder por la voluntad del Padre y su acuerdo con lo que aceptó de la gran raza incorruptible, inquebrantable, del gran hombre poderoso del gran Set, para que la sembrara en los eones que han sido engendrados para que por él (= arrepentimiento), se completara la deficiencia. Porque había bajado de arriba al mundo que es la apariencia de la noche. Cuando llegó, rogó conjuntamente por la semilla del Arconte de este eón y [las] autoridades que existían a partir de él, aquella contaminada que será destruida del dios engendrador del demon y rogó por la semilla 60 de Adán, que es semejante al sol, del gran Set.

La obra de Hormos

Entonces vino el gran ángel Hormos para preparar por medio de las vírgenes de la generación corrompida de su eón en una Palabra-engendrada, vaso santo, a través del Espíritu santo, la semilla del gran Set.

El lugar de la semilla de Set

Entonces vino el gran Set. Trajo su simiente y fue sembrada en los eones que habían sido producidos, cuyo número es la cifra de Sodoma. Algunos dicen que Sodoma es el lugar de residencia del gran Set, que es Gomorra, pero otros (dicen) que el gran Set tomó su savia de Gomorra y la plantó en el lugar sagrado que dio el nombre a Sodoma.

La generación deEdocla

Ésta es la raza que vino por medio de Edocla. Porque generó en la Palabra a la verdad y la justicia, el origen de la semilla de la vida eterna que está junto con los que resistirán a causa del conocimiento de su emanación. Esta es la gran raza incorruptible que ha venido a través de los tres 61 mundos al mundo.

Peligros de la semilla de Set

Y el diluvio fue una figura en relación con la consumación del eón. Pero será enviado al mundo a causa de esta raza. Por consiguiente una conflagración tendrá lugar sobre la tierra. Y la gracia estará con los que pertenecen a la raza por medio de los profetas y los guardianes que guardan la vida de la raza. Por motivo de esta generación habrá hecatombes y plagas. Pero esto sucederá a causa de la gran raza incorruptible. Porque por esta raza tendrán lugar tentaciones, un error de falsos profetas.

Set reconoce las artimañas del Maligno

Entonces el gran Set vio la actividad del Maligno y sus múltiples encubrimientos y sus proyectos, los que se llevarán a cabo contra su raza incorruptible, inquebrantable, y las persecuciones de sus poderes y sus ángeles y el error de ellos, que opera audazmente contra ellos mismos.

Set pide guardianes para su generación

Entonces el gran Set dio alabanza al grande, indecible, al Espíritu virginal y a la 62 virgen masculina Barbelón, y al Infante tres veces masculino TELMAEL TELMAEL, HELI HELI, MACHAR MACHAR SETH, la potencia verdadera que vive verdaderamente y a la virgen masculina Youel y a Esefec el resplandeciente de gloria y la corona de su gloria y al gran eón Doxomedón y a los tronos que están en él. Y los poderes que lo rodean y el Pleroma todo como antes he dicho, y pidió guardianes para su semilla.

Llegada de los guardianes

Entonces procedieron desde los grandes eones cuatrocientos ángeles etéreos acompañados por el gran Aerosel y el gran Selmequel, para guardar a la gran raza incorruptible, su fruto y a los grandes hombres del gran Set desde el tiempo y el momento de la verdad y la justicia hasta la consumación del eón y sus arcontes, a los que han juzgado los grandes jueces de la muerte.

La misión de Set

Entonces el gran Set fue enviado por las cuatro luminarias de acuerdo con la voluntad del 63 Autoengendrado y el Pleroma entero, gracias [al don] y el buen consentimiento del gran Espíritu invisible y los cinco sellos y el Pleroma todo.

La obra de Set

Atravesó las tres presencias que he dicho antes, y el diluvio y la conflagración y el juicio de los arcontes y las potencias y las autoridades para salvar a la que se extravió por la reconciliación del mundo, y el bautismo por una Palabra-engendrada corporal que preparó para sí el gran Set misteriosamente a través de la virgen para que pudieran ser engendrados los santos por el Espíritu santo, por medio de símbolos invisibles secretos por una reconciliación del mundo con el mundo, por la renuncia al mundo y al dios de los tres eones y (por) las convocatorias de los santos y los inefables y los incorruptibles senos y (por) la gran luz del Padre que existió anteriormente junto con su Prepensamiento y por él estableció el santo bautismo que supera el cielo por la incorruptible 64 Palabra-engendrada, y Jesús el viviente y al que ha revestido el gran Set. Y ha clavado a las potencias de los trece eones y ha establecido por medio de él a los que lleva y a los que trae. Los armó con una armadura de conocimiento de esta verdad, con un poder invencible de incorruptibilidad.

Lista de los portadores de salvación

Se les manifestó el gran Auxiliar Yeseo Mazareo Yesedeceo, el agua viviente y ios grandes guías Santiago el grande y Teopempto e Isavel y los que presiden la fuente de la verdad, Miqueo y Micar y Mnesino, y el que preside el bautismo del viviente y los purificadores y Sosengenfaranges y los que presiden las puertas de las aguas, Miqueo y Micar, y los que presiden el monte, Seldao y Eleno y los recibidores de la raza, la incorruptible de [los] hombres poderosos [del] gran Set. Los ministros de las cuatro luminarias, el gran Gamaliel, el gran Gabriel, el gran Samblo y el gran 65 Abrasax y los que presiden el Sol, su nacimiento, Olses e Hypneo, y Eurumario y los que presiden el ingreso en el reposo de vida eterna, los gobernadores Mixanter y Micanor, y los que guardan a las almas del elegido, Acramas y Strempsujo y el gran poder Heli Heli Machar Machar Seth y el gran invisible, indecible, innominable, Espíritu virginal, y el Silencio y la gran luminaria Armozel, el lugar Autoengendrado viviente, el Dios de la Verdad y [el] que está con él, el hombre incorruptible Adamas, el segundo Oroiel, el lugar del gran Set. Y Jesús que posee la vida y que vino a crucificar al que está bajo la ley, el tercero, Daveité, el lugar de los hijos del gran Set, el cuarto Elelet, el lugar en donde las almas de los hijos descansan, el quinto, Youel, el que preside el nombre de aquel al que le será permitido bautizar en el bautismo santo que supera el cielo, el incorruptible.

Seguridad de la salvación actual

Desde ahora, sin embargo, 66 por medio del hombre incorruptible Poimael y los que son dignos de la invocación, de las renuncias (y) de los cinco sellos en el bautismo fontanal, éstos conocerán a sus recibidores según se los ha instruido sobre ellos y serán conocidos por ellos. Estos no experimentarán la muerte.

Sección hímnica I

IH IEYS E0 OY EO OYA. Verdaderamente con verdad, Yeseo Mazareo Yesedeceo ¡oh agua viviente!, ¡oh Infante del Infante!, ¡oh nombre glorioso, verdaderamente con verdad, eón que (es) el que es, IIII HHHH EEEE 0000 YYYY WWWW AAAA verdaderamente con verdad, HI AAAA WWWW el que es, que ve a los eones verdaderamente en verdad, AEE HHH III YYYYYY WWWWWWWW, el que es eterno eternamente verdaderamente con verdad IHA AIW en el corazón, que es ¡y aei eis ei ho ei, ei hos ei!

Sección hímnica II

Este gran nombre tuyo me preside, Perfecto Autoengendrado que no estás fuera de mí, yo te veo, ¡oh tú que eres invisible para cualquiera! ¿Quién, en efecto, podrá abarcarte en otra lengua? Ahora 67 que te he conocido, me he mezclado con lo inmutable. Me he armado con una armadura de luz, me he transformado en luz, ya que la Madre estaba en este lugar a causa de la belleza espléndida de gracia. Por esto he alargado mis manos mientras estaban inclinados. Recibí forma en el círculo de los ricos de la luz que están en mi seno que da forma a los muchos engendrados en la que ningún agravio recibe. Afirmaré tu gloria verdaderamente, porque te he captado SOY IES IDE AEIO AE1E OIS O, ¡Eón, eón, Dios del Silencio!, te honro totalmente. Eres mi lugar de reposo, hijo ES ES O E, el carente de forma que es en los carentes de forma, el que es, que suscitas al Hombre en el que me purificarás en tu vida, según tu nombre imperecedero. Por esto el incienso de vida está en mí. Lo mezclé en agua según el modelo de todos los arcontes para poder vivir contigo en la paz de los santos, tú, el que eres por siempre 68 verdaderamente con verdad.

Primera conclusión

Éste es el libro que el gran Set escribió y colocó en altos montes sobre los que el sol no se ha levantado ni lo podrá. Y desde los días de los profetas y los apóstoles y los mensajeros, su nombre no se ha levantado en absoluto sobre sus corazones ni lo podrá. Tampoco el oído de ellos lo ha oído.

Segunda conclusión

Este libro lo ha escrito el gran Set, en escritura de ciento treinta años. Lo colocó en la montaña que se denomina Caraxio para que al fin de los tiempos y los momentos convenientes, según la voluntad del divino Autoengendrado y del Pleroma entero, por medio del don de la Voluntad inescrutable e incomprensible del Padre, se manifieste y revele a esta incorruptible santa generación del gran Salvador y los que residen con él amorosamente y con el grande, invisible, eterno Espíritu y su Unigénito Hijo y la luz eterna 69 y su gran consorte incorruptible y la incorruptible Sabiduría y la Barbelón y el Pleroma entero en la eternidad. Amén.

Colofón

El evangelio de [los] egipcios. El libro escrito por Dios, sagrado y secreto. La Gracia, la Inteligencia, la Sensibilidad, la Prudencia están con el que lo ha escrito: Eugnosto el amado en el Espíritu. (En la carne mi nombre es Gongesos) junto con mis hermanos de luz en la incorruptibilidad, Jesús el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. ICHTYS. Escrito de Dios, el libro sagrado del gran Espíritu Invisible.

Título

El libro sagrado del gran Espíritu Invisible. Amén.

Fuente: Textos Gnósticos - Biblioteca Nag Hammadi II, por Antonio Piñero. Editorial Trotta www.trotta.es

Nota: la numeración corresponde a las páginas de los manuscritos

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